Convertido ya en un pianista consagrado y solicitado en auditorios y conservatorios de todo el mundo, sobre todo en China, Fan-Chiang Yi (Taiwán, 1981) tendrá la oportunidad de mostrar de nuevo una pequeña parte de sí mismo en el cierre de la decimonovena edición del Festival Internacional de Música de Ibiza, esta noche en Sant Carles. La última vez que el intérprete se subió a un escenario ibicenco obtuvo el primer premio del Concurso Internacional de Piano organizado por el Centro Cultural Sant Carles, vinculándose a los anales de la historia de este importante evento cultural de la isla.

—¿Qué se siente cuando todo son elogios por parte de músicos reconocidos a nivel mundial?

—Como músico la carrera nunca termina, y por supuesto es un gran apoyo escuchar a gente que te dice que vas por buen camino.

—¿No existe una cima?

—Nunca. Como ser humano soy demasiado pequeño. Nunca puedo ver el momento de llegar al límite, quizá en diez años en otro sitio…

—Con tres años usted ya tocaba el piano en la Escuela de Piano Sistema-Yamaha. ¿Esto era normal en Taiwán? ¿Era así con otros compañeros y amigos?

—Esto es muy natural en mi familia. Tengo dos hermanos, yo soy el mediano, y cuando yo nací ya había un piano en casa. Uno de mis hermanos había aprendido a tocar el piano desde los cinco años. Mi madre siempre me llevaba a tomar la lección con mi hermano. En Taiwán estaba en una escuela especial de música, con otros talentos, pero siempre es difícil manetener eso y hacer de la música una profesión o, mejor dicho, es difícil mantener la pasión.

—Pero no solo aprendió a tocar el piano, también el clarinete…

—Sí, en la escuela tenía que elegir dos instrumentos, uno principal y otro que fuera diferente, así que elegí el clarinete.

—¿Por qué prefirió continuar con el piano?

—Creo [y reitera], creo que fue por lo que sentía con el piano. Por supuesto el clarinete y el piano son muy diferentes y el piano tiene un sonido genial que le gusta a la gente. Me siento muy bien tocando este instrumento y relamente percibo que el piano y yo somos lo único en el mundo, sin siquiera distancia entre nosotros. Me gusta porque a veces ese círculo tan cerrado me permite escuchar mi sonido.

—En 1994 emigró a Alemania. ¿Iba buscando algo nuevo?

—En la escuela musical de mi país también teníamos materias comunes como matemáticas o lengua china. Había una gran competitividad. Todos los días tenía que practicar, después leer y estudiar hasta las dos de la noche. A lo mejor después tenía que levantarme a las seis de la mañana. Eso se puede hacer unos meses, pero todos los días… No era lo más adecuado. En Alemania la educación musical es muy completa y está en muy buen camino.

—Y tan buen camino lleva usted que ha recibido más de 25 premios nacionales e internacionales. ¿Le gusta participar en un concurso porque se siente igual de bien que en un concierto o se lo toma como una exigencia para poder darse a conocer en el mundo?

—Buena pregunta…Tengo que controlarme mucho más cuando estoy tocando en una competición pero eso no significa que cambie mi forma de interpretar una pieza solo porque a un miembro del jurado le puede gustar más. Me mantengo, pero tengo que controlarme y hacer el trabajo que he preparado. En un concierto siempre te sientes más libre y es más personal. En Ibiza realmente disfruté porque me sentí como si no estuviera en una competición, pude mostrar la pasión y disfrutar de unos muy buenos oyentes.

—No sé cuántos habrá en el mundo, pero solo en China hay inscritos unos 50 millones. ¿La competencia es dura?

—En las principales ciudades de China, como Pekín o Shangai, el nivel es muy, muy alto. Muchos estudiantes y profesores proceden de países extranjeros, por eso se vive casi como una experiencia cultural. Son cosas opuestas y hay grandes diferencias según el sitio.

—Conoce bien China y Taiwán gracias a la música, pero ¿dónde ha encontrado el mejor público?

—Curiosamente, tengo que decir que disfruto muchísimo cuando toco en España. Además el horario es mucho mejor, puedo tocar a las ocho de la tarde…

—No será solo por eso…

—(Ríe). No, también he encontrado muy buenos oyentes. He tenido la oportunidad de contar con buenos oyentes en muchos conciertos y eso es muy bueno.

—Dulces recuerdos. Hice buenos amigos y lo especial de este evento es que no se siente como una competición entre los participantes. Eso es muy difícil, todo el mundo quiere siempre el premio, el dinero. Eso solo lo he visto en este concurso y es algo que se consigue gracias a la organización.