Las sospechas que desde hace años tenían los científicos respecto a la principal fuente de alimentación de las culebras de herradura (Hemorrhois hippocrepis), una especie invasora que se extiende inexorablemente por Ibiza, se acaban de confirmar: el 57% de sus presas son lagartijas pitiusas, las endémicas Podarcis pityusensis, según se indica en el resumen preliminar de un estudio sobre la dieta de ese reptil que ha sido elaborado por Elba Montes Vadillo, técnica de la conselleria ibicenca de Medio Ambiente, por Juan Manuel Pleguezuelos Gómez, catedrático de Zoología de la Universidad de Granada y presidente de la Asociación Herpetológica Española, y por Arlo Hinckley, zoólogo que realiza su tesis en la Estación Biológica de Doñana.

Para el informe sobre la dieta de la Hemorrhois hippocrepis se investigó el contenido digestivo de 248 ejemplares de esa especie -la que más abunda y ha proliferado en Ibiza, más que la de escalera (Rhinechis scalaris)- capturados entre los años 2013 y 2015. De todos ellos se pudo encontrar «contenido identificable», tanto estomacal como intestinal, en 54 ejemplares. En algunos casos «contenían más de una presa», se explica en el trabajo, de manera que en sus aparatos digestivos contabilizaron hasta 69 restos de diferentes animales.

De esas 69 presas, 39 eran lagartijas pitiusas. Es decir, el 57% de la dieta de esas culebras de herradura estaba formado por Podarcis pityusensis, su plato favorito. Los 30 animales restantes (el 43% del total hallado en sus aparatos digestivos) eran muy diversos: pollos de mirlo común (Turdus merula), salamanquesa común (Tarentola mauritanica), salamanquesa rosada (Hemidactylus turcicus), ratón de campo (Apodemus sylvaticus), ratón doméstico (Mus musculus) y rata campestre (Rattus rattus).

Preocupante «focalización»

La ambientóloga Elba Montes señala en ese estudio que a pesar de que la serpiente de herradura tiene capacidad para depredar otras especies que son consideradas plagas, como los roedores, «es preocupante su focalización hacia nuestra lagartija endémica». Montes recalca que si no se acometen medidas para impedir que siga proliferando ese reptil en la isla -como el control exhaustivo de la importación de olivos, en cuyas raíces y troncos llegan ocultas o pueden incluso contener puestas de sus huevos- «podría pasar como en Mallorca, donde ya no hay lagartijas». Aunque no se ha constatado, la comunidad científica sostiene que «hay una correlación significativa» entre la presencia de serpientes y la desaparición de la lagartija en esa isla.

Una de las principales preocupaciones de los autores de este informe es el daño que las culebras de herradura podrían causar si llegaran a colonizar los islotes de las Reservas Naturales, donde ya se halló la muda de un ejemplar, aunque no se ha comprobado su presencia y ese resto podría haber llegado de muchas maneras hasta el islote de s´Espartar (incluso empujado por el viento). Ese miedo aumentó el pasado verano cuando se tuvo noticia de que se había avistado una culebra de herradura nadando a dos millas de la costa mallorquina, frente a es Capdepera. Aunque se ignora cómo pudo llegar hasta mar abierto, se comprobó su gran capacidad para nadar y, por tanto, de alcanzar territorios como los Illots de Ponent, relativamente cercanos a la isla de Ibiza.

La autora del estudio -aún en fase de elaboración pero del que posiblemente en las próximas semanas se extraerán conclusiones más precisas- advierte, tal como ya se indicaba en el proyecto piloto de control de ofidios del año 2014, su preocupación ante la posible predación de polladas de aves endémicas como la curruca balear o la pardela balear. Montes teme la llegada de las culebras de herradura a los islotes donde esas aves anidan, como el virot (Puffinus mauretanicus), en peligro de extinción según el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas: «El hecho de que sean capaces de comer un pollo de mirlo significa que también podrían depredar las crías de la curruca balear o de la pardela», avisa.