¿El confinamiento puede tener consecuencias en la salud ocular?

Puede tenerlas, no a largo plazo, pero el hecho de estar confinados en casa puede implicar que aumente el número de horas que estamos cada día con ordenadores, móviles y tabletas. La televisión, en menor medida, porque la distancia a la que la miramos es un poco más larga y no influiría tanto como los otros elementos. El hecho de pasar más tiempo del acostumbrado con ese tipo de tareas visuales sí puede hacer que surjan determinados síntomas durante el periodo de confinamiento. Una vez acabe y la gente vuelva a su vida normal, volveremos a lo que nos corresponde. No es algo con efecto acumulativo que acabe en un problema crónico. Puede pasar que una persona tuviera ya de base un problema que no se le ha diagnosticado, que no sabía que tenía y que a raíz del confinamiento se desenmascara, empieza a dar síntomas y, una vez acaba todo, seguirán ahí. Esos pacientes acabarán viniendo a la consulta y se les diagnosticará.

¿Qué síntomas podemos notar?

Básicamente problemas en la visión. Desde tenerla borrosa a notar incluso, a veces, que se desdoblan las cosas. También más molestia con las luces. De ahí pasaríamos a otro tipo de síntomas que son propiamente del ojo. Dolor ocular, sequedad, que se vean los ojos irritados, muy rojos, pesadez de los párpados y lagrimeo. Y ya un poco más severos podríamos llegar a tener cefaleas continuas, dolores de cabeza, de cuello y de espalda porque en el proceso de la visión influyen muchos factores. De hecho, hasta se describen alteraciones de la piel de la cara: enrojecimiento e hinchazón de los tejidos blandos. Esto ocurre en ocasiones muy raras, pero puede pasar. Los síntomas más frecuentes serían la sensación de fatiga visual y el dolor ocular.

¿El principal problema estos días es que pegados a ordenadores y móviles sólo vemos de cerca?

Sí, técnicamente esto está descrito como un síndrome visual del ordenador. Hasta ahora lo veíamos en trabajadores, pero ahora eso se traduce en que no estamos trabajando, pero sí en casa y estamos todo el rato, más de ocho horas diarias y más de tres horas seguidas, pegados a una pantalla. El problema es que el ojo tiene unos mecanismos para ver y éstos tienen un límite. El ojo no puede trabajar todo lo que nosotros queramos. Cuando le exigimos por encima de sus posibilidades estresamos esos mecanismos de funcionamiento y aparecen los síntomas. Esa demanda visual, además, es más alta en la visión más próxima. Ahí es donde la musculatura de los ojos tiene que hacer más esfuerzo para enfocar, para que los dos ojos vayan hacia adentro, lo que se conoce como la convergencia. A esto, luego hay que sumarle que esas tareas visuales próximas, cuando son con ordenadores, tablets o móviles, todo lo que de por sí esas pantallas nos pueden producir en los ojos. No es lo mismo leer en papel que estar frente a una pantalla. Ni al aire libre que en casa. Todo va a influir, también el ambiente en el que lo estamos haciendo.

Antes el ocio era lejos de una pantalla, pero ahora también lo es. Netflix, HBO, redes sociales... ¿Eso lo agrava?

Exacto. Al que le pasaba trabajando, cuando salía estaba en la calle, hacía alguna actividad, tareas domésticas... Eso ya era un mecanismo de bloqueo para esos problemas que arrastraba en el trabajo. Ahora esos mecanismos no los tenemos porque salimos del ordenador y nos vamos a la televisión, que es alargar o perpetuar eso mismo. Ahora no tenemos ese mecanismo de frenar o cortar la demanda visual. Al menos la mayoría. Igual hay gente que en casa tiene más espacio, una zona en la que hacer otras actividades, pero, en general, lo que nos vamos a encontrar no es eso.

¿Hay ejercicios o recomendaciones para relajar la vista?

Haberlas, haylas. Y muchas. Son muy importantes, pero no las tenemos en cuenta. Lo primero sería cuidar, en la medida de lo posible, el entorno de casa. Eso significa que si estamos en un sitio cerrado hay que intentar tener una ventilación correcta y controlar la humedad. En el caso de los fumadores, el hecho de estar expuestos al humo en casa tampoco les va a beneficiar porque es un factor irritativo. También hay que intentar, a la hora de estar ante el ordenador, evitar los reflejos de la ventana en la pantalla. Hay que trabajar de forma perpendicular a la ventana. Hay que cuidar la iluminación de la estancia en la que estamos y equilibrar los brillos de la pantalla con los de la habitación. Son recomendaciones útiles, pero que muchas veces no tenemos en cuenta. Muchas veces te pones a ver una serie en la tablet tirado en la cama con luz tenue. Y eso no ayuda.

¿Alguna más?

Sí, otras ergonómicas relacionadas con cómo deberíamos estar frente a un ordenador si vamos a pasar más tiempo de lo aconsejado en el día a día. Si vamos a teletrabajar hay que adoptar una posición correcta, con la pantalla por debajo de nuestro nivel de mirada y con una inclinación hacia atrás para que los ojos estén menos expuestos a la pantalla. La espalda debe estar bien posicionada en el respaldo y con los brazos en ángulo recto. Son medidas ergonómicas que seguramente nos han repetido mil veces a los que trabajamos con ordenadores, pero que igual nunca hemos tenido suficientemente en cuenta.

Es que en casa es más complicado tener una silla adecuada, una luz adecuada, un espacio adecuado... Trabajas donde puedes.

Ya, eso puede pasar. Es verdad que controlar todos los detalles puede ser muy complicado, pero hay que intentar controlar los máximos posibles. Cuantos más adoptemos, más cómodos estaremos. Y luego están los ejercicios.

¿Cuáles podemos hacer?

Lo importante en estos casos es, cada cierto tiempo, cambiar la distancia de trabajo visual. Si llevo dos horas frente a un ordenador, pues dedicar quince minutos a mirar las musarañas, o por una ventana. Lo que no sirve es alejarse del ordenador e irse a mirar la televisión o el móvil. Tiene que ser un cambio de distancia visual real. Otra medida importante es obligarnos a parpadear cada poco tiempo. Ese es otro de los problemas que tenemos cuando trabajamos con pantallas, que disminuye mucho la frecuencia de parpadeo y eso puede acentuar la sequedad o la falta de lubricación de la superficie del ojos. Hay que obligarse a un parpadeo continuo. Y luego hay cosas muy americanas, como la regla del 20-20-20.

¿Perdón?

Cada veinte minutos deberíamos parar 20 segundos y mirar a 20 pies de distancia, que sería el equivalente a unos seis metros. Entiendo que es un poco irnos al extremo, pero esa regla está ahí. Se trata de adoptar el hábito de hacer pausas que sean efectivas. Ahí está la clave.

Mucha gente, al saber que tenía que teletrabajar, fue a la farmacia y se cargó de colirios y lágrimas. ¿Está bien o se puede malacostumbrar el ojo?

A ver, si es un colirio que estaba prescrito por un oftalmólogo, debe seguir el tratamiento, ahí no hay ninguna duda. Si es algo que compramos a título personal, yo no lo recomiendo. Hay que pensar que los colirios son medicamentos, pueden ser antibióticos, antiinflamatrios... Llevan conservantes y otros componentes e incluso el mismo fármaco puede producir efectos secundarios en la superficie del ojo. En esta situación en la que estamos eso no nos beneficiaría, al revés, nos puede perjudicar. Otra cosa es que uno, si tiene un problema, haya hecho acopio de medicamentos, que tampoco me parece correcto.

Y luego están las lágrimas artificiales.

Sí, los lubricantes. Eso sí puede tener sentido, porque realmente uno de los problemas que tenemos es que al reducir el parpadeo, que distribuye la lágrima por la superficie del ojo, ésta queda expuesta durante mucho más tiempo. Ahí se habla del tiempo de ruptura lagrimal, que es cuánto puede aguantar la lágrima en el ojo sin evaporarse. Eso está medido y descrito. En estas situaciones, muchas veces el intervalo entre cada parpadeo es mucho mayor de lo que la lágrima tarda en desaparecer, lo que implica que el ojo se va a quedar continuamente deslubricado. Eso es el equivalente a decir que tenemos un síndrome de sequedad ocular causado por el efecto de las pantallas. En una persona que no tenga nada más con ese ejercicio de provocar el parpadeo es suficiente, pero si tiene una sequedad ocular que no se ha diagnosticado se le va a acentuar. Provocar el parpadeo no es suficiente y necesita recurrir a esas lágrimas artificiales. Se pueden usar a demanda, tantas veces como necesite durante el día.

¿Cuál es ese tiempo de ruptura lagrimal?

El parpadeo normal suele hacerse una media de 18 veces por minuto y en un síndrome de este tipo estaría por debajo de cuatro parpadeos por minuto. Todo lo que esté por debajo de diez parpadeos por minuto supone que el ojo empieza a resentirse y si bajamos de cinco ya hablamos deun síndrome importante. Hay gente que está en ese límite de diez por minuto y a raíz de esta situación que estamos viviendo su tiempo de ruptura baja mucho y empeora porque se acentúa esa sequedad. Hay que tener en cuenta otra cosa y es que también influye el ambiente y el propio calor favorece la evaporación de la lágrima, que no deja de ser un líquido.

En el caso de la gente que ya necesita gafas, ¿puede empeorar su visión con el confinamiento?

Si está bien graduada, no. Pero puede pasar que un miope que esté progresando puede progresar también durante el confinamiento, porque es lo que corresponde. En el caso de una persona con presbicia, puede pasar que ésta aumente y se encuentre con que las gafas que lleva no estén bien ajustadas. Nos podemos encontrar con alguien que usa unas gafas de lectura y que, inconscientemente, piensa que esas mismas gafas pueden servir para ver la pantalla del ordenador, el teclado... No es así. unas gafas de lectura están calculadas para una distancia de trabajo de entre 30 y 40 centímetros mientras que la distancia habitual de una pantalla de ordenador suele ser de entre 50 y 70 centímetros. Si no llevamos unas gafas progresivas, no nos sirven para todo, nos van a servir para lo que estaban hechas. Si son de lectura, son para lectura. Luego hay una cosa que es importante en el caso de los niños, pero es muy teórico.

¿El qué?

Parece que sobre todo en niños miopes a veces el exceso de trabajo en visión próxima puede ser un factor que favorezca que esa miopía avance más rápido. En cualquier situación. No significa que si no trabaja en visiones próximas no vaya a aumentar, pero que se abuse de esa distancia tan próxima favorecerá que la miopía aumente.

¿No salir a la calle ni poder mirar a larga distancia puede tener consecuencias en niños muy pequeños?

En niños puede pasar lo que llamamos un exceso de acomodación. Los niños, desde que nacen, suelen ser más bien hipermétropes y a medida que van desarrollando la visión esa hipermetría se va corrigiendo gradualmente. Dependiendo de la edad en que se encuentren los niños van a trabajar por encima de las posibilidades de sus ojos, de lo que están capacitados. Si les añadimos mucha carga visual, a veces, si son hipermetropías muy altas que no se han detectado o que no se ha considerado corregir porque estaban dentro de su curva de crecimiento, puede pasar que empiecen a tener síntomas. El ojo no da de sí y se estresa por el exceso de demanda visual. Los niños lo notan porque tienen mucha actividad al aire libre. Es verdad que cada vez más están más dedicados a tablets y móviles que a ir a jugar a la calle o al fútbol. Eso, que ya estamos viendo de normal, ahora se va a acentuar.

¿Lo de buscar aviones en el cielo es un buen ejercicio? ¿La gente debe aprovechar los aplausos de las ocho en el balcón para buscarlos?

Puede ser una fórmula para cambiar la distancia a la que miramos para esos quince minutos de mirar a lo lejos si hemos estado mucho rato en una distancia corta. Como ejercicio no va más allá de eso, de mirar lejos. Lo importante es buscar la fórmula que queramos para obligarnos a hacer ese tipo de ejercicio. Hay incluso aplicaciones de móvil y de ordenador que saltan automáticamente cuando detectan que llevamos mucho tiempo sin dejar de teclear. Es como si te dijera «para un rato». Cada uno tiene que buscar su fórmula, pero hay que hacerlo.