Numerosos ejemplares jóvenes de virot ( Puffinus mauretanicus o pardela balear) abandonan estos días sus nidos, situados en oscuras cuevas de los islotes, y emprenden decididamente el vuelo. Es la primera vez que lo hacen y, en muchos casos, la última, pues la iluminación de las zonas turísticas y de las urbes desorienta a esas frágiles y delicadas criaturas, que se encuentran en serio peligro de extinción.

De ahí que, como cada año, Iniciativa de Recerca de la Biodiversitat de les Illes (IRBI) haya iniciado una campaña para rescatar aquellas que, deslumbradas, caigan estos días en las áreas urbanas, donde pueden perecer por cansancio, atacadas por perros o gatos o atropelladas.

En caso de encontrar una pardela hay que avisar al 112. IRBI aconseja cogerlas con una tela (y tapar con ella sus ojos, para calmarlas), tener cuidado con su pico, meterlas en una caja de cartón ventilada y depositarlas en un lugar tranquilo hasta que sean recogidas por un agente de Medio Ambiente. No hay que darles de comer ni de beber.

En el año 2014 fueron recogidos tres virots en las Pitiusas (uno en es Caló de Sant Josep, otro en Sant Antoni y un tercero en es Caló des Morts, en Formentera), según los datos facilitados por David García, naturalista de IRBI experto en estas aves. En 2015 no se recogió ninguna, mientras en 2016 se halló un ejemplar en Cala de Bou (Sant Josep).

García ruega que se concrete el lugar donde sean halladas y si están anilladas, pues de esa manera se conoce el islote de donde proceden. Para esas aves, el primer vuelo es traumático: salen de la oscuridad de la caverna en la que han habitado durante semanas y, de noche, inician sus primeros aleteos. Pantallas gigantes de luces led como la que hay en Platja d'en Bossa facilitan la desorientación de estas delicadas aves.