Bien para variar su dieta o porque son unas sibaritas o quizás forzadas por el hambre, las lechuzas comunes (Tyto alba) que habitan s´Espalmador -situado junto a Formentera- a veces emprenden un peligroso vuelo nocturno desde ese islote hasta Ibiza para atrapar sus presas, según se pone de relieve en el estudio ´Patrones de forrajeo inusuales de la lechuza que vive en los pequeños islotes del archipiélago pitiuso´, que acaba de ser publicado en Folia Zoologica y cuyos autores son el naturalista David García, responsable de Iniciativa de Recerca de Biodiversitat de les Illes (IRBI); Carmen Guerra, del departamento de Biodiversidad y Conservación del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea), y Josep Antoni Alcover, también del Imedea e investigador asociado al departamento de Mamíferos del American Museum of Natural History de Nueva York (EE UU). Ese comportamiento es, según los tres autores, inusual, ya que lo normal es que el territorio de esa ave rapaz se extienda, a lo sumo, en un radio de tres kilómetros. Pero las que viven en s´Espalmador tienen un comportamiento atípico: en primer lugar, porque sobrevuelan el mar; en segundo, porque para poder hacer sus incursiones en la isla principal del archipiélago han de recorrer un mínimo de cinco kilómetros hasta alcanzar sa Torre de ses Portes, el extremo de ses Salines, el territorio más cercano de Ibiza, si bien David García no descarta que se adentren bastante más.

¿Y cómo saben estos investigadores que esas rapaces nocturnas viajan regularmente desde s´Espalmador hasta Ibiza para cazar? Encontraron la prueba de esos desplazamientos singulares en sus egagrópilas (las bolas regurgitadas con restos no digeridos), pues contenían huesos de musarañas (Crocidura pachyura), un pequeño mamífero que no habita en s´Espalmador pero sí en Ibiza. Es más, tampoco los hay en Formentera ni en los islotes cercanos. La ecuación era, pues, fácil de resolver: la única manera que tenían esas lechuzas de zampar musarañas era volar hacia el norte, hasta Ibiza, de noche y en vuelo rasante sobre las olas que baten es Freus.

Sin musarañas en Formentera

En esas incursiones aéreas cazan bastante. Los científicos encontraron pruebas de al menos 30 musarañas ingeridas por las rapaces nocturnas de s´Espalmador. Y no hallaron ninguna en las egagrópilas de las que habitan en Formentera, tanto en s´Estany Pudent como en la Mola. La razón: en la menor de las Pitiusas no hay musarañas y está demasiado lejos de Ibiza. La de s´Espalmador se la juega; la de Formentera, no, quizás porque no le falten otros nutrientes.

«Al mirar cuál era la alimentación de esta ave -relata el naturalista de IRBI- nos dimos cuenta de que incluía presas que no existen en s´Espalmador, como la musaraña. Para cazarlas deben cubrir una distancia que supera lo que se conoce en la literatura científica. Y encima sobre el agua». Los vuelos desde s´Espalmador «deben ser continuos. Algunos días forrajea en el islote, pero otros, cuando no encuentra suficiente alimento allí, hace incursiones a Ibiza. No sabemos si lo hace siempre ni su periodicidad. Pero lo hacen», afirma.

Debilidad por los ratones

¿Y por qué las musarañas? ¿Es una cuestión de paladar? ¿Les encanta su textura? «No. Si se desplazan tantos kilómetros -recalca el investigador- es porque la musaraña es un animal muy abundante. Las rapaces, como la lechuza común, son especies oportunistas. Recurren a toda presa que sea abundante. Y las musarañas son bastante comunes en toda Ibiza. Seguro que en sa Punta de ses Portes ya las hay». Por eso en las egagrópilas de las Tyto alba que viven en Ibiza «aparecen siempre restos de musaraña, vivan donde vivan, en acantilados marinos o en zonas forestales, urbanas o de cultivo». Las de s´Espalmador comparten el mismo gusto, quizás las mismas necesidades alimenticias, que sus hermanas ibicencas. En las bolas halladas en el islote han detectado que también sienten debilidad por el ratón de campo, las ratas, el lirón careto e incluso por los conejos, aunque solo cuando estos son pequeños gazapos. Con los grandes no pueden.

A la caza del paíño de s´Espartar

La segunda parte del estudio revela otro comportamiento peculiar de las lechuzas ibicencas. No solo las hay que se la juegan sobrevolando el mar para realizar batidas de caza en Ibiza; también las hay que parten desde la mayor de las Pitiusas hasta islotes cercanos para saciar su hambre, concretamente a costa del paíño europeo (Hydrobates pelagicus), un manjar con plumas a ojos (de noche, como platos) de la rapaz. Durante una investigación de campo en s´Espartar (en la reserva de los islotes de Ponent, a kilómetro y medio de la costa de Sant Josep) en junio de 2006, David García encontró la prueba en una profunda cueva: allí, aproximadamente una treintena de paíños habían sido devorados por esa ave nocturna. La lechuza no habita en s´Espartar, pero García encontró sus egagrópilas en la cueva donde sí anidaban los paíños: «A diferencia de las pardelas, que son escasas, en ese islote hay paíños en abundancia. Para evitar a los depredadores, los hydrobates solo entran en las grutas donde tienen sus nidos al caer la noche. Pero siempre queda algún depredador merodeando. Una lechuza debió de ver que anidaban allí muchos paíños. Aprendió que allí se producían concentraciones importantes de esas aves marinas y que eran fáciles de capturar dada su abundancia». Al menos una debió de «penetrar en esa cueva de s´Espartar tras caminar por un pasillo corto, bajo y estrecho». Dentro aniquiló buena parte de la colonia de paíños, escondidos en «una zona poco iluminada», según se relata en el estudio.

García advierte, no obstante, de que la lechuza «no llega a ser un depredador importante de los paíños. Son episodios puntuales y naturales. No suponen una amenaza». El naturalista vio solo «dos veces» una incursión como esa en s´Espartar: «Pero nunca más. Quizás falleció esa lechuza y nunca más volvió. O dejó de ir». O se hartó de paíños.

Que esa ave rapaz nocturna se atreviera a abandonar tierra firme y volar sobre el mar para encontrar sus preciadas presas demuestra «cómo es a la hora de aprovechar los recursos disponibles, aun con mar por medio». García subraya que la «contribución científica de este estudio consiste en que lo que hacen las lechuzas pitiusas es extrapolable a las que habitan en otros islotes del Mediterráneo».

El estudio publicado en Folia Folia Zoologica explica que la completa ausencia de restos fósiles de lechuzas en las Pitiusas indica que esta especie colonizó «satisfactoria y sustancialmente» estas islas tras la llegada del hombre, ya que fue entonces cuando se produjo la introducción de pequeños mamíferos: «Solo es muy común en Ibiza desde la llegada del ser humano. Quizás antes se alimentaba de aves marinas. Pero la introducción de micromamíferos que acompañaban al hombre ayudó a la lechuza a aumentar su distribución y a ser abundante. No hay que olvidar que los depredadores están relacionados con la abundancia de sus presas», señala García. Aunque el estudio no lo indica, lo que sí es seguro es que todas las lechuzas piensan en las musarañas.