Las interioridades de la construcción

Eivissa | J. M. P.

El molino de es Raspallar ha seguido funcionando con normalidad a pesar de que las aguas que mueve no riegan ya los cultivos agrícolas, sino los espacios ajardinados de la piscina del Consell. Era uno de los objetivos de Marí Calbet cuando el Consell adquirió los terrenos. «Es deseo del promotor proceder a la restauración del citado conjunto, de tal forma que pueda ser operativo para las funciones que originalmente tuvo y, a su vez, se recupere uno de los elementos más tradicionales y representativos del paisaje rural ibicenco», se especifica en el expediente de obras de 1998. La intención del promotor (el Consell Insular) era que «las aguas necesarias para el riego de las futuras zonas ajardinadas sean alumbradas mediante sistemas tradicionales y concretamente a través de los elementos estructurales objetos del presente proyecto». El molino formaba antes parte de la finca conocida como es Raspallar, cuya propietaria era Guadalupe Llobet Tur. El caudal instantáneo del acuífero era entonces de 40.000 litros por hora. El pozo tiene una profundidad de 16,50 metros y el agua que proporciona contiene 1,856 gramos por litro de concentración de sales totales y 1,56 gramos por litro en concentración de cloruros. El estudio revela asimismo la absoluta inexistencia de `coliformes fecales´, aunque sí había 26 `coliformes totales´ en cien mililitros de agua analizada. La estructura del cuerpo del molino tiene dos unidades: la torre y la unidad inferior o pozo. Presentaba en 1998 un «buen estado de conservación» en todos sus elementos estructurales «con algunos desperfectos en elementos complementarios como escaleras interiores, forjados, voladizos, puertas, ventanas y puertas». Está construido con piedra viva de cantera careada y recibido con mortero de cemento y macizados de hormigón en masa fabricadas en obra.

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