Entre las fotografías que se encuentran en la muestra de S´Alamera sin duda llama especialmente la atención la del general Gotarredona, engalanado y cubierto de medallas, tomada a finales de los años 60, en color. Se trata de un retrato que Josep Maria Subirà realizó por encargo y del que no guarda un recuerdo muy grato. «El general ibicenco estaba ya retirado y vivía en su casa de Dalt Vila –recuerda ahora el fotógrafo–. Fue su hermana la que contactó conmigo a través de un amigo común. Fui a la casa del general y me encontré a un hombre muy serio y rígido, ya vestido de gala para la ocasión. Apenas me dirigió la palabra. Fue una sesión muy seca, un poco desagradable incluso. Era como si me hubieran dicho que le hiciera una foto a un muerto. Así que fue una sesión muy rápida, salí de allí lo antes que pude».

Muy diferente había sido el encuentro, casi diez años antes, con el escritor rumano, residente en París, Tristan Tzara, fundador del dadaísmo y, por tanto, una de las figuras principales de la vanguardia artística europea, que visitó Ibiza en al menos un par de ocasiones siempre para visitar a su amiga Ula, una sueca que vivía en la Peña.

«Me avisaron de que estaba en la isla y le traté un poco –evoca cincuenta años después el fotógrafo–. Era un hombre muy simpático y agradable, del que guardo muy buen recuerdo. Le tomé fotografías en el apartamento de su amiga, en el balcón, que daba al mar, y también, unos días después, en un yate de un amigo mío, que estaba anclado en el Club Náutico».