'La escuela no es para ti: el rol de los centros educativos en el abandono escolar' es el título de la conferencia que la investigadora y doctora en Sociología Aina Tarabini pronunció ayer con motivo de las jornadas 'Parlem d'Educació', que organizan el Centre de Professorat d'Eivissa y la Associació Professional de Docents d'Eivissa. Tarabini dice que los docentes tienen que formarse en temas de desigualdad para ser capaces de identificar estereotipos e incide en la responsabilidad que tienen «en las posibilidades de éxito, fracaso o abandono» de sus estudiantes.

¿Cuáles son las principales causas que explican el abandono escolar prematuro?

El tema del abandono escolar es multidimensional, no se explica por un único factor y en él intervienen elementos de tipo laboral, familiar, personal y escolar. En mi investigación he intentado poner de manifiesto esos factores de tipo escolar; resaltar que el mercado de trabajo, la estructura productiva, lo explica, pero que no es suficiente ya que pasan cosas a nivel de sistema educativo, de relaciones entre profesorado y alumnado y de modelos curriculares, que indican por qué determinados grupos sociales están más o menos vinculados con su proceso educativo.

Un artículo suyo recogía que el perfil de quienes abandonan el sistema educativo es el de un chico, de un nivel socioeconómico bajo, extranjero y que pertenece a una minoría étnica.

Efectivamente.

¿Por qué?

La desigualdad por clase, género y por etnicidad no se da sólo en el abandono, sino en todos los indicadores de repetición, graduación, de transiciones educativas... Nuestro sistema educativo aún no es suficientemente capaz de dar respuesta a los diferentes perfiles sociales de alumnos y de familias y éste es un elemento muy importante. Entonces la pregunta es de qué manera nuestro sistema compensa la desigualdad de partida o, por el contrario, la reproduce.

¿Y de qué manera la reproduce el sistema esa desigualdad?

Hay múltiples mecanismos más o menos visibles y explícitos. Uno muy claro son los patrones curriculares. Hace muchos años que se pone sobre la mesa que no sólo el currículum escrito en el libro de texto sino todo el conocimiento que se supone válido y legítimo en la escuela no es neutral en términos de clase social ni de etnicidad ni de raza.

¿Puede poner un ejemplo?

Nuestro sistema educativo está mucho más marcado por el conocimiento intelectual que por el manual. Éste último, en la mayoría de casos y sobre todo en Secundaria, se utiliza sólo para aquellos alumnos que no llegan al nivel. Y ese conocimiento intelectual y manual no se distribuye aleatoriamente entre las clases sociales. Éste es un ejemplo explica por qué algunos alumnos que se sienten más o menos cerca de lo que se hace en la escuela.

¿Qué otros mecanismos también reproducen la desigualdad que comenta?

Los de participación escuela-familia. Pero no sólo en los canales oficiales sino en la relación cotidiana de trabajo, apoyo y comunicación entre profesorado y familia. Aquí hay un elemento clarísimo de cómo el capital cultural de familias de mayor posición social penetra y se reproduce en el espacio educativo. Y también en la composición social de los centros seguimos teniendo un sistema muy segregado, con escuelas en que la mayoría de alumnos son de clase media y otras donde pasa todo lo contrario. Esto explica diferentes niveles educativos, diferentes exigencias curriculares, etcétera.

¿Cómo se puede atajar esta situación?

Estos datos y estas dinámicas lo que ponen de manifiesto es que hay espacio para la política educativa y, en principio, esto es una buena noticia porque si todo se explicara por elementos externos no podríamos hacer nada.

¿Y qué se puede hacer?

Un elemento muy importante son los docentes. Las políticas y las reformas no se aplican en medio de la nada; deben ser interpretadas y reinterpretadas por los docentes. Entonces, hay un espacio de intervención muy importante en la formación docente -tanto la inicial y como cuando están trabajando- pues necesitan formarse en temas de desigualdad, ser capaces de identificar estereotipos, porque mucha investigación apunta a que sus expectativas están marcadas por el origen social de los alumnos. Y es muy importante incidir en sus condiciones de trabajo: si cambian de centro constantemente y tienen una situación de precariedad laboral súper elevada, es imposible construir proyectos. Por tanto, no todo pasa por los docentes, pero son muy importantes.

¿Qué otras medidas tienen que aplicarse?

En nuestro país, el Bachillerato y la Formación Profesional (FP) siguen teniendo un prestigio radicalmente distinto y una financiación y provisión pública que no tienen nada que ver. Todos los centros públicos ofrecen Bachillerato, pero no FP y si bien ésta ha crecido mucho en algunos sectores, o entras en la privada o no tienes plaza. Entonces, la oferta educativa post obligatoria es importantísima.

¿Alguna más?

Replantear y repensar la lógica de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) para avanzar hacia un modelo más personalizado de aprender y enseñar. La ESO continúa siendo muy uniformizadora; atiende la diversidad de forma casi siempre excepcional. Y a nivel de estructura, nuestro sistema está infrafinanciado; hace falta aumentar la inversión porque sin recursos no se puede hacer nada.

¿Es demasiada la presión que hay sobre los docentes en el tema del abandono escolar?

Sí. Es importante diferenciar entre dos conceptos: una cosa es responsabilización y otra muy distinta, culpabilización. La primera responsabilidad por la equidad educativa es de la Administración, pero la segunda, de los equipos docentes. No por culparlos, pero sí tienen responsabilidad en las posibilidades de éxito, fracaso y abandono de sus alumnos porque generan oportunidades o las cierran. Sí que el nivel de presión es muy elevado, pero muchas veces los docentes no tienen las condiciones laborales, profesionales o formativas para hacer lo que se les pide.

¿Es posible hacer una escuela más atractiva para niños y adolecentes? ¿Influye esto en el abandono escolar?

Éste es un tema muy importante. Al mirar cómo funcionan los centros de Primaria y Secundaria vemos que a medida que aumenta el nivel, el sistema se vuelve más academicista, en el sentido negativo de la palabra. Cuanto más se avanza, menos se trabaja por proyectos y más sentado, con libro de texto, de forma muy transmisiva. Yo creo que transformar el sistema educativo para hacerlo más atractivo pasa por aquí también.

Porque...

En nuestra investigación vemos que los chavales que abandonan lo que ponen sobre la mesa no es el estímulo del mercado laboral, sino el aburrimiento que vivían en el sistema educativo: 'Me aburro, no sé para qué sirve y no me siento vinculado'. Entonces, tenemos que ver cómo generamos un sistema en el que se pueda aprender desde el gusto y no desde la tortura. Esto es muy importante porque, más allá de los que abandonan, hay muchos jóvenes que no lo hacen, pero que se aburren de manera soberana durante su paso por la ESO. Y bueno, no sé si nos podemos permitir un sistema en el que nuestros jóvenes se estén aburriendo cotidianamente.

¿Por qué Balears tiene uno de los peores datos de abandono escolar del conjunto del estado?

Para entender el abismo de datos entre diferentes comunidades, el mercado de trabajo es muy importante. Comunidades con sector turístico importante han tenido durante mucho tiempo un mercado de trabajo que premiaba la baja cualificación, por decirlo de alguna manera. Entonces, en Balears se explica por la precariedad del mercado de trabajo en algunos sectores como el turístico. Después, también hay que ver cómo las diferentes comunidades gestionan su política educativa, que es un tema muy relevante.

Porque tienen autonomía total para decidir al respecto.

Absolutamente. Las comunidades autónomas no pueden cambiar la obligatoriedad o estructura del sistema, eso lo marca la ley educativa general. Pero invertir más o menos en Formación Profesional, en la provisión de centros o en las condiciones para acceder a los centros, por ejemplo, lo deciden ellas, pues la competencia en educación está descentralizada.

Habla de la Administración, el sistema educativo y los docentes. Pero las familias, ¿qué papel deben jugar para intentar frenar el abandono escolar?

La familia es muy relevante, pero está condicionada por la desigualdad que comentaba antes. La forma en que la escuela se relaciona con la familia, con fantásticas excepciones, sigue estando muy pensada desde la lógica de que la primera tiene la información y es la depositaria del saber y la segunda es llamada en momentos específicos para consultarle cosas. Muchas familias sienten que no pertenecen y no saben cómo aportar al espacio escolar, y en Secundaria es todavía más importante. Entonces, por una parte, hay que buscar el mecanismo para aproximar la institución escolar y la familiar.

¿Y algo más?

Por otra parte, la incidencia del capital cultural tiene un peso muy grande. La escuela tiene que abrirse para naturalizar y normalizar que hay diferentes formas de relación y que unas no son mejores que otras. A menudo, la falta de participación de la clase trabajadora se explica como falta de interés y una cosa no coincide necesariamente con la otra. A lo mejor no participo porque no me interesa, pero a lo mejor no lo hago porque no me siento llamada o no tengo tiempo. Las asociaciones que se hacen entre el objetivo, que es ir, y lo subjetivo, que es por qué voy o no, a veces caen en discursos deficitarios que no cuestionan a la institución escolar, sólo a la familia: no se interesan, no valoran. Y yo no he conocido a familia alguna que no valore la educación de sus hijos. La familia es esencial, pero aparte de mirar los capitales que tienen las familias fuera de la escuela, hay que ver cómo se les da cabida y espacio de legitimidad.