Un sol intenso y picante no podía faltar, un año más, en la fiesta de Sant Llorenç, que según la tradición popular se celebra el día más caluroso del año. El núcleo de Balàfia, marcado por su ubicación en el área central de la isla, vivió ayer su día grande con el ambiente tradicional de siempre y con el desfile de carros típicos como atractivo principal de los actos del mediodía.

«Sant Llorenç es un pueblo que está en el interior de la isla, lo que le imprime un carácter peculiar y demuestra claramente que es de fuerte tradición», comentó Antoni Marí Marí, Carraca, alcalde de Sant Joan, mientras se pasaba un pañuelo por la frente para secarse el sudor. Era el momento del desfile de carros, que este año estuvo dominado por los cabriols.

«Solía haber más carros de barana, pero con el intenso calor que hace, los cabriols son más manejables y nos hacen sudar menos», señaló uno de los carreteros organizadores de este encuentro, Mariano Malacosta, que para sumarse al cortejo festivo había hecho un recorrido en carro de 10 kilómetros desde Sant Carles.

Otros vinieron aún de más lejos, desde es Canar, aunque la mayoría de los participantes eran vecinos de Sant Llorenç. Componían el desfile tres carros de barana, diez cabriols (entre ellos, dos tirados por burros y uno por un poni) y cerrando la comitiva, dos elegantes caballos con montura.

El desfile realizó tres vueltas alrededor del conjunto parroquial, mientras la mayor parte del público lo presenciaba resguardado en la sombra de los árboles que rodean la plaza. Tanto los carros y los caballos como las danzas folclóricas de la Colla de Labritja que se sucedieron en la plaza fueron objetivo de numerosas fotografías. Estas fiestas típicas de Sant Llorenç se han convertido en un fuerte atractivo turístico.

Los actos se iniciaron con la misa en honor al patrón que estuvo presidida por el obispo de la diócesis, Vicente Juan Segura, y contó con la asistencia de autoridades locales e insulares. Después de la misa, la procesión cívico religiosa con las imágenes de los santos, encabezada por la bandera roja del pueblo y acompañada por la Colla de labritja, que a continuación bailó en la plaza. No podía faltar la degustación de buñuelos, orelletes y vino.