Aunque fueron eslóganes que no salieron de ninguna agencia de publicidad, hicieron fortuna y Fomento del Turismo lo utilizó profusamente desde finales de los años 40 en los carteles y folletos que promocionaban nuestras islas como destino vacacional. Fue Santiago Rusiñol, polifacético personaje que ejerció como periodista, escritor, pintor, coleccionista de obras de arte y antigüedades, amigo como Pla de los adjetivos, quien llamó a Mallorca isla de la calma y a Ibiza isla blanca. Menorca y Formentera quedaron al margen de sus florilegios y se notó. La pequeña pitiusa conocería con cierto retraso el turismo de masas -bien entrados los años 70- y Menorca no lo ha conocido todavía. Para el anecdotario local cabe decir que Rusiñol tuvo la inspiración de los tópicos lemas en nuestra isla, a la que llegó a finales de agosto de 1912, invitado por el dibujante ibicenco José Costa Ferrer, Picarol, que, conociendo su debilidad por la arqueología, le habló de nuestros yacimientos.

En ´Ibiza y Formentera, ayer y hoy´, Antoni Planells Ferrer habla de un viaje anterior, el 1909, en el que Rusiñol ya habría excavado en las fincas de Can Xico Roig y en es Porxet, aunque es una visita que no confirman otras fuentes y que ni tan siquiera conocen los actuales depositarios de su legado. Lo que está fuera de toda duda es que Rusiñol estuvo varias veces en Ibiza a partir de 1912 y que durante 2 años excavó en el Puig des Molins, es Cuyeram, s´Illa Plana y en algún otro enclave rural sin especificar. Cabe decir que, en aquellos días, los yacimientos no despertaban ningún interés en la población local.

Lo que de ellos salía eran coses de moros y tenían lo de cavar en las tumbas, por así decirlo, como una extravagancia. El caso es que Rusiñol excavó sin la autorización que daba el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, permiso que, por ejemplo, si había obtenido años antes don Antonio Vives Escudero, académico de número de la Real Academia de Historia.

El caso es que de aquellas incursiones de Rusiñol y Picarol -que tuvieron que hacerse con conocimiento de don Carlos Román Ferrer- en el Puig des Molins, es Cuyeram y s´Illa Plana, son todas las piezas, -terracotas, lucernas, cuencos, escarabeos, cerámicas, amuletos, ungüentarios, monedas etc- que Rusiñol arrambló de matute y pasaron a engrosar la variopinta muestra que expuso en su residencia, actual Museo Cau Ferrat de Sitges. En cierta manera, sorprende que tales excavaciones pudieran hacerse sin denuncias, porque me consta que don Antonio Vives interpuso pleito el 1913 contra don Carlos Román Ferrer sobre el derecho a excavar la Necrópolis, litigio que ganó, percibiendo 125.000 pesetas de indemnización y consiguiendo la paralización de los trabajos de don Carlos Román.

225 piezas

Dicho esto y dado que sobre el acopio arqueológico que Rusiñol hizo en Ibiza se han vertido informaciones en extremo exageradas -el libro citado de Antoni Planells Ferrer (pag 471) habla de más de 1.000 piezas ebusitanas-, conviene hacer algunas precisiones. A través de Elisenda Casanova, tècnic de documentació dels museus de Sitges, he podido constatar que las piezas procedentes de Ibiza son, exactamente, 225: 162 de vidrio y 43 de cerámica y metal, procedentes del Puig des Molins; 13 de cerámica y metal, conseguidas en la Cova des Culleram; 5 de cerámica y metal procedentes de s´Illa Plana y 2, también de cerámica y metal, de yacimientos no confirmados. Esto es lo que hay.

Fue también a partir de su visita el 1912 cuando Rusiñol aprovechó para escribir algunas gacetillas sobre nuestra isla. Una de ellas, teñida del preciosismo que en la época se utilizaba, la publicó Diario de Ibiza el mes de noviembre de aquel año con el título de ´Impressions´. En ella elogia con vehemencia nuestro obsesivo enjalbiego: «Ibiza guarda la roba que es va posar en les esposalles: una blancor nupcial, una blancor de paisatge d´una puresa inmaculada. (?) De sobte, com si us tiressin un raig de llum a la vista, us posen a davant vostre una faldada de cases, de tan nítida blancor, que sembla que us obrin els ulls a una harmonia desconeguda. Ibiza, com els gira-sols, les enfila amunt, les cases, les unes damunt de les altres, como si es pugessin a coll per a mirar totes a la claror. I la blancor que es veu a l´entrar-hi n´és tant, de blanca, i tant, de lluminosa, que tots els pobles que recordeu sembla que visquin a les fosques».

Algunos de aquellos textos vieron la luz el 1913 en el espacio que Rusiñol tenía reservado como ´Glossari´ en La Esquella de la Torratxa y en los solía firmar como Xarau. Concretamente, el 28 de febrero de 1913 publica ´Iviça´, el 7 de marzo ´La badía´, el 14 de marzo ´L´Illa interior´, el 21 de marzo ´Els escavadors´, el 4 de abril ´Els murs d´Iviça´, el 18 de abril ´Els ivicencs´, y cerrando la serie de textos subtitulados ´L´Illa blanca´ y dedicados a Ibiza, el 18 de julio publicó ´Catalans a Iviça´.