La exposición de su madre, Elisabeth Louy, en la amplia galería B12 de Vila, en una de las naves del polígono de es Gorg, ha sido el pie perfecto para que Leilah Broukhim estrene este lunes a las 21 horas su espectáculo ´Dejando huellas´ en España y sobre todo en Ibiza, que considera su «casa», aunque vive casi todo el año en Madrid, trabajando en los grandes tablaos.

´Dejando huellas´ es flamenco, pero también muchas otras cosas. Leilah ha puesto música y movimiento al recorrido vital de su familia: «Es básicamente la historia de una mujer sefardí a través del tiempo. Desde mis antepasados judíos en España, hasta mi regreso a este país», resume.

Cerrando el círculo

El espectáculo está concebido en tres partes. En la primera narra la expulsión de los judíos de España fusionando flamenco y música sefardí. La segunda es la travesía de un siglo cruzando el imperio otomano hasta que su familia se instala en Persia, en la localidad de Kashan, con música española e iraní. La tercera es el presente, su regreso a España y el descubrimiento del flamenco, que «cierra el círculo y me devuelve las raíces», afirma la bailaora.

En Ibiza este uenes se centrará en la segunda parte, para la que contará con la colaboración del músico iraní Bahramji al santur, un instrumento tradicional de cuerda antepasado del piano. También estarán los ibicencos Mati González al cante, Antonio Muñoz a la guitarra y Luis Amador a la percusión.

Tanto Mati como Amador ya la acompañaron en el estreno en Nueva York -la ciudad en la que se crió Leilah- el pasado febrero, en el festival Flamenco USA, donde cosecharon un gran éxito. Antes ya se había presentado en el Festival Cultura Judía de Cracovia, el pasado verano, y después en el Museo de Arte e Historia del Judaísmo de París. Como en los otros lugares, la danza y el cante estarán acompañados por las proyecciones con dibujos de Elisabeth Louy, que se van confeccionando línea a línea sobre la marcha.

Leilah asegura que el momento más emocionante fue en Cracovia: «Fue un honor y una emoción muy intensa. Lo hicimos en el antiguo barrio judío, en el que ha habido mucho sufrimiento, y nos recibieron con mucho cariño». Ahora está ilusionada con su llegada a la isla, junto a su madre, en casa.