La neutralidad fue «un cuento chino», asegura tajante Fernando García Sanz en ´España en la Gran Guerra´. Los pitiusos fueron testigos en primera persona de que la neutralidad de España durante aquel conflicto mundial fue de pacotilla, «a medias entre la voluntad y lo inevitable». Las costas mediterráneas españolas eran un coladero como consecuencia, entre otras cosas, de que su Marina era incapaz, por escasa y pobre de recursos, de abarcarla. Solo cinco meses después de que Europa empezara a desangrarse los ibicencos comenzaron a dudar de si su litoral era vigilado por España.

El mismo día de Reyes de 1915 se dieron cuenta de que algo no funcionaba como de costumbre: el ´Cataluña´, que conectaba Ibiza con Barcelona, era detenido en medio de su travesía por el buque de guerra ´Du Chayla´, (Es Diari de entonces lo bautizó ´Dantilly´) un crucero de la Armada gala que aunque ya con achaques paró al vapor con un cañonazo de aviso. Esa misma jornada repitió la jugada c0n el ´Jaime II´.

No sería la primera ni la única vez en toda la guerra que se repetiría esa práctica. Los franceses intentaban de esa manera no solo controlar las rutas con sus colonias africanas, sino también el trasiego de espías y ciudadanos alemanes, convertidos en prisioneros en cuanto se confirmaba que eran paisanos del Káiser. Un oficial del navío junto a varios marineros armados se encargaban de abordar cada buque de pasajeros o mercante y de revisar mercancías y viajeros. Esos controles fueron constantes en el entorno de estas aguas, tanto en dirección a Barcelona como a Alicante, de donde partía el ´Cataluña´ desde Ibiza. Eran parados día sí día también por la flota de Francia en plena mar. Y no solo por barcos de guerra artillados y blindados, sino también por simples yates o mercantes armados de corso: un simple cañón en sus proas bastaba para que ´apatrullaran´ el mar.

Llega el ´Corte II´

Tanto el ´Cataluña´ como el vapor correo ´Lulio´ (también unía las islas con Barcelona) sufrían estos contratiempos a menudo, lo que provocaba que llegaran a puerto con notable retraso, a veces más de dos horas, como le sucedió al ´Cataluña´ a principios de marzo de 1915.

Del ´Du Chayla´ poco más se supo, quizás porque aquel crucero de tres chimeneas y proa con aparente prognatismo maxilofacial tenía misiones más exóticas que cubrir, como introducirse en el Mar Rojo para patrullar desde Suez hasta la enigmática isla de Socotra, frente al Cuerno de África. En 1921 fue retirado y en 1933, desguazado. Pero que no se viera a ese vetusto buque no significaba que los franceses hubieran claudicado en su idea de controlar esta zona del Mediterráneo, vital para ellos porque permitía «la conexión con sus colonias africanas», recuerda García Sanz. Y porque por aquí se colaban y abastecían los submarinos alemanes.

Con la Armada española prácticamente ausente de estas aguas, fue relevado por el ´Corte II´, un paquebote también armado de corso que a mediados de marzo de 1915 detuvo por primera vez y a las 10 de la noche (vaya horas) a un barco que enlazaba Barcelona con Ibiza, el ´Isleño´: «Un oficial y varios marineros subieron a bordo, exigieron toda la documentación del buque para revisarla y no satisfechos con ello obligaron a presentarse sobre cubierta a todos los pasajeros, incluso las señoras que por causa del mareo o debido a lo avanzado de la noche se habían acostado ya», una desfachatez a juicio del caballeroso Diario de Ibiza de la época. La retención, que duró una hora, se repetía tanto que Es Diari comentó en sus páginas que ya empezaban «a preocupar a la opinión [pública], que las comenta en tono desfavorable».

Un espía en la travesía

El ´Corte II´ hizo de las suyas durante largo tiempo. Movilizado por Francia como crucero auxiliar, inicialmente pertenecía a la compañía Fraissinet y podía albergar a 50 pasajeros de primera clase, a 60 de segunda y a 24 de tercera en sus 85 metros de eslora y 11 de manga. Sus 18 nudos de velocidad le permitieron en la jornada del 16 de marzo detener y reconocer al ´Bellver´, un vapor correo procedente de Barcelona con destino Ibiza, adonde llegó con casi dos horas de retraso. Y ese mismo día, también al ´Cataluña´, cuyo capitán debía estar ya hasta las napias, cuando navegaba entre Ibiza y Palma.

Aquellos abordajes en plena madrugada daban a veces sus frutos. El ´Corte II´, sin ir más lejos, obtuvo uno de los mayores logros de Francia en su lucha contra el espionaje alemán al detener al transatlántico ´Vittorio´ cuando, procedente de Buenos Aires, navegaba por el Mediterráneo con destino a los puertos de Barcelona y Génova. Entre su pasaje se hallaba Jean Bales Imanoff, quien tras los interrogatorios desveló la red de agentes alemanes en Marruecos y de germanófilos, según relata Francesco Correale en ´La Grande Guerre des trafiquants: le front colonial de l´Occident maghrébin´.

Los controles eran tan frecuentes que aquel mismo mes de marzo de 1915 el Gobierno suspendió temporalmente la admisión y envío de paquetes postales con destino a Alemania, Austria, Hungría y Turquía, aliados en la guerra frente a Francia y Reino Unido, porque las compañías de navegación se habían negado «para evitar los perjuicios» que causaban tantas «detenciones y reconocimientos». A partir de entonces debían ser enviados por vía terrestre, que no era un problema menor si se tiene en cuenta que debían pasar por territorio francés. Isleña Marítima, propietaria de buena parte de los barcos afectados por el celo controlador galo, incluso formuló una reclamación con el fin de que se le indemnizara por las pérdidas que le ocasionaban las detenciones.

´Eros´ con un cañón

En mayo de 1915 el ´Corte II´ fue sustituido por el ´Eros´. El ´Jaime I´, primero, y el llaüt ibicenco ´Esperanza´, después, fueron los primeros en ser revisados por este otro navío en corso, propiedad del magnate judío Henri de Rothschild y en manos del gobierno francés desde comienzos de 1915. Armado con un cañón de 100 milímetros, este yate de 63 metros de eslora y casi 10 de manga se paseó por las costas pitiusas como Pedro por su casa. El 17 de mayo, por ejemplo, los ibicencos lo vieron bien cerca, frente a es Botafoc, desde donde después dirigió su proa hacia es Freus.

En su control de la ruta entre Marsella y Argel, el ´Eros´ tuvo un serio problema el 17 de junio, cuando quedó atrapado en un banco de arena de la bahía de Pollença (Mallorca). Al día siguiente lo sacó de allí el cañonero-torpedero ´Temerario´, una vieja gloria española botada en 1889 y que sería dado de baja al año siguiente. La Vanguardia recordaba cómo por aquel rescate, una de sus últimas misiones, en agosto de 1915 se concedió a su comandante, Antonio López Cerón, la cruz de segunda clase de la orden del Mérito Naval «con distintivo blanco y pensionada». Los franceses en superficie y los alemanes bajo ella campaban, pues, a sus anchas por las costas pitiusas y españolas mientras los buques de guerra nacionales se limitaban a mirar a otro lado o a rescatarlos.

Ya en octubre de 1916 se sumó a la vigilancia el ´D´Iberville´, una cañonera francesa de 81 metros de eslora que llevaba a flote desde 1894 y que portaba 10 cañones (uno de 100 milímetros) y seis tubos lanzatorpedos. El vapor ´Balear´ fue el primero en divisarlo a las 3.30 horas de la tarde del 19 de octubre de 1916, en plena siesta (vaya horas, también) cuando le interceptó en su travesía entre Palma y Ibiza (desde donde luego iría a Alicante). Un oficial y siete marineros se acercaron en un bote y registraron todo el navío, incluso las bodegas. «[El oficial] luego pidió la cédula personal a cada uno de los pasajeros y confrontaba sus nombres con los que aparecían en una lista negra que llevaba», detalló Es Diari. Ese oficial portaba además encima una fotografía que comparaba con la cara de los pasajeros.

Aquella acción duró una hora, una más de las muchas que los pasajeros pitiusos perdieron durante aquella larga guerra, a la que supuestamente eran ajenos y que en teoría se libraba a miles de kilómetros. Pero que les fastidió de lo lindo.