Él mismo se puso este atajo. Sin embargo, su futuro profesional estaba exactamente donde él había soñado desde niño: en la ilustración. «Al salir de la Massana, poco a poco fui dibujando y he acabado como ilustrador. Busqué otro camino por miedo a no poderme dedicar a ello de manera profesional y he acabado trabajando en ello», explica desde su estudio de Barcelona, ciudad en la que vive desde que era un niño.

En estos momentos acaba de llegar a las librerías uno de sus últimos trabajos, ´El príncipe sapo´, un libro infantil en el que el ibicenco ha dado vida a sus personajes. En breve lo hará también ´El secreto de la laguna´. Sorprende descubrir que los dibujos han salido de las mismas manos. La pátina antigua y los colores matizados del primero contrastan con el brillo y el aspecto picassiano que inundan las página del segundo. No es extraño. «No me gusta hacer siempre lo mismo», apunta. Tampoco son las ilustraciones para cuentos infantiles lo que más le apasiona. «Las editoriales te marcan mucho el trabajo», señala. Incluso en esos casos, confiesa que no puede evitar huir de lo infantiloide.

Sólo hay que echar un vistazo a lo que crea libremente para darse cuenta de que no está bromeando. Su novela gráfica ´Sinsonte´, que está pendiente de publicación, es un universo en blanco y negro en el que se mezclan la mitología más clásica (Narciso, las Parcas, Baco, Prometeo?) y la de los cuentos infantiles (el zapato de cristal de la Cenicienta, el gato de Cheshire de Alicia en el país de las maravillas, la capa de Caperucita?). Medio millar de páginas que se leen sin que haya una sola letra,exceptuando el título y los apéndices.

Sí disfruta especialmente trabajando en prensa, a pesar de que reconoce que cuando colaboraba en la sección de Deportes de El Periódico de Cataluña tenía apenas unas horas para pensar las ilustraciones. «Era una pasada. Por la noche veías el partido y al día siguiente ya tenías que entregar el dibujo», matiza. La libertad con la que asegura que trabajaba compensaba la rapidez con la que debía pensar. Del mundo empresarial también destaca los pros y los contras: «Si haces algo bueno puede convertirse en un icono muy popular, pero muy pocas veces se conoce a su autor». Algunos de us trabajos más impactantes fueron para el suplemento literario de El Periódico de Cataluña. Un vampiro de colmillo ensangrentado frente al Toro de Osborne, una Quinta Avenida iluminada por best-sellers o una terrorífica escena de brujas de aspecto medieval son sólo algunos ejemplos que pueden verse en la página web de su empresa: www.alewebs.com. Sus trabajos no han pasado desapercibidos y algunos de ellos han recibido algunos premios. «Los reciben los medios, porque los premios no se suelen entregar a los colaboradores», señala.

Escandell explica que sigue dibujando a mano. Con lápices, rotuladores, tinta china y acuarelas. Utiliza el ordenador. Pero con moderación. «Tienes la precisión del zoom y con ello corres el peligro de perder mucho tiempo. Además, no quiero perder la parte artesanal de este trabajo. Porque cuando te acostumbras al ordenador en muy poco tiempo puedes perder la práctica de la mano. Te empieza a temblar», explica. El ibicenco reconoce que en los últimos años la ilustración ha cobrado importancia, aunque precisamente por eso se corre el riesgo «de que se convierta en un producto».

A Víctor Escandell todavía le quedan sueños por cumplir. Sabe que no es fácil y que es un proyecto que requiere tiempo y dedicación. Pero desde hace tiempo le ronda por la cabeza la idea de animar sus dibujos. Como un Pigmalión de los lápices. Verlos moverse. Darles nombres y una viva que vivir. Aunque sea en un corto de animación.