Manel López Béjar, el director del departamento de Sanidad de Veterinaria de la Universitat Autònoma de Barcelona, ni siquiera se acercó a la costa de es Vedrà para redactar el informe que le pidió Podemos: «Vio el islote con prismáticos desde los acantilados de la torre de es Savinar (Cala d'Hort). Es de risa», señala un técnico de Medio Ambiente del Govern balear (que prefiere mantener el anonimato). Respecto a ese informe, advierte de que es Vedrà «no es un sitio para investigar ni para experimentar, sino para ser resolutivo». López propone «someter [a cinco cabras] a un procedimiento de condicionamiento de aversión» a los vegetales presentes en la isla, una pretensión calificada como «ridícula» por el técnico consultado.

El director insular de Movilidad, el podemista Gianandrea di Terlizzi, también acusó a Més per Mallorca de que «se la suda» lo que ocurra en Ibiza: «Los protocolos de erradicación de las cabras de es Vedrà -explica el técnico del Govern- se mantienen totalmente estables desde el año 2015. No hemos movido ni una coma desde que gobernaba el PP. No es una postura partidista. Me sabe muy mal que salga gente politizándolo. Y ahora parece que es una lucha entre Mallorca y Ibiza. ¿Cómo puede ser un político tan irresponsable como para decir que a los mallorquines les da igual? Los que hemos forzado la situación hemos sido los ibicencos. Somos payeses. Los que han forzado a los políticos a tomar decisiones en el sentido que se están tomando somos gente de aquí. El control de especies invasoras no es político ni una lucha entre islas».

En ese sentido, critica que «se intente pactar políticamente, se intente forzar al máximo para que se haga lo que ellos [Podemos] quieren, cuando ni siquiera han conseguido que tres empresas, como habían anunciado inicialmente, les avalen la extracción con vida de las cabras». «Ni siquiera -añade- una. La única que vino, tenía experiencia en control de ungulados silvestres y no pesentó presupuesto porque vio el marrón, no porque nosotros le coaccionáramos. Nuestra opinión, como técnicos, no es que no gustara a esa empresa, sino al político que había allí [Di Terlizzi] y que quería oír otro discurso».

Pese a las presiones, «los políticos [de Podemos] no consiguieron forzar a ningún funcionario de Medio Ambiente del Consell para que mandara al Govern el correo oficial con el informe de la UAB», algo que confirmó a este diario, además, una fuente política de ese departamento.

En cuanto al aval de Ganadería, «no existe porque no se cumpliría la legislación. Ningún funcionario lo ha querido firmar». Balears, explica el técnico del Govern,tiene una carta verde: «Significa que la Unión Europea considera que está libre de tuberculosis y brucelosis. Eso implica que cualquier animal que venga de fuera, por ejemplo de la Península, tiene que proceder de explotaciones con carta verde: para traerlo se debe conocer su trazabilidad sanitaria animal. Cuando está en entredicho la sanidad del animal de una explotación, hay que hacer dos pruebas (de brucelosis y de tuberculosis) en la explotación, y si da negativo, lo puedo traer a mi explotación. La ley dice que la cuarentena famosa que todos ofrecen realizar en Ibiza se debe hacer en origen». Y eso, en es Vedrà, supondría meter a una cabra durante seis meses en un corral, como se propone en el estudio de la UAB: «Eso no se puede hacer allí, pues a veces se dan periodos de 30 días en los que no puedas acceder al islote». Morirían de hambre y sed.

El técnico desmiente otro de los bulos lanzados por los animalistas: «Las disparamos desde tierra, nunca desde la barca. Con un rifle de balas, basta con andar para que, al pararte para preparar un disparo, el simple cansancio físico, la simple respiración agitada, provoque que falles el tiro. El simple aliento puede causar la fluctuación de varios grados del ángulo de tiro. Un error de un grado de salida provoca que, a 100 metros, la bala se eleve un metro. Cerrar el tiro es muy difícil. No me quiero ni imaginar hacerlo desde el mar. Ni me planteo disparar con un rifle desde una lancha».

En 2016, dispararon «desde relativamente cerca, unos 30 o 40 metros, con una efectividad buena, y hasta desde 150 o 200 metros». Con la munición que utilizaron, «150 metros era uno tiro bueno, seguro».

No apto para perros

Y, afirma, «siempre» comprobaron que el animal había fallecido. Sus cuerpos «se quedaban allí «porque si es difícil sacar un animal vivo, también lo es extraerlo muerto. En es Vedrà ya había muchísimas cabras muertas. Encuentras sus huesos por todos los lados. No fue más que acelerar un proceso que había pasado durante años». En Tramuntana, donde las controlan de idéntica manera, tampoco se recogen los cadáveres.

La orografía del islote es tan complicada que nunca se han planteado trabajar allí con perros, aunque los tienen adiestrados en Mallorca, donde los usan habitualmente. A juicio del técnico, no tiene sentido capturarlas vivas: «No puedo meter en la ecuación el número de manifestantes animalistas ni los votos ni las opiniones de los políticos. Ni es Vedrà es por eso más plano ni las cabras serán más dóciles. Siempre entra en mi ecuación la seguridad de los técnicos. Si hay riesgo no controlable, no se actúa».