Corría el año 2.000 cuando se habló por primera vez de conectar entre sí las potabilizadoras de agua de Ibiza, incluso de un consorcio insular que gestionara este recurso. La iniciativa debía estudiarla una comisión del Ministerio de Medio Ambiente, según informaba Diario de Ibiza en diciembre de aquel año, en un trabajo que se coordinaria desde el Govern.

El proyecto quedó huérfano hasta que lo adoptó como propio Margalida Rosselló, la consellera de Medio Ambiente del primer Govern de Francesc Antic. Incluso dio los primeros pasos y tendió los primeros 30 kilómetros de tuberías para unir, en 2003, las potabilizadoras de Sant Antoni y Vila.

Tendrían que pasar algunos años más para que el Consejo de Ministros aprobara en abril de 2008 el compromiso de destinar 13,5 millones a completar la red para llevar el agua desalada también hasta Sant Joan y Sant Josep. Más adelante se incluyó la conexión con la planta de Santa Eulària. En enero de 2009 se adjudicó el proyecto que luego quedó interrumpido. Si nada se tuerce, casi 16 años después de que se empezara a hablar del anillo de interconexión de las desaladoras, este será una realidad.