Estatutos
Las 168 horas de Buscastell
La Comunidad de Regantes de es Broll de Buscastell vota hoy la actualización de sus estatutos, que datan de 1943 y que establecen el orden de riego de 64 fincas a lo largo de los tres kilómetros del torrente
José Miguel L. Romero | buscastell
Los relojes de Buscastell tienen 168 horas, las que dura una semana. Desde tiempos inmemoriales, el agua que mana de es Broll tiene asignada, cada hora de cada semana, una finca de destino. Cada sábado, ese reloj se pone en marcha a las cuatro de la madrugada, cuando comienza el primer turno de riego, que dura hasta las diez horas. El agua que sale del acuífero fluye entonces por la acequia de hormigón reconstruida en 1962 y humedece la parcela de Daniel y José Costa, en la parte más alta del valle, en es Truy d´en Jaume; 166 horas más tarde (casi siete días después), y durante 120 minutos (de dos a cuatro de la madrugada), coloca su tablilla en la acequia Antonio Prats Costa, de Can Coma, el último de los 64 propietarios que tienen derecho en Buscastell a aprovechar ese maná para su campo. Y vuelta a empezar: a las cuatro correrá de nuevo por es Truy d´en Jaume.
El 4 de octubre de 1943, la Comunidad de Regantes des Broll fijó por escrito en sus estatutos el reparto del agua para regar unas 14 hectáreas de cultivos a lo largo de los tres kilómetros de la parte alta del torrente de Buscastell. Desde aquella época no solo ha cambiado el número de propietarios, 56 entonces y ocho más ahora, sino también las leyes, motivo por el que la actual junta directiva decidió en junio de hace dos años actualizar esos estatutos, entre otras razones para adaptarlos a la ley de Aguas vigente, de 1986, que derogó la de 1879.
Esta mañana, la Comunidad celebra una junta general extraordinaria para aprobar los nuevos estatutos, que han requerido un ingente esfuerzo para ser adaptados: durante dos años, los seis miembros de la junta han toreado trámites burocráticos interminables (solo los que gestionaron ante la dirección general de Recursos Hídricos del Govern balear, que ya les ha dado el visto bueno a los nuevos estatutos, les llevó medio año) y han tenido que contactar uno por uno con cada propietario para recabar datos de sus fincas.
Arriba y abajo
De esta última labor, que ha concluido con una recopilación rica y exhaustiva de datos, se han encargado Daniel Costa, des Truy, y Cati Torres Prats, Reconada. Daniel contactó con los propietarios de la parte alta del torrente, mientras que Cati lo hizo con los de abajo, entre los que se encuentra su propia familia. Su padre, Antonio Torres Prats, es, asegura Cati, el único de los 64 regantes actuales que se dedica plenamente a la agricultura «y vive del campo», según su hija. Antonio y otros payeses del lugar intentaron hace tiempo actualizar los estatutos de 1943, pero tiraron la toalla porque no sabían cómo. Demasiada burocracia, de la que en esta ocasión se ha encargado el arquitecto Josep Torres, vocal de la Comunidad, que al trabajar en el Consell no solo conoce su funcionamiento, sino también a quienes saben cómo solventar los papeleos más farragosos.
En ocasiones, Cati Torres recogía los datos de los regantes (número catastral de la finca y su denominación; los elementos singulares que contienen, como safareig o molinos; los turnos de agua que le corresponden) al vuelo. Tal cual: el propietario pasaba frente a su casa y ella salía disparada detrás; o se topaba con un regante en la cafetería de Can Teixidor y sobre una minuta, un sobre de Telefónica o una servilleta anotaba toda esa información. Así, dos años. Sin parar, uno a uno hasta dar con todos.
En este pormenorizado censo, para cada regante elaboraron una ficha. Y en muchas de ellas han incorporado, con celo o con grapas, esos papelajos o, a veces, pequeños trozos de cartón en los que escribieron números de teléfono o cifras del catastro. Josep Torres comenta que de esa manera evitan cometer errores a la hora de transcribir a limpio esa información.
Torres, de 38 años, es de Can Tià. Su familia tiene dos fincas: a una le toca un turno de riego de tres horas y a otra, de una. «¿Por qué? No lo sé. Quizás se deba a la proporción de tierra. Mi bisabuelo tenía derecho a cuatro horas y repartió el terreno entre sus hijos de esa manera: una y tres horas», explica. La división parece depender de la superficie. Quien menos tiempo puede regar, Juan Torres Vingut, de Can Damià, cuenta con un terreno de 426 metros cuadrados y solo dispone de 15 minutos a la semana de agua; el que más, José Cardona Juan, Frit, de 11 horas para sus 14.000 metros cuadrados.
En principio, y según cuenta el historiador Felip Cirer en la ´Enciclopèdia d´Ibiza i Formentera´, «se calculaba que cada 1.000 metros cuadrados otorgaban una hora de agua, pero las numerosas fragmentaciones motivadas por las sucesiones y las compraventas han hecho que esta proporción no se mantenga en muchos casos». De hecho, de los 56 turnos de 1943 se han pasado a 64 por esas segregaciones, aunque si se mira más atrás, la división ha sido mucho mayor: el primer documento en el que se habla del reparto de las aguas de es Broll es el ´Llibre de Regidoria´ (Arxiu Històric de Vila), del año 1759, y en él se especifica que eran 12 los propietarios, según se indica en la voz ´Buscastell´ de la ´Enciclopèdia´, que especifica que la media de superficie es de 3.000 metros cuadrados y un derecho de poco menos de tres horas de agua. Eso sí, Josep Torres advierte de que «ya hay jurisprudencia respecto a que no se puede vender terrenos de Buscastell sin tener acceso al agua: todo va junto, tierra y agua».
«Nuestra intención es que con esta actualización de los estatutos todo el mundo esté contento. Corregiremos cualquier error. Esto no es una disputa, solo una actualización. No queremos hacer tabla rasa», subraya Josep Torres. La historia de es Broll sigue, pues, latiendo en el nuevo texto. En ese recoleto rincón de la isla, en apenas tres kilómetros de longitud, se mantienen unas costumbres y unas estructuras que proceden de la época árabe. El acuífero más importante de la isla «alimenta un sistema hidráulico de origen andalusí», afirma el historiador Felip Cirer, autor de ´Buscastell´, libro de cabecera de los regantes de la zona.
Con derecho a voto
En los nuevos estatutos de la Comunidad cambian «solo matices» respecto a los de 1943, motivados por los cambios legislativos. Por ejemplo, todos los regantes ya tendrán derecho a voto en las asambleas. Hasta ahora, no: cada dos horas de derecho al agua se computan como un voto, pero los propietarios que no lleguen a esa cantidad pueden unirse a otros y sumar su tiempo para acumular uno o varios votos, indica Torres. Una vez actualizados, también podrán acometer actuaciones como grupo, por ejemplo, solicitar subvenciones.
Excepto un par de personas reacias inicialmente, todos los miembros de la Comunidad de Regantes han colaborado activamente. Torres afirma que el trabajo de recopilación informativa desarrollado durante dos años no hubiera sido posible si quienes los emprendieron no fueran naturales o hijos de familias de esa zona: «La gente no se hubiera fiado, hubieran pensado que se les quería engañar. Para esto nos hemos tenido que ganar la confianza de los afectados, algunos muy mayores, a los que había que explicar qué se pretendía con esta actualización». Por ese motivo, esa labor fue encomendada a Dani des Truy y Cati Reconada, «personas de fiar», que viven allí y conocen a cada vecino.
Ambos visitaron a los 64 regantes, pero también a la propietaria del único molino –de los seis que existían junto al torrente– que funciona, aunque está siendo restaurado. Es el molino de Tià, de Manuela Bonet, Can Tonico, a 40 metros del nacimiento de es Broll y con derecho a agua de lunes a viernes.
Todo seguirá igual, como desde hace siglos, si hoy se aprueban los nuevos estatutos. Josep Torres y Cati Reconada incluso vaticinan que el jurado de aguas de la Comunidad de Regantes continuará de brazos cruzados, sin tener que imponer orden, ya que los propios payeses solucionan entre ellos cualquier disputa: «Se arregla entre vecinos», apunta Cati. A lo sumo un par de voces y la corriente vuelve a fluir.
La cifra64 turnos. De 12 a 64 regantes
Desde mediados del siglo XVIII hasta la actualidad se ha pasado de 12 turnos de riego a 64, debido, sobre todo, a las segregaciones de terrenos.
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