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Sociedad

Una familia de navegantes italianos atrapados en Formentera por el covid

La familia con tres hijos de 12, 8 y 3 años decide cambiar de vida, vender todos sus bienes y lanzarse a una aventura náutica para llegar al Caribe

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Una familia de navegantes italianos atrapados en Formentera por el covid Carmelo Convalia

La familia Barberis de Lecco está realizando un sueño que ha implicado la renuncia a su vida anterior. Lo dejaron todo en Milán, vendieron su casa y su coche y con ello acondicionaron el ‘Shimubi’, un velero de 17 metros de eslora y con sus tres hijos zarparon hacia el Caribe. Salieron de Génova en octubre pero de momento están estancados en Formentera ya que el covid les ha condicionado el viaje de su vida.

El 13 de octubre de 2020 la familia Barberis de Lecco, natural de Milán (Italia) y formada por Sara y Stephano (madre y padre) y sus tres hijos: Iago (12 años), Nina (8 años) y Timo (3 años), sin olvidar a Pepper, su perro labrador de rescate, emprendieron la aventura de sus vidas a bordo del velero ‘Shibumi’ que, de momento, les ha llevado hasta Formentera, donde el covid ha truncado su viaje, ahora interrumpido. 

La familia Barberis en la popa de su velero 'Shibumi' C. Convalia

Tras navegar durante 20 años cuando se lo permitían sus vacaciones, Sara y Stephano decidieron el año pasado hacer realidad su sueño, iniciar un viaje hasta el Caribe que les llevaría un año. Eso implicó renunciar a una vida acomodada, él es físico nuclear y ella diseñadora de telas, para venderlo todo, su casa, su coche, e invertir el dinero en acondicionar el ‘Shibumi’, un queche de dos palos de 17 metros de eslora y guardar una parte para financiar un viaje que en principio solo tiene billete de ida.

A mediados de octubre zarparon del puerto de La Spezia, cerca de Génova. Su intención era llegar al Caribe, pero con todos los contratiempos que han sufrido en este inicio de viaje de momento solo han llegado a Formentera, donde ya llevan un mes amarrados en la Marina, en la Savina

El mal tiempo que han encontrado en el mar y la situación derivada de la pandemia de covid que ha provocado el cierre de la isla de Formentera, les impide en estos momentos proseguir su viaje, por lo que se han visto obligados a cambiar de planes a la espera de que se abra el puerto para continuar su viaje rumbo a Gibraltar.

Antes de llegar al puerto de la Savina navegaron por el sur de Cerdeña y el norte y el noroeste de Córcega, para finalmente poner rumbo a Balears, donde primero recalaron en Menorca. Después siguieron hasta Mallorca, donde también se detuvieron unos días al igual que en Eivissa, para finalmente llegar a Formentera.

Sara Barberis explica que la drástica decisión que tomaron es fruto de una certeza que comparte con su marido: «Solo tenemos una vida a nuestra disposición y pensamos que lo mejor es vivirla como a uno más le guste». Normalmente este tipo de decisiones se suelen tomar cuando uno se jubila y tiene más tiempo, pero también menos energía: «Por eso hemos decidido hacerlo ahora, a los 40 años, con fuerza, y por eso lo vendimos todo».

«Solo tenemos una vida a nuestra disposición y pensamos que lo mejor es vivirla como a uno más le guste»

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El objetivo es «vivir una experiencia diferente y en contacto con la naturaleza». «De momento estamos aquí y cuando sea posible salir de Formentera vamos a ir a Gibraltar y luego a Canarias y esperaremos al próximo diciembre para atravesar el Atlántico».  

Laboratorio y escuela a bordo

El hogar de esta familia es el ‘Shibumi’, desde donde también intentan ,a través de las redes sociales, donde se muestran activos, buscar patrocinadores y realizar algún trabajo online ya que el dinero que tienen guardado es para un año, pero temen que se les acabe antes de terminar un viaje que se alarga más de lo previsto. A bordo cuentan además con un laboratorio flotante en el que analizar micro plásticos, plancton y par el avistamiento de cetáceos. Esto les permite desarrollar proyectos sobre tecnología y sostenibilidad, como evaluaciones y balances energéticos entre producción y consumo de fuentes renovables en el barco (con paneles fotovoltaicos y generadores eólicos e hidrodinámicos). También evalúan el paralelismo entre la vida a bordo y la vida en la tierra que será analizada más tarde a través de talleres en las escuelas, con el apoyo de los organismos de investigación nacionales y empresas privadas. «También queremos contribuir a divulgar la importancia del mar y de la energía que la naturaleza produce», insiste Sara.

Respecto a la educación de sus hijos, son ellos mismos quienes se encargan de ella, una opción reconocida por ley en Italia: «Somos los maestros de nuestros hijos, aunque no es fácil dar clase en el barco porque, como son tres, el más pequeño, de 3 años, siempre está interrumpiendo», ríe. 

Sara Barberis da una clase a sus hijos Barberis

Sara asegura que es «una escuela diferente y lo que más les gusta es que las clases varían según el sitio en el que estamos, vamos observando directamente la naturaleza, los animales, la historia de los sitios, por ejemplo las murallas de Eivissa han sido el tema principal en el que ha trabajado hace poco mi hijo mayor y es una buena mezcla de culturas». Ahora señala que se ha puesto en contacto con uno de los colegios de Formentera para escolarizar a los dos mayores mientras estén en la isla. La familia tiene una web, shibumi.it/ y un Instagram, sailing_shibumi.

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