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‘Lluquinet’ se despide de su Cinema Paradiso en Formentera

El coordinador de la sala de cine de Formentera se jubila tras 37 años al frente del único cine de la isla, que funciona también como sala municipal de cultura.

Joan Ferrer ‘Lluquinet’ se jubila tras 37 años de trabajo «vocacional» en la Sala de cultura de Sant Francesc de Formentera. | P.M.V.

Joan Ferrer ‘Lluquinet’ se jubila tras 37 años de trabajo «vocacional» en la Sala de cultura de Sant Francesc de Formentera. | P.M.V.

Pilar Martínez

Pilar Martínez

«Voy a dedicarme a pasear, a hacer fotos y, sobre todo, a hacer el vago». Con esta declaración de intenciones tan deseable y hasta un poco cinematográfica resume Joan Ferrer, Lluquinet, el futuro que le espera cuando el 1 de abril devuelva las llaves de la Sala de cultura-Cinema de Sant Francesc de Formentera, unas llaves que llevan a su cargo desde hace 37 años.

Sería complicado encontrar en la isla a alguien que no haya pasado, al menos una vez en su vida, por esta estancia de 268 butacas rojo granate ocultas tras los cortinajes marrones que dan acceso a un universo misterioso atestado de mucho cine pero también de cuentos, danza, música de todo tipo, trucos de magia, cursos, conferencias, ceremonias... Incluso el acto de constitución del Consell de Formentera se celebró en esta sala.

Y siempre, o casi siempre, andaba por allí Lluquinet, controlando entre muchas otras cosas que las luces estén encendidas cuando llegue el público y que no quede nadie en la sala cuando se apagan. «Bueno, recuerdo que una vez ya nos íbamos a casa y vimos el coche aparcado pero vacío de un señor mayor que había venido a la función», cuenta Ferrer. «Como nos pareció extraño, volvimos a la sala y allí estaba, dormido en una butaca tan tranquilo», narra entre risas este formenterés cuyas manos son responsables de la proyección de un gran porcentaje de todas las películas que se han proyectado en la pitiusa del sur desde hace muchos años.

Los orígenes de la afición de Ferrer por este trabajo, que él mismo califica de vocacional, se remontan a finales de los años 70: «Yo tendría unos 15 o 16 años cuando empecé a hacer proyecciones en formato Super-8 de películas clásicas que se conseguían en Ibiza para que los colegios de la isla consiguieran dinero para financiar los viajes de fin de curso», rememora. Había aprendido de niño, «observando a los señores que venían a pasar las películas en el cine parroquial de Sant Ferran, fijándome más en el ruido de la máquina y las cuestiones técnicas que en lo que pasaba en la pantalla».

Unos años más tarde, la Asociación Cultural Amigos de Formentera intentó organizar un cine en las instalaciones de la antigua escuela de es Cap de Barbaria, con películas ya en formato de 16 milímetros, algo más avanzado, pero no tuvo demasiado recorrido.

El siguiente intento de propagar el amor por el cine en la isla estuvo protagonizado por la Obra Cultural Balear en Formentera, a principios de los 80. Esta organización compró un proyector y, de manera itinerante, llevaban películas a las escuelas, cuyos comedores o bibliotecas se utilizaban como salas de proyección, «hasta que agotamos las existencias de películas en formato 16 milímetros y tuvimos que cerrar porque ya no teníamos más material», explica Lluquinet, que siempre se las arreglaba para estar a los mandos de los equipos: «Donde iba el cine, iba yo», añade, divertido.

El 26 de julio de 1987, se inauguró la Sala de cultura municipal con una conferencia de Joan Marí Cardona y, un poco más tarde, el 20 de febrero de 1988, ‘La misión’ tuvo el honor de ser la primera película proyectada en el actual cine, ya en formato 35 milímetros. Tras esa primera sesión, a cargo del técnico que instaló toda la maquinaria, Ferrer y su compañero Xavi Tur se ocuparon de que el cine no volviera a faltar en Formentera.

Lluquinet no parece una persona que se deje impresionar por artistas de reconocida fama, y le parece normal que Raphael charlara con él de manera afable. De Juanma Bajo Ulloa y su película ‘Frágil’ recuerda que el director de cine llevaba unas gafas con cristales azules y, al darse cuenta de que habían atraído la atención de Ferrer, le espetó: «Es que me gusta ver la vida en colores».

Si le preguntan por su película preferida, asegura que se siente muy identificado con el argumento de ‘Cinema Paradiso’ y aprovecha para mencionar con respeto a José Ferrer Colomar, «Pepe del Bar Centro», su mentor cuando comenzó en esta profesión vocacional.

Sobre 2014 concluyó la magia de lo antiguo -los ruidos característicos de las enormes bobinas rodando; el olor del celuloide y los empalmes hechos con acetona o con celo- y llegó a la cabina de Lluquinet el «frío» formato digital. El enorme proyector Galaxy 95 tuvo que bajarse a la entrada de la sala, desde donde saluda a los recién llegados, para dejar sitio a su sucesor tecnológico: un simple ordenador portátil conectado a un reproductor colmado de medidas de seguridad para que no se puedan piratear las películas que llegan en un disco duro extraíble o en un archivo informático vía nube.

Quedan un par de semanas para su jubilación, adelantada por una decisión que tomó al darse cuenta de la fragilidad de la vida durante la pandemia del covid, y Lluquinet no sabe qué será de la sala de cine ni quién le sustituirá. Tiene claro que las primeras veces que asista como espectador a cualquier tipo de espectáculo se sentirá extraño, «desubicado». Pero luego volverá a su casa y a su familia , disfrutará de un buen paseo y tomará nuevas fotos del mar de su querida Formentera y de los rostros «de gente de verdad, no de modelos».

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