La exdecana de la facultat de Educación de la Universitat de las Illes Balears (UIB), Dolors Forteza, reclamó la necesidad de apostar por la enseñanza inclusiva en los centros de las islas en la conferencia que pronunció en el Club Diario de Ibiza ante un auditorio casi lleno, formado en su mayoría por docentes y profesionales de la educación en las Pitiusas. Forteza sentenció ante ellos que el profesor que «ha perdido la capacidad de emocionarse» por la enseñanza «debe cambiar de oficio».

Forteza, presentada por Gemma Tur, presidenta de la Associació Pitiüsa per a la Renovació Pedagògica (Aprep), insistió en que en el actual contexto de crisis hace falta que las escuelas vuelvan a formar en valores democráticos como la justicia o la solidaridad, objetivos en los que el modelo inclusivo puede ser una pieza clave. «Es una filosofía, una manera de pensar la educación», explicó, en la que se pone el acento en asegurar la igualdad de oportunidades de los alumnos, atajando cualquier riesgo de exclusión. Esto implica poner «a todos» los alumnos de una misma edad en la misma aula, al margen de cualquier discapacidad o condicionante social y cultural, «llevando la diferencia a la clase».

Al docente esto le exige esforzarse en conocer y atender las necesidades diferenciadas de cada uno de los escolares. Debe dar una «participación activa» a todos ellos y, explicó Forteza, tiene que pensar en cómo llegar a lograr que cada uno «aprenda para acercarse a su máximo potencial» y no conformarse con que todos avancen un poco.

La decana lo resumió con las «tres ´P´: presencia, participación y progreso» e insistió en que la educación inclusiva «es un proceso», no se consigue en un solo día y se basa en el derecho a la educación y al de aprender que tienen los niños en un periodo «muy importante» de su formación, hasta que salen del instituto. Con este modelo, la sociedad sale beneficiada con individuos mejor formados en valores «de los que ahora estamos un poco necesitados», reflexionó, pero también en conocimientos, porque el profesor debe ser ambicioso en las metas a conseguir para sus alumnos. Según dijo, «es un sistema justo, necesario y posible».

Aunque la enseñanza inclusiva implica a toda la comunidad educativa en el esfuerzo de formar a las nuevas generaciones, Forteza puso mucho énfasis en el papel mucho más responsable que impone este modelo a los profesores.

Haciendo un símil, Dolors Forteza dijo que la educación «es un tango», en el que profesor y alumno bailan juntos y van superando obstáculos. Para ello, los docentes deben mantener una actitud crítica y reflexiva, cooperar con los estudiantes y también con sus compañeros, ser capaces de dialogar y comunicar. La misión de educar, según Forteza, exige «compromiso, pasión, curiosidad, escuchar activamente a los alumnos, tener empatía y ser creativos», además de no perder «la inquietud por cambiar». La inclusión supone «tolerancia cero con la discriminación, el rechazo, la invisibilidad, las barreras y la exclusión de cualquier alumno».

Como persona comprometida durante décadas en la supresión de barreras de cualquier tipo en la educación, Forteza llamó al auditorio «a ir contracorriente». «Hemos de ser personas más guerreras, recuperar la ilusión que había en los años 80» en la educación, planteándose retos como el de lograr una sociedad «más inclusiva» empezando por el germen de un sistema educativo más justo.

La disertación comenzó con una reflexión en torno a «quién construye los alumnos problema», en la que Forteza se preguntó si realmente los docentes daban respuesta a las necesidades del alumno o si lo descuidan «porque es portador de problemas». También se preguntó si el fracaso escolar es responsabilidad del alumno o de la escuela para concluir que se trata de un problema que se debe abordar llegando a un consenso entre los que culpan a uno o a la otra. Una posibilidad que no se ha explorado, dijo, es la de tratar de «cambiar los colegios para responder más a lo que demandan los alumnos», a los que, dijo, «casi nunca se les pregunta».

¿Quién enseña a enseñar?

La doctora en pedagogía Dolors Forteza fue contundente: «Yo cambiaría de arriba a abajo la formación inicial» (la formación de profesores), contestó a la pregunta de si estaba satisfecha con la situación educativa en las islas. Forteza está más contenta con la preparación para Infantil y Primaria que con la que reciben los futuros profesores de Secundaria. «Con un año no basta», reiteró, por la «complejidad» de los centros y de sus alumnos. Forteza acusó al Gobierno de no haber sido «lo bastante arriesgado» para reformar el modelo formativo frente a las presiones de «sindicatos y colectivos profesionales», reacios a cambios que puedan perjudicar los supuestos intereses del colectivo. Por ejemplo, «mientras en Portugal la educación siempre ha sido una licenciatura, aquí se han buscado especialistas» en alguna área que después se han formado para educar. Tampoco cree que funcione la propuesta del año pasado de implantar una especie de MIR para docentes porque debería haber una «supervisión constante» del profesor en formación y porque «hace falta mucho dinero» y no cree que estén por la labor. En todo caso, sería «necesaria» en Secundaria.