Martí Juan Mayans tiene 30 años y lleva seis dedicándose a la agricultura. Empezó por tradición familiar y por apostar por una forma de vida diferente relacionada con la tierra. Actualmente cultiva más de dos hectáreas de terreno en las que produce hortalizas de temporada. Este año aspira, después de mucho trabajo, a lograr el sello de agricultura ecológica.

Agromartí, de Juan Mayans, es una de las explotaciones de Formentera que ofrece productos de temporada todo el año. Las otros dos, Agroform y Formatierra Bio, descansan en invierno para retomar la actividad en primavera.

Actualmente es el único que está presente en el mercado payés del Centro Gabrielet, en Sant Francesc. Allí ha cultivado, nunca mejor dicho, una clientela fiel a la que le gusta consumir productos que brotan del territorio insular y que se distinguen por su calidad a unos precios razonables.

La demanda de productos de kilómetro cero ha aumentado en los últimos años. Martí Juan surte en verano a unos 20 restaurantes además de atender el mercado payés y el puesto de venta que tiene a pie de explotación, entre la Savina y Sant Francesc. Eso hace que genere puestos de trabajo, dos en concreto, para sacar adelante una producción limitada.

El agua

El agua

«Todo empezó con mi padre. Teníamos excedente de producción y empecé a ayudarle y luego nos dimos cuenta de que la gente pedía productos de aquí. Así fue». Desde entonces han ido plantando árboles y «creciendo más y más, pero limitados por el agua que hace falta para producir».

Por suerte cuentan con agua abundante y de calidad, «pero hemos tocado techo y no nos podemos pasar de lo que tenemos ahora», matiza.

Juan señala que tienen mucha demanda y que no llegan a cubrirla toda, limitados precisamente por el agua. Actualmente esta explotación tienen unas 2.000 tomateras y la misma cantidad de sandía y melón; cuentan con más de un centenar de plantas de calabacín y otras tantas de berenjena. El joven agricultor resume: «Lo que ocupan unas dos hectáreas de cultivo hortícola».

En invierno la oferta se reduce, pero ofrecen coles, brócoli, tomates de verano, melones de invierno, calabazas, pimientos y patatas autóctonas, patató para el sofrit pagès, y también boniato. Su producción anual de patatas suma unas seis toneladas.

No descarta cultivar otros terrenos que puedan surgir como el que actualmente trabaja, que le fue cedido por el Hostal la Savina, a cuyo restaurante va a parar buena parte de la producción. Ayer mismo uno de los cocineros que participa estos días en la feria gastronómica Madrid Fusión, fue a por rúcula y los tomates que se llevará a esa cita para preparar sus platos.

Pero en las estanterías del mercado payés también hay huevos de gallinas locales, almendras, aceite, mandarinas y naranjas que se están acabando. En invierno dice que tiene unos 20 clientes diarios, «pero en verano el número se cuadruplica», asegura Juan.