Formentera tiene estos días el aspecto de los inviernos de los años ochenta en cuanto a tráfico y movimiento de personas. A mediados de esa década había 4.700 habitantes empadronados, un tercio que en la actualidad, cuando la isla supera los 12.000 residentes.

Ayer la carretera principal de la Savina a la Mola, la PM-820, parecía un desierto a primera hora, aunque el tráfico aumentó a media mañana y especialmente cuando caía el sol.

Solamente circulaban furgonetas de reparto y camiones con material de construcción, lo que significa que la actividad en el sector no ha parado. De hecho, debe ser la única que mantiene su ritmo de trabajo. También se ven muchos vehículos de fontaneros y electricistas, eso sí, todos con guantes y mascarilla.

Lo que más llama la atención son las obras activas, especialmente la que promueve la Autoridad Portuaria de Balears (APB) en la Savina, donde la actividad no cesa e incluso da la impresión de que les cunde más sin tanto trasiego de coches y personas en ese entorno.

En Sant Ferran, las obras de la avenida Joan Castelló i Guasch que promueve el Consell Insular siguen en marcha, aunque los operarios se dedican a realizar trabajos de acabado y todos ellos mantienen las distancias entre sí.

En es Pujols, la zona más turística de la isla, la actividad no existe. Solo se pueden ver algunos establecimientos que aprovechan para limpiar y mantener en buenas condiciones sus locales. Los pocos vecinos de esta localidad también cuentan con los servicios de un supermercado, al igual que en el resto de localidades.

En Sant Francesc, la principal localidad de la isla, la actividad se reduce a los comercios de alimentación, las entidades bancarias, el Consell, en servicios mínimos, y varias empresas de construcción que mantienen la actividad.

Inspecciones en la Savina

Buena muestra de ello es que la Policía Local inspeccionó ayer varias obras, entre ellas las del puerto de la Savina, con el objeto de que los trabajadores mantengan las normas de seguridad. Además, también interceptaron a dos personas de cierta edad que transitaban a la altura del cuartel de la Guardia Civil en bicicleta como si no pasara nada.

En el recorrido por la carretera, además de los controles, hasta la Mola no hubo tráfico salvo un camión de material de construcción que enfiló hasta el faro.

En la localidad más importante, Sant Francesc, solo estaban abiertos los principales comercios. Las calles, vacías salvo por algún trabajador que seguía con sus faenas.

La sal no para

En el entorno del Parque Natural de ses Salines, además de las aves migratorias solo se apreció la actividad de la empresa Salines de Formentera, de David Calzada, que contrata a Insafor para extraer la salmuera que luego se exporta a la industria alimentaria belga.

De vuelta a Sant Francesc, un control de policía y, a media mañana, demasiado tráfico de vehículos particulares. Una sensación que no deja de crear dudas sobre la responsabilidad de algunos vecinos.