Palma fue fundada en el año 123 a.C. por el cónsul romano Quinto Cecilio Metelo, implantando así la primera ciudad de la isla, enmedio de una sociedad todavía rupestre y talayótica que desconocía incluso la escritura. Ibiza era ya para entonces una urbe con varios miles de habitantes y un foco comercial cuyo puerto recibía y enviaba barcos a todos los puntos del Mediterráneo. La historia de la civilización en Menorca es igualmente reciente, si se compara con Ibiza. Pese a que Maó debe su nombre al general cartaginés Magón, el arqueólogo Benjamí Costa aclara: «En Menorca no hubo ciudades hasta la romanización (siglo II a.C.). Si Magón verdaderamente fundó un establecimiento en el puerto de Maó, debió ser una fortaleza militar, pero no una ciudad». El general cartaginés llegó a Ibiza en el invierno de 206 a.C. y fue bien recibido, además de ser provisto de víveres y tropas. Luego siguió hasta Mallorca, donde fue recibido a pedradas por los indígenas, lo que le obligó a continuar hasta Menorca. «Allí pasó solo el invierno, el tiempo necesario para enviar gente al Sur de Francia y a Italia para reclutar tropas, y luego se fue. Estuvo solo un invierno, el de 206 a 205», añade Costa