Trasporte marítimo

Barcos y personas en peligro por el oleaje cerca del puerto de Formentera

Denuncian numerosas incidencias a la llegada a gran velocidad de los ferris que transportan coches desde Ibiza

Una de las embarcaciones que sufrió daños por la ola provocada por un ferri el miércoles

Una de las embarcaciones que sufrió daños por la ola provocada por un ferri el miércoles / F.C.

Pilar Martínez

Pilar Martínez

Formentera

El pasado miércoles, una gran ola producida por uno de los barcos de transporte regular de pasajeros y vehículos procedente de Ibiza a su llegada al puerto de la Savina arrancó de su fondeo una pequeña barca de una empresa de alquiler de Formentera y la lanzó contra la costa, al tiempo que daba la vuelta a otra embarcación del mismo propietario, que quedó con la quilla al aire y el motor inundado.

Se trata de una situación que se repite desde hace años, según denuncian diferentes usuarios del puerto, que ven como varias veces al día llegan a gran velocidad barcos de dos navieras diferentes cargados de vehículos y como, en el último momento, frenan para ajustarse a las limitaciones de velocidad de la bocana del puerto, lo que provoca el desplazamiento de un gran volumen de agua hacia la zona este, donde está situada la Cofradía de pescadores.

Detrás de estas instalaciones existe una playa de pequeñas dimensiones y un muelle que utilizan numerosas embarcaciones auxiliares para subir o bajar pasajeros de barcos más grandes fondeados en los alrededores. A menudo, estas neumáticas se ven desplazadas varios metros o incluso vuelcan por culpa de las olas que irrumpen en una zona que habitualmente está en total calma. También se tiene constancia de varios accidentes con resultados graves en nadadores que han sido arrojados contra las rocas por una de esas olas inesperadas.

Francisco Javier Castelló Torres, gerente de la empresa propietaria de las dos embarcaciones accidentas este miércoles, explicaba tras el incidente que estaban fondeadas fuera del canal de entrada al puerto, en zona libre, por lo que la Autoridad Portuaria de Balears (APB) «se desentiende de lo que ha pasado», una actitud que no le parece «correcta» a este experimentado marinero, ya que «la onda también llega al interior de las dársenas y al muelle pesquero, afectando a la seguridad de los barcos allí amarrados y a la gente si la pilla desprevenida».

Este punto lo corrobora Iván Pérez Marí, presidente de la Cofradía de pescadores de Formentera, quien asegura que los pesqueros sufren continuamente el desgaste de los amarres de popa por el roce que provoca el vaivén causado por las olas. «Las cadenas que deberían aguantar 10 años aquí solo duran dos o tres», explica. «Se supone que esto es un puerto abrigo, pero no lo parece», denuncia. Pérez opina que «esto ya está pasando de castaño oscuro, un día van a matar a alguien y después veremos quién se hace responsable».

Accidentes

Por su lugar de trabajo, este pescador es testigo cada día de los descalabros que provocan las grandes masas de agua que desplazan los ferris al frenar. En alguna ocasión, ha temido por la vida de pasajeros de embarcaciones que recibían de manera inesperada toda la fuerza de las olas. También recuerda como hace unos años, dos personas tuvieron que ser asistidas en dos incidentes aislados: «Estaban nadando tranquilamente cerca de la playa tras la Cofradía y la ola los arrojó contra las rocas, causándoles fracturas en las piernas en las dos ocasiones».

El pasado miércoles, tras el suceso, Castelló garantiza que llamó «más de 30 veces» a Capitanía Marítima sin conseguir que le respondieran al teléfono. «Estoy seguro de que están recibiendo quejas por este motivo cada dos por tres», manifiesta, una afirmación que contradice el capitán marítimo de Ibiza, Luis Gascón, aseverando por su parte que «hasta este momento» desconocía la existencia de esta problemática.

Gascón ya se ha puesto en contacto con la APB, «titular de las instalaciones donde realizan sus maniobras los barcos» para solicitarle información sobre los hechos. «Aunque son ellos los principales responsables del área», el capitán considera que no puede mirar hacia otro lado «como autoridad marítima» y también ha trasladado a las navieras la importancia de «tener en cuenta el impacto de las olas generadas por los barcos grandes», instando a «adoptar las medidas que consideren más oportunas para minimizar este impacto».

No ha sido posible obtener ningún tipo de declaración por parte de la APB, a pesar de intentarlo a través de su servicio de prensa.

Castelló, que anteriormente había trabajado en embarcaciones de transporte regular, considera que quizás los patrones «tienen mucha presión por cumplir horarios». Por ejemplo, la embarcación que causó los daños este miércoles, el ‘Nixe’ de la compañía Baleària, tiene su salida desde Ibiza a las 9 de la mañana «y tiene que llegar a Formentera, descargar pasaje y coches, volver a cargar y salir del puerto a las 10, es demasiado precipitado», opina.

La naviera, al ser preguntada por los hechos, asegura que «con la información preliminar» de la que disponen, «el buque navegaba dentro de las velocidades máximas y por la zona designada de acceso al puerto que regula la autoridad marítima». Además de cumplir con la normativa, desde Baleària aseguran haber dado parte del incidente al seguro y están a la espera «del informe pericial para conocer las causas de este».

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