Del mismo modo que el Noé bíblico reunió en su arca a una pareja de todos los animales de la Tierra para salvarlos del Diluvio, así también el GEN ha reunido en su finca de Can Toni d´en Jaume Negre un par de ejemplares de cada una de las 20 variedades de higuera que se conservan en las Pitiusas. El objetivo de esta iniciativa es poner a salvo un patrimonio agrícola antes de que empiece a desaparecer, pues numerosas variedades -tanto vegetales como animales- que sobrevivieron durante siglos en nuestras islas están extinguiéndose en la actualidad, víctimas del abandono del campo y del divorcio entre la sociedad y el medio natural.

El responsable de la finca que el GEN gestiona en régimen de custodia, Mariano Marí, ha sido el impulsor de un proyecto que empezó con una investigación sobre las variedades que actualmente se encuentran en Ibiza y Formentera, su localización y el estado de los árboles. Acto seguido, se procedió a recopilar esquejes procedentes de árboles sanos de cada variedad y a plantarlos, a partir de febrero de 2013, en la finca, en un recinto donde cada una de las higueras está señalizada con su nombre en una teja clavada en el suelo. En 2014 se hizo una segunda siembra, completando el repertorio de este banco de árboles.

De este modo, los higos oriola, bordissot, albocor, julia, verdal o alcúdia, entre otras hasta totalizar veinte clases, están ya creciendo en esta finca y dentro de poco darán ya sus frutos y estarán incluso en condiciones de proporcionar ramas para, a su vez, plantarlas y que den nuevos árboles.

«Plantar una higuera es fácil. Basta coger una rama de dos o tres años y plantarla en un hoyo profundo, de un metro de profundidad y de lado. No tardan más de cuatro años en dar los primeros higos», señala Mariano Marí.

En realidad, el número de variedades que crecen en Ibiza es de 19, aunque la número 20 incluida en el recinto del GEN procede de Formentera, dado que no se encuentra en la mayor de las Pitiusas. Se trata de la cameta, que fue obtenida en una finca de ses Clotades, en Formentera.

Una de las personas que también interviene de forma decisiva en este proyecto es el experto en todo lo relacionado con el mundo rural pitiuso Vicent Marí, Palermet. Según afirma, no se tiene conocimiento de que en las últimas décadas se haya extinguido ninguna variedad de esta especie en Eivissa, si bien su explotación prácticamente se ha abandonado, hasta el punto de que, habiendo tantas higueras en la isla, prácticamente todos los higos secos que se venden en supermercados y tiendas de ultramarinos de Eivissa proceden de Turquía.

Vicent Marí afirma que las más abundantes en toda la isla son la albocor, la oriola, la verdal y la blanca. En cambio, las más minoritarias -con «poquísimos ejemplares»- son la blanca hivernesca, la alcudia, la blanca coa y la lloral. Sin embargo, el motivo por el que estas últimas tienen una presencia testimonial no es ningún misterio: «Su calidad no es ninguna maravilla», afirma Palermet, quien señala que, precisamente, las más sabrosas son las más abundantes y por ello se sembraban en mayor cantidad. «Las tres reinas son la oriola, la verdal y la blanca», destaca.

Diecisiete de las diecinueve variedades de higos que ha recuperado el GEN en su finca.

La madera de la higuera

Palermet recuerda que, aparte del consumo humano, los higos han tenido en Eivissa usos en diversos ámbitos del mundo tradicional. Aparte de elaborar higos secos y xereques (que se hacen con figa flor, que salen a finales de junio y las dan las variedades albocor, rojal y porral), también se emplea la madera de su tronco. Concretamente, la que más se usa es la madera de la martinenca, que por su ligereza y robustez se empleaba para construir ataúdes, bancos o tornos para sacar los llaüts del mar, explica Vicent Marí.

Palermet también indica que el nombre de las higueras cambia según el lugar de la isla donde se encuentren, y, así, mientras que a la porral se la llama de este modo en el sur de Ibiza, en el norte de la conoce como sana. El pic de morena se denomina en el norte sarrona y la morada se llama en la parte septentrional morisca.

Como curiosidad, explica que entre todas las variedades existentes en Ibiza, la más resistente al abandono es la julia, «pues cuando se abandona un figueral, las que más aguantan sin morir son las julia». En todo caso, la higuera es un árbol «muy resistente» en general, puesto que «este verano ha habido una sequía bastante importante en el campo y las higueras ni se han enterado; tienen una facilidad de adaptación al ambiente tremenda», señala.

El objetivo de este banco de higueras es, según Mariano Marí, «fomentar la biodiversidad y la agricultura ecológica, además de dar prioridad al trabajo con razas autóctonas y las variedades locales, así como la educación ambiental y la formación profesional». Pero la finca de Can Toni d´en Jaume Negre quiere convertirse en el futuro «en un foco de distribución de higueras entre las fincas que estén interesadas», señala Marí. Deberá esperarse unos años, puesto que «si se pidieran muchas ramas de los ejemplares que tenemos ahora plantados, nos quedaríamos sin higueras enseguida», señaló.

Pero el GEN, en vista del buen resultado que está cosechando, ya tiene sus ojos puestos en otras especies para crear más bancos de variedades. En concreto, el olivo ya tiene un proyecto muy avanzado, y luego seguirán el almendro y la vid. El propósito es evitar la desaparición de un patrimonio agrícola y también cultural cada vez más sumido en el abandono.