Al Dj se le fue la mano y se pasó de década. Mientras atronaba la música disco de finales de los 70, Óscar Ferrer le explicaba a la concurrencia cómo bailar ese sonido poco familiar para los retoños de 0 a 12 años del pueblo: «Mano al centro; ahora, ¡tembleque!» y todos a agitarse como posesos.

Los padres respondieron a la convocatoria de una fiesta Flower Power matutina para los más pequeños. Más de medio centenar de niños aparecieron, perfectamente ataviados con gafas gigantes, pelucas, flores falsas y estampados primaverales, para llenar la plaza de la iglesia, mientras sus progrenitores se hacían callo en el índice de tanto disparar la cámara de fotos.

Los reyes de la casa pudieron maquillarse, inflarse a chocolate caliente y recortar todo tipo de recortables antes de participar en la gincana que convirtió el pueblo en un nuevo paraíso hippie donde los peluts camparon por sus respetos, preludiando la fiesta de la noche, el Flower Power más antiguo de la isla, que convocó a miles de isleños desde las nueve de la noche en el mismo escenario. El Ayuntamiento contó con tres Djs para calentar las fiestas patronales de la localidad.