La operación para desencallar el ´Harmonya´, que se embarrancó en la playa de es Caló des Moro hace dos semanas, tras ser devastado por las llamas, fue un suplicio, aunque, al final, no tanto como el que han sufrido los empresarios de la zona durante los últimos 16 días. Más de once horas tardó la empresa contratada por el armador del buque, a través de la compañía aseguradora, para sacar el barco de es Caló des Moro y poner rumbo a Vinaròs, en Castellón, cuando inicialmente se había previsto que la maniobra podía durar cuatro horas como mucho.

A las ocho de la mañana se iniciaron los preparativos para enganchar el ´Harmonya´ al remolcador. Sobre las 11.30 horas, tras la llegada de una lancha de la Guardia Civil, se inició el primer intento para mover el casco. Pese al rugido de hierro que emitió el barco, tras el primer tirón del cable, y que causó algún sobresalto ante el más de un centenar de curiosos que desde el paseo y las terrazas seguían la maniobra, la mayoría con el móvil en la mano, el buque, hundido en la arena, no se movió ni un centímetro. El remolcador tiró del pesado barco desde diversos ángulos, pero no hubo manera. «No puede, hay que reflotarlo primero. No lo sacarán tirando», compartía un jubilado valenciano. «Esto es un show. Lo que no se ve en Sant Antoni, ya no se verá en otra parte», aseguraba, incrédulo, un residente.

Ante la resistencia del ´Harmonya´ por abandonar es Caló des Moro, se decidió abortar la operación y quitar lastre, con el vaciado de los depósitos de combustible que estaban repletos de agua de mar. Se desplazó un camión cuba para vaciar las tripas del barco.

Una grúa iza el velero

Mientras tanto, una empresa de desguace de la isla procedió a la retirada del velero que el pasado día 16 se vio afectado por las llamas del ´Harmonya´ y que también estaba varado en la orilla. Con ciertas dificultades, una excavadora partió el casco en dos para facilitar el trabajo de la grúa. Posteriormente, se llevó a cabo la limpieza en profundidad de la playa para eliminar cualquier resto de la embarcación. Los operarios instalaron una barrera de contención en el agua para evitar que los residuos pudieran adentrarse en el mar.

Por la tarde, sobre las 16.30 horas se procedió al segundo intento por desencallar la quilla del barco, que, más ligero de peso, se movió un poco, pero no lo suficiente para iniciar el viaje a Castellón, donde se procederá a su desguace. Había que quitar más carga, por lo que se procedió de nuevo a sacar más agua de los depósitos. Sobre las 19 horas, el remolcador volvió a la carga y, tras un tira y afloja de casi media hora, el barco cedió, entre aplausos y vítores de la gente que seguía con atención y suspense la laboriosa operación.

A primera hora de la mañana, la concejala de Gobernación, Aída Alcaraz, ya estaba en el paseo siguiendo los primeros trabajos para preparar el remolque y coordinar con la Policía Local el cierre de un tramo del paseo. Posteriormente, se sumaron el alcalde, José Tur, Cires, el concejal de Obras, Joan Costa, y más tarde, el de Medio Ambiente, Pablo Valdés.

El alcalde explicó que tras la retirada de los restos de las embarcaciones, hoy se procederá a tomar muestras del agua para su análisis. Los resultados pueden tardar entre uno o dos días, según Tur, por lo que la playa no se reabrirá de nuevo a los bañistas hasta mañana o el jueves, en el caso de que se confirme que el agua es apta para el baño.

Los empresarios están que trinan

Los empresarios de la zona están que trinan con las pérdidas que les ha ocasionado el cierre de la playa durante las últimas dos semanas. Daishy Duque, de Golden Buda, calculaba ayer que en las horas de sol, que es cuando realmente se ha resentido el negocio, los ingresos pueden haber bajado «hasta un 60%». «Hace demasiado calor y si la gente no puede tomarse un baño, no viene», apuntaba Duque, quien, no obstante, reconocía que a la hora de la puesta de sol «no se ha notado tanto» el declive del negocio de las últimas dos semanas.

Hasta un 50% «o más» ha perdido en dos semanas, y ya parte de la tercera, la Bodega Guerrero, una tienda enfocada a los usuarios de es Caló des Moro donde se comercializan comidas, bebidas y todo tipo de enseres de playa, como toallas, gafas de buceo, colchonetas o cremas solares. Ana Margarita Medina, que atiende esta comercio, asistía incrédula a los esfuerzos en vano del remolcador para sacar el casco de hierro carbonizado varado en la orilla que ha provocado que la bandera roja haya ondeado ininterrumpidamente en la playa durante los últimos 16 días. «No entiendo por qué no hay otro remolcador si uno no tiene suficiente fuerza», lamentaba.

«Es un desastre total. ¿Por qué no han actuado antes? A los negocios de esta zona nos destroza», criticaba, al tiempo que destacaba que su negocio funciona durante cinco meses y que, al estropicio de las últimas dos semanas, se suma el hecho de que la pasarela de madrea de la playa se sustituyó en pleno mes de junio. «¿No podían hacerlo antes en vez de fastidiarnos a nosotros?», insistía.

Medina aseguró que los empresarios de es Caló des Moro preparan una reclamación económica conjunta que dirigirán contra el Ayuntamiento o la aseguradora del barco varado por las pérdidas que han sufrido sus negocios.