Los primeros pobladores de Formentera, entre el 1750 y el 850 antes de Cristo (Edad del Bronce) mantuvieron relaciones con otras poblaciones contemporáneas de Menorca y del sudeste de la Península, Alicante y Cartagena. Es una evidencia que resulta tras comprobar los restos minerales encontrados en el yacimiento arqueológico de Es Cap II, en Formentera. Uno de los directores de la misión, Pau Sureda, afirma: «Tenemos estudios de ADN que nos sugieren la conexión de estos poblados con otras comunidades de la Península y Menorca, pero son datos generales y no podemos precisar, aún, el origen de estos primeros pobladores» de Formentera. (Ver galería de imágenes)

A medida que los historiadores avanzan en sus trabajos para desvelar detalles de cómo vivían los habitantes de la Edad del Bronce, más se sabe sobre cómo estaban organizados, con qué otros territorios mantenían contactos, cuál era su dieta y ahora, con la excavación de la cueva 127 de la Mola, cómo eran sus ritos funerarios.

El grupo de arqueólogos que trabaja estos días en ambas misiones está dirigido por Edgard Camarós y Sureda, y cuentan con el respaldo del Consell de Formentera y del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), así como del Centro Superior de Investigaciones Científicas.

La campaña de este año se prolonga hasta el 27 de noviembre y el pasado lunes comenzaron, por séptimo año, con los trabajos de consolidación del poblado prehistórico de Es Cap II. Se calcula que en este espacio pudieron llegar a convivir tres grupos familiares que podían sumar unas 30 personas. Pero este poblado solo es uno de los 21 yacimientos de la misma época localizados en es Cap de Barbaria, que en aquel momento era el centro neurálgico de la isla.

Durante nueve siglos, existe constancia de que esas poblaciones vivían agrupadas en pequeñas colectividades con su ganado, incluso se ha detectado la presencia de cerdos y vacas, en menor proporción que cabras y ovejas, más abundantes. La dieta la completaban con moluscos, se han llegado a encontrar más de 8.000 conchas de lapas, y con mijo, un cereal más resistente a los periodos de sequía.

Los trabajos en Es Cap II se centran ahora en la consolidación de una de las cámaras y de uno de los muros perimetrales. El objetivo es museizar este espacio para que sea comprensible a los visitantes.

Paralelamente, los arqueólogos avanzaron ayer en una grieta de la cueva 127, sin haber encontrado más rastros de restos humanos, por el momento.