El agua, teóricamente depurada, almacenada en la balsa de riego de Formentera no sirve desde finales del mes de julio para los agricultores. El motivo es que tiene una salinidad tan elevada que supera los límites recomendados para regar los campos.

La pasada semana, el responsable del Servicio de Reforma y Desarrollo Agrario de la correspondiente conselleria del Govern balear, Gabriel Vicens, mantuvo una reunión con todas las partes implicadas en la explotación de esta instalación. La solución pasa por vaciar la balsa, limpiarla y volver a llenarla con agua adecuada para el riego. Esta instalación costó al Estado, hace más de una década, ocho millones de euros y aún no funciona con normalidad.

A la reunión asistieron representantes del Consell de Formentera, de la Comunidad de Regantes, de la Cooperativa del Campo, con sus respectivos técnicos, así como los de Tragsa, empresa encargada del mantenimiento.

Una de las medidas que anunció Vicens, según avanzó el presidente de la Comunidad de Regantes, Joan Ferrer, es que los 150 metros cúbicos de agua apta para el riego que consigue producir la planta desde que surgió el problema hace un mes serán usados para su limpieza y la de los 21 kilómetros de cañerías que llevan el agua hasta las bocas de riego distribuidas en los campos de labor. La sospecha es que todavía existen residuos en el interior de las canalizaciones que obstruyen el flujo del caudal y que a la vez provocan fugas como la detectada en pasado 20 de agosto.

La técnica de la Comunidad de Regantes y de la Cooperativa del Campo, Antònia Blanes, señaló que el representante del Govern se comprometió durante la reunión a aplicar «todas la medidas necesarias para solucionar el problema, aunque no saben el coste, pero dijo que este asunto era prioritario».

El problema surge por no haber mantenido en pruebas y con la suficiente presión toda la red de riego antes de usar el agua. Ahora la idea es limpiar los lodos de las cañerías y, cuando el agua esté en niveles correctos de salinidad, abrir todos los grifos de los hidrantes para vaciar la balsa, limpiarla y volver a llenarla.

Tanque decantador

Tanque decantador

Otra de las medidas previstas por el Govern es la construcción de un tanque (depósito) decantador entre la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) y la desaladora, con capacidad para almacenar el agua antes de que pase por el proceso de desalinización.

Blanes considera que con las últimas lluvias caídas en agosto más la aportación de los 150 metros cúbicos diarios de agua buena que se produce ahora, «hay que ser capaces de abrir para limpiar las cañerías». Los plazos son inmediatos. «Ahora tenemos que limpiar para que en enero la balsa ya esté limpia y se pueda volver a regar», apuntó.

Uno de los efectos de esta sucesión de averías es que muchos de los regantes se están desmoralizando. Tanto es así que de las 34 personas que comenzaron a regar cuando se puso en marcha la red, la pasada primavera, actualmente solo quedan siete enganchadas.