Si Hacienda, tal como acaba de anunciar, se anima a investigar en profundidad la información disponible en Internet para descubrir actividades ocultas, como por ejemplo los alquileres de viviendas turísticas, no le faltará trabajo en Ibiza. Mientras el Consell ha legalizado en torno a los 1.500 inmuebles vacacionales, en la red de redes se ofertan miles más. Un vistazo a solo una docena de webs dispara la oferta a casi 12.000 alojamientos (si bien en algunos casos se repiten), incluidos un tipi indio, tres caravanas, un barco y una casa de piedra casi en ruinas. Wimdu (923 alojamientos), Niumba (527), Homelidays (640), Rentalia (374), Fotocasa (429), Housetrip (341), Airbnb (un millar), Homeaway (2.327), VRBO (2.966), Owners Direct (896) y Holidaylettings (1.443) son algunas de las principales páginas que los turistas visitan para elegir cómo veranear en la isla pagando desde apenas 20 euros (compartiendo habitación) a miles por noche.

La pasada temporada se vivió un boom del alquiler de viviendas que tiene visos de explotar durante la que se aproxima. Existe tal demanda de alojamientos que algunas agencias especializadas se disputan las casas a golpe de talonario. En la parroquia de Sant Jordi se llegaron a pagar 30.000 euros el pasado estío por disponer de un adosado con piscina de tres habitaciones durante cinco meses. Pero por los datos que ofrecía su web, con el alquiler no conseguían amortizar, ni de lejos, lo abonado al propietario, a lo que se añadía el gasto del equipo que se encargaba de la limpieza y de la sustitución de sábanas y toallas cada vez que había un cambio, así como el de las personas que se ocupaban de recoger en el aeropuerto a los inquilinos, darles las llaves y calmarlos a diario para que sus juergas nocturnas no acabaran con una denuncia colectiva del vecindario.

El doble en tres años

El auge del alquiler de viviendas queda reflejado en los datos del Instituto de Estadística Balear (Ibestat): en 2014 contrataron una casa para pasar sus vacaciones 510.446 turistas, el doble que en el año 2011 (entonces fueron 250.697). En esa estadística aparece otro capítulo, denominado «otros», que incluye aquellas respuestas en las que el cuestionado no aclaraba, quizás por temor, dónde se alojaba. El Ibestat cree que engloba a quienes alquilaron casas de manera irregular: en 2011 se contabilizaron 86.367; en 2014 llegaron a ser 303.778 «otros», más del triple.

Si Hacienda investiga en profundidad, seguro que saca buena tajada de la temporada ibicenca. Solo en 2014 el alquiler de viviendas y de los «otros» supusieron 800 de los 2.465 millones de euros del gasto turístico, una tercera parte del total anual. El negocio está en boga: desde el año 2011, cuando esos alquileres generaron 365 millones de euros, se ha multiplicado por dos. Y subiendo.

Cualquier casa que tenga cuatro paredes y un techo parece valer como alojamiento turístico: por 40 euros la noche se oferta una vivienda ibicenca de piedra muy precaria en Airbnb, una ocasión genial para «volver a experimentar la naturaleza», tal como se promociona. Estancia mínima de dos días.

Lo importante, lo que atrae a los turistas, parece ser el ahorro: «Por el 50% del precio de una habitación de hotel», anuncia Housetrip sus «propiedades de vacaciones en Ibiza». Hay casos en los que se demuestra que donde caben dos se meten hasta cuatro o los que quepan: un apartamento en Portinatx de un solo dormitorio «con cuatro plazas» se alquila por 595 euros a la semana en julio y agosto. Sale a 150 euros por cabeza, un chollo para universitarios ávidos de juergas en Ibiza que con tal de reducir gastos convierten los pisos en estivales casas patera y se alimentan a base de chips y cervezas.

Después de las dos, 300€ más

Aunque la inmensa mayoría no están dados de alta y carecen de registro turístico, ofrecen servicios como si fueran hoteles o apartamentos turísticos reglados: «Los precios incluyen agua, luz, ropa de cama, toallas, jabones y limpieza final», se explica en uno de ellos. Durante el verano es habitual ver a parejas de limpiadores -la fregona y el limpiacristales a cuestas- entrar en casas que acaban de ser desalojadas por inquilinos que, tras permanecer solo una semana entre esas cuatro paredes, arrastran sus maletas en dirección al aeropuerto. En Roca Llisa alquilan un piso de tres dormitorios (para «seis plazas») por 555 euros la noche, aunque como lleguen entre las ocho y las 10 de la noche les cargan 50 euros más, 300 euros si se les ocurre aterrizar entre las dos y las tres de la noche.

Algunos parecen alquileres de casa convencionales, pero quedan en evidencia en cuanto advierten de la estancia mínima o desgranan sus servicios: «Desayuno incluido», se ofrece en un piso del paseo de Vara de Rey, donde la noche cuesta 35 euros y los gastos de limpieza salen a 10 euros. La estancia mínima es de una jornada, aunque de junio a agosto hay que pasar dos como mínimo.

Mientras en cualquier reserva de hotel figura el coste de las tasas y del IVA, en la mayoría de las webs de alquiler de casas turísticas no consta que se abone ningún impuesto. Un filón para Hacienda el día en que husmee un poco en Ibiza.