La bodega Terramoll, en el Pilar de la Mola, Formentera, de acuerdo con la bodega de es Cap de Barbaria, está tramitando desde 2016 ante el Ministerio de Agricultura una declaración singular. Se trata de que Formentera sea declarada oficialmente libre de filoxera. De esa forma, las empresas productoras de vino radicadas en la isla podrán recuperar el pie franco que es el que mejor se ha adaptado en el tiempo al ecosistema insular y que jamás se ha visto infectado por la temida plaga.

El pie franco, especialmente de la variedad monastrell, se ha cultivado en las explotaciones domésticas de la isla desde tiempos inmemoriales. Todos los cultivos de vid particular se siguen reproduciendo con la técnica tradicional de plantar un sarmiento podado, de una vid más vieja, directamente en la tierra. El resultado es un clon que mantiene el fenotipo, que es el gen (la memoria) de adaptación al entorno que se mantiene en el tiempo, haciendo más fuerte la planta.

El enólogo de Terramoll, José Abalde, explica que la solicitud va acompañada de un amplio estudio que él mismo suscribe y en el que se recogen todos los detalles biológicos, medioambientales, geológicos e históricos que han rodeado este cultivo en la isla.

«El 90 por ciento de las viñas cultivadas aquí son de pie franco, es decir, que genéticamente son clones de las mismas plantas cultivadas antes de que se declarara oficialmente la plaga [filoxera] en Balears», subraya.

Recuperar el pie franco

El problema lo tienen las empresas productoras que no pueden plantar pie franco cuando se plantean realizar nuevos cultivos. Por eso recurren, como en el resto del país menos en las islas Canarias, al pie americano injertado con las variedades europeas .

Abalde considera que esta limitación de producción en Formentera, donde nunca ha habido filoxera, es, como poco, contradictoria: «Hoy en día, desde las administraciones, tanto europea, nacional como autonómica, se impulsa una agricultura tradicional, más sostenible, apostando más por los cultivos extensivos que intensivos, y aquí tenemos un ejemplo de plantas que están perfectamente adaptadas al medio y que son resistentes tanto al ataque de enfermedades (no es necesario aplicarles fitosanitarios), como a periodos prolongados de sequía». Considera que «la contradicción es que en teoría no se nos permita cultivar de forma tradicional este tipo de vides, al considerar a todas las Balears, incluida Formentera, como 'filoxeradas'».

Por eso, las bodegas buscan plantar variedades adaptadas al entorno que sean resistentes y que no requieran de la aplicación de fungicidas, aunque estos sean considerados 'ecológicos'.

El técnico desvela que tienen viñas alquiladas de pie franco, que son de particulares y dadas de alta como tales, pero que ellos no pueden plantar nuevas como les gustaría.

Cuando Terramoll se plantea nuevos cultivos tiene que pedir las plantas de pie americano que responden a tres patrones que se ajustan a las características de la tierra. Pero lo que la bodega desea es ampliar sus cultivos con pie franco. De hecho, uno de sus vinos, 'Es Monestir', es el resultado de dos hectáreas de viña vieja, de más de 60 años, ubicadas en el Pilar de la Mola.

Para el técnico ,«este tipo de plantas, al ser clones obtenidos de una misma zona, que se han ido reproduciendo a lo largo de cientos de años, están perfectamente adaptadas a las condiciones climáticas, haciendo que sean extremadamente rústicas, más resistentes a la sequía y al ataque de enfermedades externas. Esto hace que sea un cultivo muy sostenible, sin que sea necesario el uso de químicos ni de riego. Esta característica no se da de la misma forma en plantas de la misma variedad pero injertadas sobre pie americano, que son mucho más sensibles al ataque de plagas y enfermedades».

Terramoll sigue con su producción con una cosecha de 30.000 kilos en 2018, casi 18.000 botellas de las distintas variedades. Para este año, todo el vino que salga de esta bodega de la Mola tendrá el sello de ecológico, al aplicar un sistema de cultivo, recogida y producción sostenible.