—¿Tenía claro que quería investigar el cáncer?

—A veces las cosas te llegan, no las buscas. Empecé cuando aún estaba en España, me daba cuenta de que los enfermos no tenían muchas armas para controlar la enfermedad, que tenía que haber algún avance y que la forma era investigar. Pero no es tan fácil como parece. Planteas una hipótesis, a medio camino ves que te has equivocado y tienes que volver atrás y volver a empezar. Es un trabajo duro. No dices que quieres ser investigadora de un día para otro, va surgiendo a lo largo de las vivencias con el enfermo y la medicina.

—Volver a empezar…

—Es muy duro, pero es mucho más duro perder a un enfermo. La ciencia es muy importante pero el enfermo lo es más. Empezar de nuevo una investigación es un golpe muy fuerte, pero lo importante es no deprimirte, volver atrás y plantearlo de otra manera. Debes reconocer que te has equivocado. Eso te enseña.

—¿El cáncer se podrá curar algún día?

—Hablamos de cáncer pero el cáncer son muchas enfermedades con una diversidad extraordinaria. Algunas las curamos perfectamente y con otras tenemos que avanzar más porque se puede prolongar la vida de los enfermos dos años, pero no estamos satisfechos con eso.

—¿Con qué tipos de cáncer se ha avanzado más y con cuáles menos?

—Unos con los que más se ha avanzado son precisamente a los que yo me dedico, los de médula, sangre y ganglios. Posiblemente es porque hay posibilidad de investigar. Puedes sacar sangre, investigar y, si no funciona, vuelves a sacar. Pero de un cáncer sólido no puedes estar sacando nada y la investigación es más difícil. Por eso creo que con estos tipos de cáncer se ha avanzado mucho. En la leucemia aguda que se da en los niños de menos de 14 hay una curación del 85% de casos, es altísimo. También en los de mama y próstata, que son los más frecuentes. No se ha avanzado tanto con otros, como el de pulmón y hay que continuar con los sarcomas, que vienen del músculo y son muy agresivos. Cada vez tenemos más fármacos que van a atacar la lesión inicial del cáncer, que es lo que se intenta buscar.

—¿Ha cambiado mucho la investigación?

—Sí, en la tecnología hay cambios cada día. También el conocimiento del genoma, los genes que hay en las células y que codifican todo. Conocer bien la normalidad es muy importante para reconocer lo que es anormal y atacarlo.

—¿Cuánto tiempo dedica a ponerse al día y cuánto a la investigación?

—Hoy en día es imposible, con toda la información que tienes, dedicarte a todos los cánceres. Lo que se hace en el instituto es formar equipos que se dedican exclusivamente a un cáncer. Hay un equipo de 15 o 20 personas investigando el de pulmón, otro el linfoma y las leucemias y dentro de ellos hay subcategorías. No puedes leer 200 artículos al día. Es imposible, no tienes tiempo.

—Muchas veces se oyen comentarios que aseguran que si no se avanza más en enfermedades como el cáncer o el sida es porque a las farmacéuticas no les interesa. ¿Es verdad?

—No, creo que no. Siempre he tenido muy buena relación con las compañías farmacéuticas. Colaboramos con ellos cuando tienen un producto nuevo y nos han ayudado cuando hemos hecho ensayos clínicos dándonos el producto. Está claro que a ellos les interesa fabricarlos porque son empresas y deben tener beneficios. No me he encontrado nunca con una empresa farmacéutica seria que esté en contra de la investigación. Nunca.

—¿Cómo es un día normal en su trabajo?

—Tengo dos días a la semana que son clínicos, veo enfermos que están ingresados o que vienen al dispensario, organizo el tratamiento y, al mismo tiempo, tengo un equipo que se está formando y al que transmito lo que sé porque son el futuro. Eso me ocupa todo el día y cuando llego a casa aún suelo hacer cuatro cosas más. Los otros tres días me dedico al diagnóstico y la investigación y estoy en el laboratorio. Soy una persona de referencia de casos difíciles, hay consultores de Inglatera, Europa y América que tienen problemas y envían las muestras para que se haga un diagnóstico. Es muy importante porque si el diagnóstico no es correcto, el tratamiento no será correcto nunca. Y luego me quedan las noches y el fin de semana.

—No me diga que también trabaja.

—Sí, pero más relajada. En casa. Preparo escritos y conferencias. Pero no es una cruz. Disfruto de mi trabajo. Cuando vengo a Ibiza o a Barcelona voy a alguna exposición. Me gusta mucho el cine, aunque puedo ir poco, y leer alguna novela en la cama.

—¿Hacia dónde va la investigación en cáncer?

—Intentamos encontrar fármacos que van a la lesión primera, la que ha originado el cáncer. A atacar la célula diana, la madre. En muchos fármacos, lo que hacemos, es tratar el cáncer como si fuera un árbol que vas podando. Pero aún está ahí. Lo que estamos buscando es ir a la raíz para cortarlo de forma definitiva. Y eso cuesta. Años y años. Una vez que has elaborado fármacos que piensas que irán a esto debes hacer estudios con células en el laboratorio para ver si funciona y, si es así, ensayos con animales para ver la dosis y comprobar que no tengan efectos secundarios y que sea eficaz. Luego pasas al estudio con enfermos que no tienen salida y cuando demuestras que es efectiva ya va para adelante. Desde que tienes un fármaco hasta que llega al mercado pueden pasar 10 o 12 años. Es un proceso largo.

—¿Cuál es el último éxito que ha tenido en el laboratorio?

—Descubrir que en un tipo de leucemia crónica que es la más frecuente en la población adulta hay una predisposición familiar y una serie de genes que puedes heredar y que por ello tengas una gran susceptibilidad a desarrollar esta leucemia. Hemos visto que un 8 o 9% tiene una pequeña leucemia sin que se manifieste. No le podemos llamar leucemia, pero es una fase preleucémica y en el plazo de un año hay entre un 1 y un 2% de posibilidades de que la tengan. También la utilización de un tipo de inmunoterapia con un anticuerpo monoclonal para el tratamiento de alguna leucenia que tenía muy mal pronóstico porque la gente moría en meses. Ha sido un gran avance.

—¿En qué estan ahora?

—Estamos intentando conseguir nuevos fármacos para enfermedades y encontrar la célula diana normal donde la leucemia se ha desarrollado. Tenemos varias líneas de investigación abiertas, pero no quiero abrir muchas más porque las dejaría muy en su infancia. Llegará un momento en que necesitaré reposo, descanso, volver a mis raíces y no quiero dejar las cosas empantanadas.

—Con la pasión con la que habla de su trabajo parece mentira que pueda dejarlo.

—Bueno, siempre puedo seguir teniendo una pequeña relación con él. Aunque trabajo en Londres mucha gente me invita a dar charlas en España. Soy muy conocida y no creo que tuviera problemas en seguir haciendo algunas cositas, pero con mucha más calma. Querría descansar y hacer cosas que no he hecho porque el trabajo ha sido mucho.

—¿Han mejorado los diagnósticos y tratamientos?

—Mucho. Muchísimo. Tenemos muchas herramientas. No solo cuando haces una biopsia hay toda una serie de marcadores que te indican la sensibilidad hacia un tratamiento, si no también hay técnicas radiológicas nuevas como el pet-tac. Antes teníamos el tac, una prueba radiológica muy buena en la que se ve el cuerpo plano por plano y puedes estar seguro que si hay algo, se detectará. Pero a veces el problema es que tienes un cáncer que no es anormal de tamaño. Con el pet-tac inyectas una sustancia que es como un azúcar del que las células del cáncer son muy ávidas y cuando la inyectas, se va corriendo al tumor. Ves los órganos normales y, de repente, una hipercaptación bestial, de colorines, que es el cáncer. Eso ha ayudado mucho al diagnóstico precoz. Se ha avanzado mucho y se avanza.

—¿A velocidad exponencial o poco a poco?

—Cada vez más rápido.

—¿En qué hay que avanzar más: tratamientos o fármacos preventivos?

—Para prevenir el cáncer no tenemos muchas cosas, no fumar, porque sabemos que tiene incidencia en el desarrollo del cáncer de pulmón. La prevención es muy difícil. En cuanto a tratamientos sí que hemos avanzado. No solo tenemos la quimioterapia y la radioterapia, que son como tirar una bomba, tenemos también armas que van directamente a las células cancerígenas. Tenemos inmunoterapia con anticuerpos monoclonales que, cuando los inyectas, van al cáncer, lo rodean y el propio sistema destruye la célula. Hay otros que lo que evitan es que el cáncer crezca. Para ello necesita sangre y lo que hacen es evitar que llegue. Uno de ellos es la talidomida, una droga que se había usado hace 40 años para evitar los vómitos en las embarazadas y que se tuvo que retirar del mercado porque los bebés nacían sin brazos. Evitaba que llegara sangre y el feto no podía desarrollarse bien. Está demostrado que en el mieloma es definitivo.

—¿Es posible curar por completo un cáncer o los enfermos siempre tendrán que enfrentarse a las revisiones?

—Por los métodos que tenemos, que después del tratamiento no puedas detectar el cáncer en ningún lugar no quiere decir que no quede ninguna célula circulando y por eso se hacen las revisiones, para estar seguros de que el cáncer no vuelve, pero sí que hay curación en un gran porcentaje.

—¿Es posible hacer su trabajo sin implicarse con los pacientes

—Para algunas personas sí. No les gusta el contacto con el enfermo, solo quieren laboratorio. Para mí es lo contrario. Son enfermos, sobre todo a los que curas, que conoces durante años y años y acaban siendo amigos. Me explican cómo les va el colegio a los niños y yo les digo que me vengo a Ibiza de vacaciones. Tratar solo pacientes de los estudios, que no tienen posibilidades, sería muy duro. Una cosa compensa la otra. Da una gran satisfacción poder curar a una persona joven, con una familia, con dos o tres críos, a la que le han diagnosticado leucemia.

—¿Dónde cree que estará la investigación sobre el cáncer en 30 años?

—Es difícil decirlo. Se necesita financiación para la investigación y tal y como está el mundo no sé de dónde podrá venir. Se ha recortado muchísimo en los últimos dos años y seguirá así varios más. Es lógico porque hay que cubrir las necesidades antes de poner el dinero en investigación. Si la potencia económica acaba siendo China no me extrañaría que también lo fuera a nivel científico. Con pocos recursos, desde hace 12 años han sacado fármacos esenciales para algún tipo de leucemia. Estados Unidos es otra de las grandes potencias, pero hay también un recorte y la investigación está bastante parada.