La celebración del XV aniversario de Ibiza como Patrimonio de la Humanidad tiene mucho más que ver con los castells de lo que podría parecer. «No hay que olvidar que los castells fueron declarados en su día Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, lo mismo que el flamenco o el canto de la Sibila», recordaba ayer Antoni Puig, cap de pinya de la colla Els Al·lots de Llevant de Manacor, que ayer hizo las veces de cap de colla como sustituto de la titular, que no se pudo desplazar a Ibiza. Sí lo hicieron un centenar de compañeros que dejaron boquiabiertos a los viandantes de la Marina con sus formaciones verticales.

«Somos un grupo pequeño si se compara con otras colles en las que se pueden juntar 600 personas en un día importante. Nosotros llegamos a unos 160», explicó Puig al terminar el espectáculo, momento en el que estalló una tormenta que obligó a suspender el correfoc de dimonis previsto a continuación, que se aplaza a hoy a las 18 horas en el Portal de ses Taules.

Los espectadores pudieron observar muy de cerca no solo cómo sube la torre sino la intensa preparación que requiere cada una de las formaciones. «Cada persona tiene un papel muy concreto e importante. Y puede no ser la posición que mejor se te da sino la que haga una media mejor para que en la pinya todas las posiciones estén bien equilibradas», añadió Puig, lo que, a su juicio, «trasmite valores relevantes porque te das cuenta de que lo importante es hacer la función que requiere el conjunto. Aunténtico trabajo en equipo», remarcó.

La colla fue haciendo torres a lo largo de la calle Aníbal hasta el Mercat Vell, donde el vicepresidente de la agrupación, Jordi Pedrals, fue dando instrucciones a los castellers, con edades que oscilan desde los cinco años hasta más de 70, para realizar las diferentes formaciones. Así, esta modalidad de ocio tradicional tiene la ventaja de que todos los que quieran participar son aceptados, con independencia de su edad y condición física.

«En la colla pueden comenzar con cuatro años, aunque no comienzan a subir hasta que cumplen cinco. No solo necesitamos que se apunten niños por un motivo técnico, es decir, para subir porque son ligeros, sino para que el grupo crezca y se vaya renovando», explicó Puig, que recordó que la colla se formó en 1996, con lo que ha cumplido ya dieciocho años, «y algunos miembros están desde que se creó, lo que genera unos lazos muy fuertes».

Los espectadores se quedaron sorprendidos al ver que Pedrals llamaba a cada miembro por su nombre para ubicarlo en una posición concreta, en lo que se puede definir como una pequeña obra de arquitectura humana en la que los pilares son las personas.

Récord en ocho alturas

La colla castellera ensaya al menos dos veces por semana. «El número de personas con las que cuentes para la pinya hace que te puedas plantear una u otra altura, te permite hacer una estructura más alta o más baja», añadió Puig. El récord está en ocho alturas, aunque su formación máxima habitual es el ´siete difícil´ o el ´siete y medio´.

Hoy vuelven a actuar a las 11 horas en la Estación Marítima de Formentera.