La pequeña playa de Benirràs (Sant Joan) tiene sólo 130 metros de longitud (frente a los 760 de Talamanca o los 180 de Cala Llonga, a modo de ejemplo). Su superficie útil de playa (zona de arena) es de unos 5.000 metros cuadrados. Sobre tan exiguo territorio se agolpan todos los domingos, en el mismo momento, más de 3.000 personas con motivo de la célebre Fiesta de los Tambores, que tiene lugar ese día en verano para contemplar la puesta del Sol. Eso supone que hay una persona cada 1,6 metros cuadrados de media en dicha playa, convirtiéndose así, seguramente, en la más masificada de Ibiza.

También es Benirràs la playa que bate todos los récords de coches aparcados en sus inmediaciones: 970 contabilizó este diario anteayer a las nueve de la noche, momento de máxima asistencia de turistas a la Fiesta de los Tambores. Extensas áreas rústicas de los alrededores, situadas a ambos lados del torrente que desemboca en la playa, son las zonas que propietarios de Benirràs han habilitado para estacionar esta avalancha de coches. En las entradas a estas explanadas existen personas que cobran tres euros a cada coche por aparcar en ellas. Se trata en todos los casos de terrenos calificados como suelo rústico e, incluso, dominio público de zona de torrentes.

Estos 970 coches, sin embargo, no incluyen los que acuden a Benirràs a lo largo del resto del día, sino exclusivamente los que coinciden al mismo tiempo para presenciar la puesta de sol. Es entre las siete de la tarde y las diez de la noche cuando se produce la máxima afluencia de visitantes y vehículos.

El problema de masificación se agrava por la ausencia de servicio de autobús, pese a que el Ayuntamiento así lo había anunciado para ordenar el acceso a la playa y disminuir la congestión que se produce en su entorno.

Del mismo modo que no hay autobús, tampoco se aprecia en la zona la existencia de ningún servicio de emergencia o de socorro para atender posibles accidentes o lesiones que requieran una evacuación urgente.

En las horas de mayor afluencia, este diario sólo observó la fugaz presencia de una pareja de la Policía Local. El control y atención de los más de 3.000 asistentes a la Fiesta de los Tambores queda en manos exclusivamente de tres vigilantes privados (dos en la playa y uno para todas las zonas de aparcamiento), que de todos modos se marchan a las doce de la noche.

Fuego al borde del bosque

Aunque la venta ambulante está prohibida y así lo indican unos carteles del Ayuntamiento, al menos dos personas se dedicaban a vender latas de cerveza a los viandantes.

Sin embargo, la infracción más grave que se produce durante las jornadas dominicales en Benirràs es el encendido de fuego a sólo 20 metros del bosque, lo cual está terminantemente prohibido por la legislación contraincendios.

Este hecho, según comprobó este periódico, se produce alrededor de las 22 horas frente a un beach club de la zona, una vez que ha terminado el retumbar de tambores en el otro extremo de la playa, coincidiendo con la puesta del sol bajo el horizonte. Es entonces cuando unos artistas ejecutan un número usando elementos con fuego, y con varias fogatas encendidas sobre la arena. Para terminar, encienden un artefacto pirotécnico que desprende numerosas chispas al borde mismo de los pinares que hay en ese lugar, y donde ya se originó un grave incendio forestal en 2010.

Por otra parte, es evidente que los cubos de basura que se colocan en la playa cada 50 metros son insuficientes, pues a la puesta de sol ya están rodeados de bolsas que no caben en ellos y pilas de cajas de pizza, botellas y otros envases.

Actuación del alcalde

El alcalde de Sant Joan, Antoni Marí, al ser preguntado ayer sobre la situación que se produce en esta playa, afirmó: «En Benirràs hacemos lo mismo que hacemos en otras playas», aunque añadió que la Policía Local «dedica una atención especial los domingos a Benirràs, más que a ningún otro sitio». En todo caso, admitió que «no están al cien por ciento» en esta playa los días de la Fiesta de los Tambores.

A la pregunta de por qué no hay ningún vehículo de emergencia en un lugar con tanta concurrencia y tan aislado, respondió: «Por la misma regla de tres, ¿por qué no hay uno en Portinatx, en sa Cala o en el Port de Sant Miquel?». En todo caso, recalcó que el Ayuntamiento «ha conseguido que haya una ambulancia en el centro del municipio, en un punto equidistante de todas las calas, lo cual ha sido un éxito».

En cuanto a la realización de espectáculos con fuego durante la temporada de máximo riesgo de incendio, admitió que esta actividad está prohibida, pero aseguró ignorar que se esté produciendo en la actualidad. En cualquier caso, «se han puesto multas fuertes por este tema», recordó.

Sobre la falta de autobús que ayude a descongestionar el tráfico que sufre Benirràs, el alcalde dijo desconocer por qué no se ha puesto en marcha este verano, aunque afirmó: «Hasta ahora se han ido colocando los coches», por lo que consideró que, «seguramente, no ha hecho falta» el autobús.

El domingo por la noche, un grupo de 30 personas, la mitad de ellas, niños de corta edad, esperaban en el acceso a Benirràs la llegada de un taxi para poder abandonar el lugar.

La avalancha humana que llega a la playa todos los domingos atraída por la mística creada en torno a la puesta de sol está compuesta por personas de todo tipo: desde grupos de jóvenes estudiantes españoles hasta familias completas y parejas.

Algunos de los asistentes expresaban al llegar a Benirràs su sorpresa por la masificación del lugar: «No pensaba que esto estuviera tan petado de gente y de coches. Creía que sería algo más bucólico, en plan cala desierta», iba comentando una joven vasca con sus amigas mientras acarreaban una nevera portátil.

La presencia de grupos de personas continúa en la playa durante toda la noche y hasta la madrugada. Por la mañana, un servicio especial de limpieza retira los numerosos residuos que han dejado los visitantes.