—¿Cómo marca ser hijo de Ferrer Guasch?

—No me marcó que fuera un pintor conocido, sino su personalidad. Él pensaba que hay que hacer lo que uno cree y seguir el propio camino sin cambiar por favorecer intereses. Era una persona con una educación calvinista muy fuerte y nos la transmitió a todos los hermanos.

—¿Y ha heredado usted algo de arte?, ¿domina los pinceles?

—Lo probamos, yo y todas mis hermanas, pero no servíamos. Encaucé mi creatividad hacia la fotografía y hago de todo (macro, paisajes, nocturna…), quizá por eso no hago nada bien [ríe].

—Es un hombre de mar.

—Hasta los siete años viví en un oscuro piso de Barcelona, donde no tenía apenas contacto con el mar, pero ya ataba cajas y las movía por el piso como si fueran un barco. El mar es donde me encuentro más a gusto, donde he vivido las experiencias más interesantes y también las peores.

—Su sobrenombre, ´Suret´, también procede del mar.

—Fue el nombre de mi primer barco, que era pequeñito como un corcho, y todos los demás han sido ´Suret II´, ´Suret III´…. Cuando te llamas Vicent Ferrer va muy bien tener un apodo.

—Trabajó en su tienda de la Marina 28 años. ¿No echa de menos aquella rutina?

—No, las experiencias nuevas son interesantes y de vez en cuando hay que cambiar. No conocía la política desde dentro, nunca había sido de un partido y sigo sin serlo porque soy independiente dentro de ExC, no conocía la Administración… He estado dos años aprendiendo cosas.

—La que estamos terminando, ¿ha sido una legislatura de puñaladas?

—No. Si haces un proyecto en un año y ganas unas elecciones seguro que te has equivocado en algo, es imposible no haberte equivocado. Y seguro que nos volveremos a equivocar. Lo que ha habido ha sido un proceso natural. Fue necesario, era imposible que todo saliese perfecto. Hay partidos que llevan siglos trabajando y siguen encontrándose con las mismas piedras. Va en la idiosincrasia de ser tanta gente con tantas mentalidades diferentes.

—¿Cree que sus antiguos compañeros de las asociaciones se han sentido bien atendidos por usted?

—Al principio tenía como dislexia y no sabía en qué lado estaba [risas]. Como yo era el que subía antes a protestar, era una situación un poco extraña. Poco a poco nos fuimos asentando cada cual en su sitio. Lo he hecho lo mejor que he podido y he trabajado mucho con el pequeño comercio, que es fundamental en el entramado social de la ciudad.