La decimosegunda edición de la pasarela de la moda de Formentera dio en la noche del viernes una vuelta de tuerca a la creación. En vez de apostar por lo sofisticado, los creadores de ropa, complementos y joyas parecen volver a los orígenes sin perder el punto de modernidad. El resultado fueron dos horas de desfile en el que la periodista María Moya ejerció de maestra de ceremonias para presentar las quince firmas que salieron a desfilar.

La moda infantil de Te doy la Luna inició la pasarela con el aire desenfadado, fresco y divertido que esta marca imprime en sus modelos. Le siguió la marca Macramé, que con Andrés Rodrigues se mantiene fiel al blanco, convirtiéndose casi en un clásico de las faldas con vuelo, con puntillas y recurriendo a los top para cubrir el torso.

Una nueva propuesta que se presentó fue Equilibrio, que se atreve con los estampados más llamativos pero manteniendo siempre la comodidad de sus vestidos. Le siguió un clásico Isvhara, que en esta ocasión apostó por presentar sus complementos en segundo plano para apadrinar a una diseñadora de escuela, joven y valiente, Ana Hope, que se presenta bajo la marca Cromo y que apunta maneras en los cortes y en la pulcritud de la aguja, en donde no hay trampa. Es una joven formada en la Escuela de Valencia y que propone un lenguaje propio que recupera el corte clásico.

Luego llegó Kavra, una marca que triunfa con sus vestidos largos estampados con cuadros de artistas renacentistas e incluso modernos. Vestidos ligeros sugerentes pero que parecen salidos de un museo de arte.

A esas alturas, el público se encontraba hipnotizado gracias a la fluidez del desfile, que no dejó un momento de respiro a las cerca de mil personas que asistieron a la cita con la moda insular.

Sugerentes

Fue entonces cuando empezaron a desfilar los bikinis y trajes de baño. Primero fue Jane Bikini, siempre sugerente, original y con las telas y colores que siempre imprimen la diferencia de esta marca. Les siguieron los joyeros Tito Solari y Silvio Cocho con propuestas originales y enormes piezas decorativas. Los anillos, los brazaletes, los collares pectorales y dorsales empezaron a aparecer en escena, con oro, plata, piedras preciosas y ámbar, todo un despliegue.

En el último tercio de la pasarela apareció Elena Hurtado, quizá la modista con mayúsculas de Formentera y que gracias a su talento y maestría ha traspasado fronteras. Hurtado es elegancia, corte limpio, aguja pulcra y acabado perfecto. Todo eso combinado con un estilo que nos devuelve a los años cincuenta pero sin perder la actual modernidad.

En el último tramo siguió Vesti l'Arte, que presentó cortes de vestidos estampados muy vaporosos en los que las mangas son una prolongación para convertirse en vela cuando se abren los brazos. Corte original con estampados que rindieron homenaje a Marylin Monroe.

Después salió Molly Mallone con vestidos de tono pastel con volantes, tanto en los escotes palabra de honor como en las faldas con mucho vuelo.

Simbología

Eva Cardona presentó sus vestidos de gala y una novia con brillante y lamé que por su estilismo mereció un aplauso del público. Y UR Joies, su colección de joyas especialmente diseñadas para la ocasión e inspiradas en la forma de las hojas de las plantas, con carácter orgánico y estilo personal.

Cerró la noche Majoral. El maestro joyero, hijo adoptivo de Formentera, que ha levantado una marca internacional y que se quiere comprometer con el entorno. Por eso basó su colección en el agua y la fragilidad del entorno con piezas limpiamente trabajadas en oro plata y con tonos azules. Pero sin renunciar a su personal simbología, que transita por la cultura mediterránea, desde los egipcios, a los púnicos. Su colección volvió a levantar una cerrada ovación y al público de sus asientos.