El castellum romano de Can Blai, situado en la zona más estrecha de Formentera, antes de llegar a es Caló, es uno de los vestigios mejor documentados y estudiados de la historia de la isla.

La primera vez que se excavó fue en 1979 y 1980, y más tarde entre 2013 y 2016. Los últimos estudios son de Ricardo González Villaescusa, catedrático de Historia, doctor en Arqueología Clásica de la Universidad de Niza Sophia Antipolis,y de Jordi Fernández, exdirector del Museo Arqueológico de Ibiza y Formentera. Ambos dirigieron durante cuatro campañas consecutivas una investigación que ahora acaba de publicarse en un libro científico, 'Mondes Romains' (editorial, Ellipses), que se vende en las librerías de Francia.

En este volumen, firmado por González Villaescusa, Guisto Traina y Jean-Pierre Vallat, aparece, en un recuadro destacado, una referencia a Can Blai que comparte espacio con la historia de Roma en el Mediterráneo que deben estudiar los estudiantes universitarios de Historia de Francia.

Sin información

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Mientras tanto, en Formentera, el visitante interesado en la historia y la cultura, si acude a Can Blai se encuentra con una valla oxidada que rodea uno de los pocos restos del Mediterráneo del Bajo Imperio Romano, y que marcó una frontera en el siglo IV.

Un lugar en el que pudo haber una guarnición romana de unos ochenta hombres y que estaba asociado incluso a un cementerio que se halla en su entorno y que también ha sido estudiado.

Las últimas hipótesis que hicieron públicas Ricardo González y Jordi Fernández sobre la importancia de este fortín del Bajo Imperio romano, de principios del siglo IV después de Cristo, sostienen que esta construcción era «geoestratégica ya que estaba en los lindes de dos imperios, lo que implicaba controlar el mar en torno a las Pitiusas e incluso Balears», apunta González.

El 'emplectón'

El 'emplectón'

Según la investigación, el sistema constructivo de Can Blai es el emplectón, una técnica griega que renace a inicios del siglo IV después de Cristo en el bajo Danubio. Muchos fortines y murallas construidos de esa manera son de finales del siglo III d.C. o principios del IV. Es el caso de Sacidava, Capidava, o la muralla de Histria a orillas del Mar Negro.

González apunta que «es muy probable que los constructores de Can Blai sean originarios de allí y trabajen con materiales locales como el marès». Además, localizaron las canteras de origen del marès en es Carnatge, en la isla.