Mientras una simple bolsa de patatas fritas ´medievales´ valen su peso en oro (las venden a precio de percebes), sumergirse en el gótico solo cuesta un euro. Es el precio del tique para acceder al Museo Diocesano de la catedral, donde se conserva la valiosa custodia de base octogonal creada en 1399 por Francesc Martí. Es la más antigua que hay en España, una joya que, según Francesc Xavier Torres Peters, «ya quisieran en otras catedrales europeas, donde seguro que sería expuesta en una sola sala». Del gótico también son las tablas de Santa Tecla y San Antonio, obras de Francesc Comes, o las tablas de San Matías y Santiago, creadas por Valentí de Montoliu en 1461 y que por «su suntuosidad demuestran que en la Eivissa medieval había poderío». Dentro del Museo Diocesano hay tres excepcionales arcos góticos. Están en la antigua sacristía. En la clave de uno de ellos aparece Santa Tecla, muy importante en esa época en Eivissa ya que era la patrona de Tarragona. En otra clave se ve a San Pedro y en la tercera, la imagen sedente de Santa María. Entre las joyas que conserva el museo se encuentra el relicario de la Santa Espina, de cristal tallado y plata dorada.

Peters recuerda que el Archivo de la Catedral, este cerrado al público, también guarda valiosos documentos y pergaminos que si fueran expuestos darían una visión de la Eivissa medieval muy distinta a la de un gigantesco zoco de quesos, embutidos y hierbas medicinales.