«Decían que mi madre era la más guapa de la provincia», comenta Alba Pau mirando una fotografía antigua de su madre, Lolita Costa Planes, que el pasado martes cumplió cien años. En ella se la ve sonriendo, con su marido, Narcís Pau, el día de su boda. Sus intensos ojos azules, lo que más llamaba la atención de la joven Lolita, siguen siendo, ya centenaria, igual de azules e igual de intensos.

Lolita, nacida en Banyoles, era costurera de profesión. Trabajaba cosiendo en la sastrería de su cuñado, un oficio que cambió por el de cocinera. Lo había mamado desde niña, ya que se había criado en la fonda de sus padres, junto al lago, una casa de comidas que se llenaba los días de mercado. Así que ella y su marido montaron El Bon Repòs, donde criaron a sus hijos y donde atendían, básicamente, a turistas.

Lolita llegó a Ibiza en los años 70, siguiendo a algunos de sus hijos que, igual que ella, repitieron la historia familiar: montaron un restaurante. La idea surgió de Jordi, el más aventurero de sus retoños, que se enamoró de la isla. Decidió quedarse y enroló a sus hermanos Alba, Josep y Eva en la aventura empresarial: el restaurante Can Pau. Su idea era poner en marcha un negocio de bocadillos y embutidos, concepto que cambió Lolita cuando, tras un accidente de Josep, aterrizó en Ibiza con su marido Narcís para echarles una mano. Ella estaba en la cocina y él, en la sala. «Mi madre nos dijo que sólo con bocadillos no levantaríamos el negocio», recuerda Alba Pau, que continúa al frente del negocio familiar, en el que también están ahora sus hijos: Jordi y Quim.

Ollas de madrugada

Ollas de madrugada

Lolita diseñó la carta, cocina catalana tradicional, y pasó más de 26 años entre los fogones del restaurante. A ellos llegó a dedicar cerca de veinte horas diarias. Se levantaba al amanecer y cruzaba el patio que separaba la casa del establecimiento para poner a cocer, en enormes ollas, los caldos y, a fuego muy lento, las manitas de cerdo.

En aquella época no era precisamente una jovencita, superaba los 50 años, y ni siquiera podía hacer una previsión de lo que se serviría ese día porque no tenían teléfono para las reservas. La gente llegaba y, si no había mesa, esperaba una. A veces durante horas. Tampoco lavadora, recuerda su hija, Alba Pau, que señala que para lavar los manteles y servilletas del establecimiento contaban con la ayuda de las vecinas.

Para poder servir sus platos, alguien de la familia volaba cada jueves a Barcelona. Allí, en el Mercat de la Boqueria, compraban los productos típicos de la cocina catalana que no conseguían encontrar en la isla, como las endivias y las butifarras, que traían de regreso ese mismo día en el avión.

Sus platos los degustaron, durante esos más de 26 años, un sinfín de famosos: Julio Iglesias, Ursula Andress, Ángel Nieto, Mick Jagger, Carolina de Mónaco, Jimmy Page, Nicky Lauda, Vittorio Gassman e, incluso, Freddie Mercury, que al llegar al restaurante entraba en la cocina y le cantaba 'My fair lady', según se lee en el libro 'Cocineras en Ibiza', que recoge la historia de Lolita, a la que el martes homenajearon con una fiesta en Sa Residència.

En la celebración estuvo acompañada por buena parte de su familia. Hasta cinco generaciones de su estirpe se dieron cita para tan importante evento, en el que no faltaron la tarta, las felicitaciones, los regalos, el ball pagès y la visita de la alcaldesa de Santa Eulària, Carmen Ferrer.