Entre otras cosas, lo que hoy le falta al mundo es armonía, y el poeta leonés Antonio Colinas (La Bañeza, León,1946), una de las voces líricas más hondas y auténticas de la literatura en castellano, ha dedicado buena parte de su vida a buscar ese equilibrio entre la vida, la naturaleza y la escritura. El resultado: ´Tres tratados de armonía´. Un volumen que acaba de salir a la calle, publicado por Tusquets, en el que se incluyen los dos primeros libros que ya dedicó el autor de ´Sepulcro en Tarquinia´ a estas reflexiones en forma de aforismos, diarios o pensamientos poéticos sobre la ética y la estética, que ahora cierra con este ´Tercer Tratado de Armonía´, broche final del proyecto.

«Este es el libro que más quiero, el que recomendaría a los que no conozcan mi trabajo. Ahora esta es una obra nueva que engloba los dos primeros títulos más este inédito, que es la mitad del libro y que es un contraste entre el espíritu mediterráneo y las tierras de León. El diálogo entre dos valles y entre dos casas, porque estos textos son fruto de la meditación, la contemplación y la soledad» en uno y otro lugar, explica Colinas.

«La mente y la naturaleza constituyen un realidad indivisible, nada oculto puede deducirse por raciocinio». Con esta cita del psicoanalista suizo Carl Jung, y con otra del filósofo sueco Emanuel Swedenborg sobre la necesidad del amor para configurar la vida de una persona, además de un dicho sufí conminando a leer en la naturaleza, se abre este libro del Premio Nacional de Literatura y Nacional de la Crítica, entre otros muchos galardones.

Toda una declaración de intenciones y una pista clara de por dónde caminan estos textos, difíciles de definir, un tanto raros y a contracorriente del panorama editorial español, donde no son algo muy al uso, pero que, si se hubieran publicado en Alemania, Francia o Inglaterra, no serían tan raros.

«Existe en el libro una visión de la realidad poco usual; tal vez un poco provocadora. Un retorno al origen universalizado. Es un libro con muchas aristas y es mi visión del hombre con el latido de Oriente. Puede ser visto como un diario, como aforismos o como poemas en prosa. Pero, sobre todo, es el resultado de un convencimiento: que la literatura sana al que escribe y al que la lee», asegura el autor.

Y parece que, tanto es así, que estos tratados de armonía han sido recomendados por algunos psicólogos a sus pacientes como lectura terapéutica. Aunque rápidamente Colinas se apresura a decir que no tiene nada que ver y que no quiere que se confundan con esos libros que ahora tienen tanta fama, llamados de autoayuda. «Un diálogo con el silencio», un viaje por la vida que para el autor de ´Desiertos de la luz´ acaba siendo un viaje hacia el centro de uno mismo.

Por ello, Colinas recorre paisajes, naturalezas, países, autores, libros, músicos o melodías, un mundo heterodoxo que ha ido tatuando en su pupila y su memoria y que ahora, con un eco más difuminado y lejano, compone el lienzo de su vida.

Una mirada a lo más insondable del ser, a ese rincón de lo indescifrable que Colinas comparte con un lector que también busque indagar lentamente en su propio viaje.

María Tsvietáieva, Lao Zi, el poeta coreano Ko Un, San Juan de La Cruz, Santa Teresa de Jesús, Aristófanes, Fray Luis de León, Garcilaso, Juan Ramón Jiménez, Machado, María Zambrano, Virgilio, Schoenberg, Bach, el cielo, las estrellas, los valles leoneses, el mundo italiano, la sempiterna Ibiza o las lecturas raras son algunos de los pilares de este libro sobre los que Colinas construye su viaje.