«Como ser humano y como herpetólogo», Valentín Pérez Mellado, catedrático de Zoología en la Universidad de Salamanca, considera que las Pitiusas «son un paraíso». «Hay 43 poblaciones de lagartijas en torno a ambas islas. Son 43 situaciones en las que ninguna es similar a otra: islotes con orografía, cantidad de comida, superficie y vegetación diferentes. Cuarenta y tres situaciones que son 43 laboratorios. Y en esas circunstancias tan distintas hay respuestas diferentes de los bichos. Y eso es oro puro», explica, con pasión, este científico que durante los últimos tres años elaboró el estudio titulado ´Estado de conservación de las poblaciones de lagartijas de las Pitiusas en las ReservasNaturales de es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent´.

En la capital salmantina, Pérez, que imparte una asignatura de zoología de vertebrados para la licenciatura de Biología, además de una asignatura en un máster de biodiversidad sobre herpetología, intenta «meter el gusanillo» a sus alumnos para que visiten la isla, ese laboratorio del que habla fascinado por la variedad y singularidad de las Podarcis pityusensis. El estudio, elaborado a petición de la Reserva Natural ibicenca, que en febrero cumplió su décimo aniversario, concluye que no hay que temer, de momento, por la cantidad de lagartijas que hay en los islotes: «Las poblaciones tienen unas densidades elevadas, no exageradamente (como sí ocurre en otros islotes baleares), pero en el conjunto del Mediterráneo son unas densidades extraordinarias, incomparables. Es una situación excepcional en cuanto a su estado de conservación», afirma. En algunas zonas «se cuentan por miles los individuos que hay por hectárea». Y hay 232,7 hectáreas en toda la Reserva Natural.

A su juicio, «las islas que hay dentro de la reserva tienen una importancia enorme porque son de las más antiguas de toda Ibiza, las más alejadas de la costa, sobre todo los grupos de Escull Vermell, na Gorra, na Bosc, na Plana [en Ponent]... Y al ser muy antiguas generalmente es donde se ha producido una diferenciación mayor de esos reptiles».

Tendencia al gigantismo

¿Y en qué se diferencian de las que habitan en la isla principal? «En todo, además de una forma que a veces es espectacular. A medida que los bichos [sic] llevan más tiempo, miles de años, aislados en esos islotes se hacen más grandes, tienden al gigantismo, y más oscuros, tienden al melanismo. Cuanto más antiguo es el islote, más grandes y oscuras», detalla.

Distintas no solo en su morfología, también en su comportamiento. Como generalmente en esos islotes no hay ningún otro vertebrado ni depredadores, las lagartijas «tienen una confianza mucho mayor y hacen cosas que jamás harían en Ibiza, pues los depredadores no les dejarían». Por ejemplo, en la isla principal «consumen pocos vegetales o casi ninguno, pues comerlos supone subirse a una planta y libar en una flor durante un buen rato, es decir, ser muy visibles y vulnerables». Sin embargo, no temen hacer eso mismo en los islotes de Ponent: «Allí, aunque son omnívoras, lo comen todo, pero una de las cosas que prefieren son los vegetales. Eso es algo típico de los sitios donde no hay depredadores, donde no existe la presión de los cernícalos, por ejemplo».

El catedrático considera que una de las medidas más acertadas destinadas a la conservación ha sido prohibir el desembarco en el archipiélago: «Eso es fantástico. Están confiadas, no tienen la presión humana de los visitantes, que sí tienen en otros islotes de Balears, donde además de desembarcar las dan de comer, lo cual perturba completamente el proceso natural. Esa es la medida de conservación ideal». Es lo que otros científicos, como el biólogo marino Enric Ballesteros, del departamento de Ecología Marina del Centro Superior de Investigaciones Científicas, y Cristina Linares, doctora en Ecología Marina, reclaman que ocurra algún día en ese espacio teóricamente protegido, aunque en sus aguas: una reserva «de verdad» que prohíba la pesca para que así las densidades de peces sean tan espectaculares como las de las lagartijas.

El peso pesado balear

La Podarcis pityusensis es el peso pesado de Balears, «un animal bastante resistente y robusto que tiene mecanismos de defensa contra los depredadores», al contrario que la balear (la endémica de los islotes de Mallorca y Menorca). Métodos de defensa como, por ejemplo, el principal, el que tienen todos los lacértidos: «La autotomía caudal (el mecanismo pasivo de defensa de algunos reptiles y anfibios que consiste en la autoamputación de la cola para provocar la distracción de un depredador y, así, facilitar su huida), que está bastante reducido en el caso de las lagartijas baleares, que durante millones de años vivieron en entornos sin depredadores. Y eso no pasó en el caso de Ibiza, donde sí que los hubo y mantuvieron ese mecanismo tan desarrollado, similar al de los continentes».

A juicio del científico, «esa es una de las claves de por qué en Ibiza, en la isla principal, y en Formentera hay lagartijas mientras que en Mallorca y Menorca, en las islas principales, no». Pérez Mellado descarta la idea de que esos reptiles mallorquines y menorquines originales desaparecieran devorados por ofidios: «No creo que esa sea la razón, pues los que hay tanto en Mallorca como en Menorca no las comen. Allí hay dos tipos: la culebra escalera, que es un animal que no se alimenta para nada de lagartijas, y la culebra de cogulla, introducida desde el norte de África y que no consume las lagartijas italianas (también introducidas) que hay en Menorca», explica.

Felinos bajo sospecha

El herpetólogo apunta a «gatos y comadrejas, mamíferos carnívoros», como los responsables de que en esas dos islas ya no haya lagartijas endémicas. Pero en Ibiza también hay felinos: «Sí, también existen en las Pitiusas, pero, por alguna razón, antes de que llegaran de la mano del hombre ya había mucha presión de otros depredadores. La isla estaba llena de aves marinas antes de llegar el ser humano. Tenía una fauna completamente diferente a las de Mallorca y Menorca. Era un mundo aparte. Y eso, probablemente, es lo que explica que las lagartijas ibicencas sean tan diferentes, aun siendo una especie hermana de la balear».

A Pérez le han contado muchas veces, pero no lo ha visto, que los gatos de Ibiza vomitan las lagartijas que cazan: «En la Península y en Menorca se comen las lagartijas italianas y no les pasa nada. Nadie lo ha estudiado, pero qué sé yo, quizás tenga algún tipo de sustancia tóxica que podría explicar por qué ha escapado de la depredación de los gatos».

Los datos

TRABAJO PARA LA RESERVA

Tres años de estudio

Valentín Pérez Mellado inició el estudio sobre las lagartijas de los islotes de es Vedrà y de Ponent en el año 2009 y concluyó en 2010, durante campañas de una semana de duración («algunos años dos, otras, tres») en primavera y verano, «los mejores periodos de actividad de estos bichos». «Y en 2011, aunque ya estábamos fuera de plazo hicimos una tercera campaña en los islotes costeros», añade.

LA DEFINICIÓN DE LA RAE

«Vive entre escombros»

La Real Academia Española (RAE) incluye en su diccionario una breve definición sobre la lagartija que mal describe las características de la ´Podarcis pityusensis´: «Especie de lagarto muy común en España, de unos dos decímetros de largo, de color pardo, verdoso o rojizo por encima y blanco por debajo. Es muy ligero y espantadizo, se alimenta de insectos y vive entre los escombros y en los huecos de las paredes».