­Los filipinos católicos residentes en las Pitiusas celebrarán este domingo, desde las 19.30 horas, las Flores de Mayo, una tradición muy arraigada en su país que por primera vez festejan en estas islas, según explicó Virgilio Malgapo Bago, vicario parroquial de la iglesia del Roser y de Sant Ciriac y natural de ese país asiático. Los fieles filipinos, que en estas islas son aproximadamente dos centenares, saldrán en procesión desde el Roser en dirección al parque de la Paz, primero, y ses Figueretes, luego, para regresar posteriormente al punto de partida.

Esta procesión religiosa es muy distinta a las españolas. A la réplica en madera de la Inmaculada Concepción del Roser (patrona de Filipinas y esculpida allí por Benjamín Laguyo -célebre en la región de Nueva Vizcaya- a partir de una foto que le envió Malgapo) que cuatro hombres sacarán en andas, le seguirán 24 mujeres (y niñas) ataviadas con vestidos largos (estilo princesa), con una banda en el pecho con su nombre y con una pequeña corona en la cabeza. Además de cuatro querubines con alas y de niñas que acaban de hacer la primera comunión (que portarán carteles con las palabras ‘Ave María’), habrá un palio decorado con guirnaldas, luces y flores bajo el que caminarán un hombre y una mujer que interpretarán los papeles de Santa Helena (la que en el Gólgota buscó con ahínco la Vera Cruz) y su hijo Constantino (el primer emperador romano cristiano).

Se ha apuntado al festejo la colonia de paraguayos, que comparten con los filipinos la misma parroquia y, últimamente, hasta la reproducción en miniatura de la Inmaculada Concepción que hace dos años trajo Virgilio Malgapo desde su país metida en una maleta (pesa 19 kilos). Al principio, la imagen pasó una semana en cada uno de los hogares de los filipinos cristianos de Eivissa. En la actualidad se encuentra en la casa de una familia de Paraguay, aunque en ese país sienten especial devoción por la Virgen de Caacupé.

Al acabar la procesión, los participantes probarán la gastronomía típica filipina, como rollos de primavera, «una especie de fideuà» y bibingka (delicias de arroz con leche de coco y azúcar), según explica Ninoa Manuel, filipina de 66 años que llegó a la isla en 1979.

En realidad, el domingo es la última jornada de una fiesta religiosa que comenzó el 28 de abril y que se ha celebrado desde entonces cada miércoles y domingo. Tanto Malgapo como Manuel explican que el principal interés de la colonia filipina era «recuperar» una tradición que es muy popular en su país «pero que los jóvenes que han nacido aquí jamás han visto». Se estaba perdiendo hasta el punto de que los mayores empezaban a olvidar algunos de sus detalles (y léxico). Para confeccionar los trajes y para crear, por ejemplo, el palio (hecho con cañas, forrado de blanco y rematado con una cruz) han tenido que examinar fotografías tomadas en Filipinas durante esa fiesta anual.

Cada una de las mujeres de la comitiva que precede a Helena y Constantino recibirá de manos del párroco del Roser (Francesc Xavier Torres Peters) un rosario de 10 cuentas que han hecho para la ocasión Ninoa Manuel y su hijo.

Será la primera pero también la última procesión de las Flores de Mayo que vea Virgilio Malgapo Bago en esta isla, ya que en julio regresará a su país después de tres años de estancia. Les sustituirá el también filipino Nilo Ogaya, que en la actualidad recibe cursos acelerados de castellano. Cada tres años, el obispado de Bayombong elige un sustituto. El primer cura filipino fue José Antonio Santos Palina, que llegó en 2007. Malgapo asegura que el obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, quería que se quedara otro trienio, «pero no pudo ser». «Me gustaría seguir aquí, pero soy misionero, es la voluntad de Dios», dice Virgilio, que desde agosto trabajará en el seminario de Bayombong como docente de otros curas.