Eduardo Paniagua (Madrid, 1952) asegura que le gusta escuchar música moderna, jazz, e incluso pop y techno, estos dos últimos estilos debido a la influencia de sus hijos. Sin embargo le preocupa sacar a la luz de forma musicada los poemas y manuscritos antiguos, labor que le lleva a compartir escenarios internacionales con otras culturas y a obtener numerosos premios. Hace treinta años actuó en Ibiza con la agrupación Atrium Musicae, y ahora vuelve como director para abrir el XIX Festival Internacional de Música de Ibiza, hoy a las 22 horas en la iglesia de Sant Carles.

—Es arquitecto y músico. ¿Cómo se conjugan estas dos vocaciones?

—Desde los 16 años empecé con la agrupación de mi hermano Gregorio Paniagua, Atrium Musicae, un grupo pionero de finales de los sesenta, principios de los setenta. Trabajé para la Comunidad de Madrid en la rehabilitación arquitectónica, que no es tan distinta de la rehabilitación musical o de sacar a la luz estas músicas históricas. Creo que incluso la metodología arquitectónica me ha llevado a plantearme seriamente la investigación y, sobre todo, la divulgación de una forma concreta en las grabaciones de la música.

—Alfonso X El Sabio animaba a los trovadores y juglares a difundir su arte, especialmente su mensaje de alabanza a la Virgen. ¿Se considera un trovador de la corte?

—Me siento espiritualmente cercano. Sobre todo cuando pasas muchas noches estudiando estas músicas, pensando cómo instrumentarlas, cómo sonarían entonces, qué instrumentos serían los adecuados… Pero estamos en el siglo XXI y es otra historia. Mi intento de acercamiento no deja de ser una tesis, por eso cuanto más se lleve en la mochila sobre la época más puedes identificarte y estar seguro al hacer una interpretación, sobre todo cuando nunca se ha interpretado y eres la primera persona que lo interpreta después de siete u ocho siglos. Eso es lo más emocionante para mí.

—¿Hay continuidad en el estudio de la música medieval y antigua por parte de los jóvenes músicos de hoy?

—No. El estudio de la música medieval y también la renacentista y barroca sigue siendo un esfuerzo personal del músico que se acerca a estos tiempos y a estos instrumentos. Hay lugares en Europa donde se pueden estudiar estos instrumentos. En España algún conservatorio tiene viola de gamba, clavecín, flauta de pico o violín barroco, pero cualquier otro instrumento raro como el salterio no existe. Así que hay que buscar a los luthiers, las tradiciones, las fuentes musicales e interpretarlas. Realmente, hasta los años noventa no se ha desarrollado un estudio eficaz de la música antigua. En el sello discográfico que tuve que hacer (Pneuma), porque si no, no habría continuidad, ya se han grabado 120 discos de música antigua.

—Disculpe si soy indiscreta, pero ¿es usted creyente?

—No tengo inconveniente en decir que sí. He tenido buenos maestros que me han acercado a un sentimiento religioso profundo y crítico.

—¿Esto puede haber influido en su estudio de las religiones y las culturas o ha sido a la inversa?

—Yo creo que es al revés. El estudio de la Historia, de la Biblia, es esencial para la música porque continuamente se están haciendo referencias a citas bíblicas y profetas. Ha sido un enriquecimiento muy positivo. De alguna manera este sentimiento religioso pretende ser profundo, que no significa beato ni sectario. Me he abierto a la profundidad de cualquier sentimiento religioso que sea abierto a la contemplación, al disfrute, al análisis filosófico para entender qué hacemos, dónde estamos y qué sentido tiene la música en todo esto.

—¿Y qué sentido tiene?

—Pues es un vehículo maravilloso que nos excita los sentidos, por un lado. Los medievales también hacían su crítica a la música porque llevaba a lo terrenal. Pero bueno, cuántos músicos han hablado sobre la música como vehículo hacia Dios, la música de las esferas y de la naturaleza... Eso es algo interesante para reflexionar sin prisas.

—¿No le preguntan a menudo por qué estudia tanto el pasado?

—Hay una cosa increíble de la música y es que necesita el presente más absoluto para que suceda. Interpretar una música de nueva creación que a lo mejor es de anteayer es mucho más pasado que una música de hace siglos, porque cada vez que se toca tiene que ser nueva. Puede haber un manuscrito anterior pero la música es actual. Además, estamos probablemente reviviendo momentos de luz y de convivencia de cuando sucedía esto mismo, que músicos cristianos, judíos y musulmanes hacían lores a la virgen y cantaban las cofradías de unos y de otros.

—Para el concierto de hoy en Ibiza ha elegido cantigas de Alfonso X el Sabio que hablan de comerciantes, corsarios, peregrinos que viajan por las islas. El contexto es idóneo…

—Fueron los programadores del festival los que me encargaron tocar las cantigas de Alfonso X el Sabio. Me acompañarán César Carazo [canto y fídula] y Luis Antonio Muñoz [canto, viola y pandero]. Es una maravilla tocar con ellos. Del repertorio de cantigas me hacía ilusión elegir algunas que suceden en viajes por el Mediterráneo, con tormentas y aventuras. Normalmente la cantiga, que es en galaicoportugués, no se canta entera sino que hago una pequeña introducción para explicar la temática. Es una manera de acercar al que escucha y motivarle para oír una aventura del siglo XIII.