La balsa de riego de Formentera entró ayer en funcionamiento casi diez años después de que finalizara su construcción. Esta infraestructura permitirá regar hasta 114 hectáreas de tierra y dar servicio a 69 regantes a través de 24 kilómetros de canalizaciones de riego, recuperando las aguas residuales depuradas y desaladas previamente.

De esta forma se cerrará el ciclo del agua a medida que los regantes vayan adaptándose al nuevo recurso. La balsa de riego tiene una capacidad de 88.000 metros cúbicos y en la actualidad se está llenando y está a menos de la mitad de su capacidad.

El conseller de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca, Vicenç Vidal, asistió ayer a la puesta en marcha de este esperado sistema de riego, que revolucionará la forma de hacer y entender la agricultura en Formentera. Al acto asistieron también el director general de Agricultura y Ganadería, Mateu Ginard; el presidente del Consell de Formentera, Jaume Ferrer; el conseller de Presidencia y Medio Rural, Bartomeu Escandell, y el presidente de la Comunidad de Regantes, Joan Ferrer.

Las autoridades visitaron, primero, una de las fincas en las que se puede aprovechar este agua para el cultivo. Tras abrir el grifo de la caseta de riego, el conseller Vidal destacó la importancia del sistema, «que permite el reaprovechamiento del agua depurada». «Con la balsa de riego y la desaladora incorporada, Formentera dispone de uno de los mejores tratamientos terciarios de Balears», añadió.

Jaume Ferrer explicó que el Consell invertirá «en formar a los interesados en el uso y la gestión del agua» en los próximos meses.

Por su parte, el presidente de la Comunidad de Regantes agradeció la puesta en marcha del proyecto después de tantos años de espera y transmitió las ganas de los regantes de usar este recurso. Muchos de ellos, apuntó, son también miembros de la Cooperativa del Campo. Y añadió: «Tenemos tierras, tenemos agua y tenemos ilusión».

Diez años después

La infraestructura era reivindicada por el sector agrícola desde 2003 y contó con una inversión del Plan Hidrológico Nacional, a fondo perdido, de 8,2 millones de euros. La obra finalizó y se recepcionó en 2009, pero la balsa no se ha puesto en marcha por diferentes problemas, entre ellos la necesaria conexión eléctrica.

Con el paso del tiempo y por el estado de abandono de las instalaciones, que nunca entraron en funcionamiento, el Govern ha tenido que invertir 294.116 euros esta legislatura para que entrara en funcionamiento.

Este agua para riego, debido a su alto contenido de cloruros (sal), pasa por una planta desaladora que la trata previamente antes de ir a parar a la balsa con el fin de poder ofrecer agua apta para el riego.

De momento, la instalación pasa por un periodo de pruebas para que los regantes comprueben su efectividad. Luego se deberán establecer las condiciones de uso, el precio y el caudal que se consuma, ya que la gestión final dependerá de los regantes.