- ¿Qué es la Oficina de Defensa de los Derechos del Menor?

- Es una oficina que forma parte del Govern y vela por que no se vulneren ninguno de los derechos de los menores.

- ¿Cuáles son sus principales funciones?

- Tenemos dos grandes funciones. Por un lado, cualquier ciudadano de Baleares que tenga sospechas de la vulneración de los derechos de un menor o que esté sufriendo una situación así puede contactar con nosotros. Entonces abrimos un expediente, actuamos de oficio e iniciamos una investigación. Y si vemos que ha habido vulneración, redactamos [un informe sobre] lo que tiene que hacer la familia, la persona o la entidad para actuar. Muchas veces hay cosas que acaban en la Fiscalía de Menores, en los servicios de protección de menores del Consell... Depende de lo que haya pasado.

- ¿Y la otra?

- También funcionamos como órgano consultor. Cualquiera que no sepa qué hacer en alguna cuestión concreta [sobre los derechos de los menores] nos pide asesoramiento. Y por otro lado cada año tenemos que rendir cuentas al Parlament y allí nos pueden pedir información sobre cómo está la infancia en Balears, la vulneración de derechos, la protección... Y tenemos que hacer informes de situación. Además, revisamos leyes y estamos obligados a hacer enmiendas relacionadas con algún tema que hable de menores.

- En la memoria de la oficina correspondiente a 2014 se recogía que el 92% de las intervenciones de este servicio se llevaron a cabo en Mallorca. ¿A qué se debe?

- Desde el primer momento a mí este dato no me gustó. Le pedí a la consellera [Fina Santiago] y al Govern la posibilidad de que hubiera cierto equilibrio territorial y ya que es difícil que podamos abrir cuatro sedes en las cuatro islas, que al menos el equipo se pudiera desplazar de manera periódica y que hubiera una mayor accesibilidad. Hay un compromiso, así me lo hizo llegar el Govern y está estipulado en los presupuestos, de tener más presencia en Ibiza y Formentera. Y desde que empecé ya he tenido la oportunidad de estar con el Consell de Ibiza, con los equipos de menores, con el Consell de Formentera, con los concejales de Servicios Sociales de los ayuntamientos y con entidades, que aprovechando el viaje me llamaron para entrevistarme con ellos y hacerme llegar sus reivindicaciones.

- ¿Cree que este servicio es poco conocido en las Pitiusas?

- Sí, sí. Desgraciadamente no se ha hecho un trabajo de sensibilización adecuado y yo creo que hace falta impulsar la labor de la oficina como organismo que vela por los derechos del menor. Esta oficina empezó a funcionar en 1997 y que a día de hoy tengamos que hablar de que se conoce poco es posiblemente porque se ha hecho poco por darla a conocer.

- A mediados de noviembre, con motivo de la presentación de la Semana de la Infancia, dijo que habían detectado un incremento «significativo» del maltrato infantil en Baleares. ¿Se da esto también en las Pitiusas?

- Nosotros manejamos dos tipos de datos: los propios de la oficina y los de la dirección general de Menores y Familia, donde se centralizan todas las comunicaciones de maltrato de Baleares. Analizando los últimos años vimos que ha habido un repunte en Eivissa precisamente de las notificaciones de maltrato infantil. ¿Qué quiere decir? Que posiblemente haya más conciencia y cuando se da una situación de desprotección la gente lo comunica; esto es positivo. Además, es verdad que se pueden recibir muchas notificaciones pero luego los casos que se confirman bajan sustancialmente, porque a lo mejor se investiga y se ve que no era cierto. Pero sí que este repunte se da y es un hecho que preocupa.

- Al hablar de maltrato infantil, ¿a qué se refieren en concreto?

- De varias cosas: maltrato físico, maltrato psicológico, abuso sexual, negligencia de los padres... Todo lo que es una desprotección o negligencia hacia un menor es maltrato. Por ejemplo, un caso de absentismo crónico también se comunica a través de este registro.

- ¿Y por qué creen que se produce este repunte?

- No lo sé. Estamos en ello y es importante, y además la ley así lo exige, que se impulsen todos los mecanismos para notificar cualquier situación de desprotección o maltrato infantil, para lo que hay diferentes canales. A día de hoy existe el registro unificado de maltrato infantil, del que solo se ha impulsado la fase de notificación. Pero tenemos impulsar otras para que se pueda hacer un protocolo del proceso tanto de notificación como de detección, evaluación, tratamiento y seguimiento. Creo que hay mucho trabajo por hacer.

- ¿Sobre qué otros problemas de los niños y adolescentes pitiusos es necesario poner el acento?

- Está la problemática relacionada con el consumo muy temprano de alcohol y hachís. Nosotros como oficina vemos que hay trabajo por hacer, aunque se está haciendo un buen trabajo. Yo he comentado en el Govern que desde Vila se trabaja mucho y muy bien en este sentido y que posiblemente el modelo del Plan Municipal de Drogas sea un referente que pueda llegar a exportarse a todos los municipios de Baleares.

- ¿Algo más?

- También nos pueden preocupar temas de recursos, de necesidades. El repunte específico del tema del maltrato. Y a lo mejor la invisibilidad de... Recibimos muchas quejas de Mallorca vinculadas a violencia entre iguales, de bulling y ciberbulling. Como oficina tenemos que impulsar programas específicos y trabajamos con la conselleria de Educación para poner remedio a esto y dar herramientas a los chavales para que pongan en conocimiento cuando se dé una situación de acoso escolar.

- Mencionaba la falta de recursos. ¿Qué necesidades considera que hay en Ibiza y Formentera?

- Por ejemplo hemos pedido explicaciones del tema de los juzgados, hemos enviado un oficio al director de la clínica médico forense y a la delegada del Gobierno. Cuando hablamos de un menor y de un menor víctima, se tienen que cumplir una serie de estándares de sentido común: instalaciones adecuadas, dotación adecuada. Nos preocupa que no esté cubierta ni la plaza de la psicóloga ni la de trabajadora social y hemos solicitado explicaciones y hemos pedido que se ponga remedio. Aparte, y es genérico, queremos insistir en evitar los procesos de doble y a veces triple victimización de los niños en el ámbito jurídico, el periplo al que se ven sometidos pasando por diferentes sitios y dando explicaciones a uno y a otro. El modelo debe ser el de testimonio único.

- Al margen de los juzgados, ¿qué otras necesidades para la infancia y la adolescencia le han trasladado desde las Pitiusas?

- Una cosa que me reivindicaron es que hace falta impulsar el trabajo y la coordinación entre recursos, el trabajo en red. El descontento, por decirlo de alguna manera, hacia los servicios de protección de menores con los Servicios Sociales en Eivissa es, digamos, alto, y creo que tenemos que impulsar el trabajo en red. Un menor no es de nadie, no es de Servicios Sociales y de protección de menores y si pasa a cometer un delito es del Govern. Son menores de todos. Todos tenemos que formar parte de la solución. Y otro tema histórico es el de los dispositivos de salud mental infanto juvenil en Formentera; nosotros lo notificaremos y nos pondremos en contacto con la conselleria.

- Desde principios de legislatura se habla de la necesidad de trasladar el centro de menores que se encuentra en sa Coma. La consellera Lydia Jurado decía que buscaban un alojamiento más adecuado: integrado en la comunidad, cerca de centros educativos y espacios culturales, deportivos. Usted fue director de este centro, ¿qué opina al respecto?

- Aquí abrimos otro melón. El tema de la protección siempre ha sido el gran olvidado. Los menores con medidas de protección se merecen medidas específicas y creo que hay que desestigmatizar.

- ¿Qué quiere decir?

- Cuando hablamos del centro de menores estamos hablando de un centro de acogimiento residencial para menores que han sufrido situaciones de maltrato, abuso, negligencia. Hablamos de menores víctimas. Posiblemente el problema es que cuando hay un menor desamparado, así lo exige la ley, tiene que ir allí. Eso crea una gran distorsión a los chavales que están ahí como si fuera su casa. Los cambios, las entradas y salidas, los menores detenidos que acaban allí... Desde el punto de vista de proteger a un niño, no puede haber esas interferencias.

- ¿Y qué debe hacerse?

- Yo he hablado con la consellera y no solo se habla de buscar otro centro que cumpla con los estándares de calidad, accesibilidad, instalaciones, dotación..., que a día de hoy el centro de menores de Eivissa no cumple lo que dicen los estándares. Para entendernos, un centro de acogimiento residencial tiene que ser y que seguir los patrones de una organización familiar. Debe ser lo más parecido a una familia. Y muchas veces se mezcla un perfil muy de protección que se merece una segunda oportunidad y perfiles de chavales con problemáticas, que van y vienen, de primera acogida.

- ¿Entonces sería necesario que hubiera dos centros distintos?

- En Ibiza siempre ha habido un [solo] centro, también en Menorca. Pero allí ya están poniendo en marcha un centro de primera acogida separado de lo que viene a ser el acogimiento residencial. En ese centro pueden entrar todos estos chavales, hacerles una valoración y ver cuál es el recurso adecuado para cada uno y que no estén, digamos, interfiriendo en víctimas. Entonces la demanda ya no es solo

buscar un espacio adecuado, que tengo constancia que se está buscando un entorno específico. También es una cuestión informativa: el centro de menores no es un centro de reforma, no es una cárcel de menores. Si se trabaja muy bien eso se puede encontrar un piso acogedor para pocos chicos y separarlos del perfil de chavales con problemáticas a veces acentuadas de drogas o con agresividad.

- Eso facilitaría poder encontrar un espacio sin que hubiera, por ejemplo, quejas vecinales.

- Claro. Es que al final ese perfil que no conoces interfiere mucho en la labor de protección de los otros. Al final todos se merecen ser protegidos, pero esa falta de recursos muchas veces histórica que sufre Ibiza hace que no haya dispositivos adecuados para muchos chavales con problemáticas de trastornos de conducta o patología mental.

- Desde el Servicio de Protección de Menores del Consell hablaban de la necesidad de contar con familias de acogida para que los menores no tengan que ingresar en el centros.

- En los últimos cambios que ha habido [en la ley] se habla mucho de la necesidad de potenciar el acogimiento familiar. A día de hoy no hay familias acogedoras en Ibiza, que es un problema también histórico, para evitar la institucionalización de menores. Es un tema que se tendría que empezar a potenciar. Y también el tema de menores con necesidades especiales. El Govern va a impulsar una estrategia de emancipación y probablemente pondrá remedio a la atención integral a jóvenes extutelados.

- ¿En qué consiste esa estrategia?

- Muchos de los chavales que has protegido durante años salen a los 18 y no se ha hecho ningún trabajo de emancipación ni de favorecer su madurez ni su autonomía personal. Salen sin ningún tipo de competencia. Se les da, hablando mal, una patadita; se acaba su medida de protección y quedan totalmente desamparados, muchos sin ingresos suficientes, sin alojamiento, sin formación. Estás casi condenándolos a que haya discriminación. Desde el Govern se está elaborando una estrategia en cuanto a emancipación y se va a favorecer cierta atención, que puedan tener unos recursos.

- ¿Porque en los centros no se les da la atención que necesitan?

- Un centro de acogimiento residencial debe ser lo más parecido a una casa y lo más normalizado posible. Todo lo que salga fuera de eso no es lo adecuado. Necesitan referentes con los que se puedan vincular y que sean fijos, que no haya rotación de personal continua, y esto sucede en todos los centros de España. Necesitan que se les favorezca y no les pongan problemas a la hora de ser escolarizados pues muchos tienen problemas dentro del ámbito educativo. Se debe tener sensibilidad con ellos. Vamos a estar encima, trabajaremos por todos los menores, pero creo que los tutelados merecen, al ser una infancia en riesgo, que se cumplan sus derechos de acceso a recursos y poder ver satisfechas sus necesidades, no solo formativas, sino de salud, sociales, de tiempo libre.