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Vicent Mari
Ver galería >Primer domingo de mayo. Santa Eulària celebró ayer su primer domingo de mayo «un poquito», en palabras de su párroco, Vicent Ribas. Ni tuvo el esplendor de los años previos a la pandemia ni se redujo al mínimo, como en 2020. Hubo menos actos y se limitaron los aforos, pero lo poco que hubo supuso un paso de gigante en el camino para recuperar la normalidad. El administrador diocesano está seguro de que el escenario será totalmente distinto en 2022.
Primer domingo de mayo. Santa Eulària celebró ayer su primer domingo de mayo «un poquito», en palabras de su párroco, Vicent Ribas. Ni tuvo el esplendor de los años previos a la pandemia ni se redujo al mínimo, como en 2020. Hubo menos actos y se limitaron los aforos, pero lo poco que hubo supuso un paso de gigante en el camino para recuperar la normalidad. El administrador diocesano está seguro de que el escenario será totalmente distinto en 2022.
Primer domingo de mayo. Santa Eulària celebró ayer su primer domingo de mayo «un poquito», en palabras de su párroco, Vicent Ribas. Ni tuvo el esplendor de los años previos a la pandemia ni se redujo al mínimo, como en 2020. Hubo menos actos y se limitaron los aforos, pero lo poco que hubo supuso un paso de gigante en el camino para recuperar la normalidad. El administrador diocesano está seguro de que el escenario será totalmente distinto en 2022.
Primer domingo de mayo. Santa Eulària celebró ayer su primer domingo de mayo «un poquito», en palabras de su párroco, Vicent Ribas. Ni tuvo el esplendor de los años previos a la pandemia ni se redujo al mínimo, como en 2020. Hubo menos actos y se limitaron los aforos, pero lo poco que hubo supuso un paso de gigante en el camino para recuperar la normalidad. El administrador diocesano está seguro de que el escenario será totalmente distinto en 2022.
Primer domingo de mayo. Santa Eulària celebró ayer su primer domingo de mayo «un poquito», en palabras de su párroco, Vicent Ribas. Ni tuvo el esplendor de los años previos a la pandemia ni se redujo al mínimo, como en 2020. Hubo menos actos y se limitaron los aforos, pero lo poco que hubo supuso un paso de gigante en el camino para recuperar la normalidad. El administrador diocesano está seguro de que el escenario será totalmente distinto en 2022.
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