La cofradía del Santísimo Cristo del Cementerio, en colaboración con la de la Piedad, protagonizó ayer la procesión de Jesús entrando en Jerusalén. El tiempo acompañó a los cofrades y fieles de las parroquias de Sant Elm y Santo Domingo que, juntos, hicieron un pequeño recorrido por las calles de la Marina para, a continuación, subir por el Rastrillo y Dalt Vila acompañada por la agrupación musical del Santísimo Cristo del Cementerio.

La procesión contó con la participación inesperada de una cantidad llamativa de turistas del Imserso de todas partes de la Península, que sacaron sus cámaras para inmortalizar la estampa ibicenca. La tercera edad se ha modernizado y no eran pocos los que lucían iPhones y iPads para tal efecto. La afluencia fue tal que se produjeron hasta momentos de embotellamiento y agobio en el Patio de Armas de Dalt Vila.

Costaleras del Ecce Homo, costaleros del Cristo del Cementerio y cofrades que habitualmente no portan imágenes fueron los encargados de llevar la talla, dirigidos por Miguel Barnosi, que hizo las paradas oportunas para evitar lesiones o sofocos excesivos bajo el sol de mediodía. Barnosi también es responsable del Ecce Homo.

La imagen de esta procesión, conocida popularmente como la Borriquita, pertenece a la cofradía del Santísimo Cristo del Cementerio, que preside Sebastián Cardona. «Es una procesión importante para nosotros, muy participativa, pero en Semana Santa hay dos citas que lo son todavía más como la de mañana [por hoy] cuando salimos como cofradía en procesión con las imágenes del Ecce Homo y del Cristo del Cementerio por las calles de Dalt Vila [a las 20.45 horas aproximadamente] y, por supuesto, la procesión general de Viernes Santo en la que participamos con las demás cofradías», explica Cardona.

Junto a él encabezó la procesión de la Borriquita el presidente en funciones de la Piedad, Joan Marí Mayans, que tuvo palabras de recuerdo para el recientemente fallecido Juan Antonio Serra, que estuvo durante siete años al frente de esta hermandad, de la que era cofrade desde niño. «Ha sido una desgracia. Hasta que hagamos elecciones el mes que viene no estará completamente regularizada la situación de la cofradía. En apenas 18 días, las personas que hemos tomado momentáneamente la dirección de la cofradía nos hemos puesto al día como hemos podido porque Juan Antonio Serra, además ser una persona muy querida, muy amigo de todos, llevaba la cofradía a sus espaldas», confiesa Marí Mayans. «Estamos un poco cojos sin él. Ha sido una pérdida muy grande, no solo como presidente de la cofradía sino también como amigo», añade, muy emocionado.

Nervios en Semana Santa

Marí Mayans confesaba ayer que a pesar de los 35 años que lleva siendo costalero de la Piedad siempre se pasan nervios en Semana Santa. La cofradía de la Piedad sacó en procesión el sábado por la noche al Cristo de la Sangre, una imagen que antes no salía del templo. «Se donó hace 70 años y hasta hace tres no había participado nunca en procesión. Como sacábamos la Piedad dos veces: el sábado de Ramos y el Viernes Santo, pensamos en sacar a este Cristo al que mucha gente tiene mucha fe», argumenta Marí Mayans.

El recorrido de ayer de La Borriquita se enmarcó en el barrio de la Marina, que despierta muy tímidamente al arranque de la temporada alta. Muchos negocios permanecían cerrados todavía porque las fechas tempranas de la Semana Santa este año no han propiciado la apertura. Además, dejando a un lado los numerosos grupos del Imserso, apenas se veían turistas por Ibiza.

Una hora antes del recorrido de La Borriquita, en Santo Domingo el obispo de Ibiza, Vicente Juan Segura, bendijo las palmas de los fieles para después recordar, con la lectura del apóstol San Juan, cómo fue aquella entrada multitudinaria en Jerusalén.

Algunos fieles lamentaron que la bendición fue muy rápida y no completó el recorrido hasta el final del templo, con lo que se quedaron sin el agua bendita del obispo y optaron por ´autobendecir´ sus ramos en la pila de la entrada de la iglesia. El acto, breve y sencillo, estuvo enmarcado por la exposición de la colección de faldones del Cristo del Cementerio, de todos los colores y con todo tipo de ornamentos, que durante años y años han ido regalando a la hermandad los fieles, muchos de ellos como promesas. Sebastián Cardona segura que en la actualidad cuentan con unos 150 faldones, algunos de ellos auténticas piezas de museo, que exponen de forma rotatoria año a año para que los fieles puedan verlos todos.

La bendición continuó con una procesión por las calles de Dalt Vila, encabezada por el obispo que portaba una enorme palma. Fue acompañado en su recorrido por Daniel Martín, un joven que fue ordenado diácono en septiembre del año pasado. Junto a ellos, los fieles y la agrupación musical Santo Cristo Yacente de la Catedral, que fue la parada final de la procesión. En el recorrido también fueron objeto de las cámaras de fotos y vídeo de turistas del Imserso, que no perdían de vista los paraguas de colores, antenas, libretas y abanicos con los que se identificaban sus guías.

Ayer se celebraron bendiciones en toda la isla, algunas con mucha participación como las que se congregaron en el parque de la Paz y en el Reina Sofía de Vila.