José Raquel Garrido es natural de Formentera, tiene 36 años y no se siente ni hombre ni mujer. Prefiere identificarse como no binario, que son las personas cuyas identidades de género no encajan entre la variedad de géneros binarios (masculino y femenino). Con valentía y mucho sentido del humor piensa que con esta entrevista ayudará a otras personas que pasan por el mismo proceso o que son transgénero, es decir que les asignaron un género al nacer (basándose en la apariencia externa de sus genitales), pero éste no coincide con lo que realmente siente la persona. En su caso detectó su transformación a través de uno de sus hijos que con un cuerpo de niña tenía comportamientos masculinos desde pequeño. Afirma que en Formentera no se ha sentido ni discriminado ni marginado. Al contrario, tanto en el colegio como en la sociedad se siente perfectamente integrado. Esta semana estará atendiendo la exposición que se puede ver desde esta tarde en la sala de Sant Francesc y que abre las actividades el Día Internacional de Acción para la 'despatologización' Trans.

¿Cómo descubrió su transformación?

Las personas trans nacen con la identidad de género diferente a las personas que se identifican con su sexo. Es muy normal que a los dos o tres años, como mi enano, aparezca alguna discusión en el sentido de que te dice que es una niña o un niño. Así, sin saberlo, manifiestan que son transexuales. Si alrededor no saben lo que está pasando tú lo niegas y aseguras al menor que es una niña o un niño según su sexo. Si eso pasa, creces de forma inestable.

¿Y así fue su infancia?

Claro. Mi infancia fue femenina y como era un poco marimacho tampoco fue muy complicado. Pero mi madre lo entendió, me dejaba ir al fútbol y ponerme pantalones de chándal todo el santo día. Por ese lado no sufrí lo que sufren algunas personas. Vas creciendo y te vas dando cuenta de que no eres igual que los demás y tampoco conocía a ninguna persona trans.

Pasar por eso debe ser difícil en lo personal.

Sí, he pasado por varios intentos de suicidio en mi adolescencia. No sabes quién eres, no sabes lo que hay alrededor, no encajas con nadie, no he conocido a ninguna persona trans hasta que mi hijo verbalizó que lo era. Eso fue otra aventura, lo peor es el desconocimiento. Luego fui buscando información y te das cuenta...

¿Cómo se dio cuenta en el caso de su hijo?

Desde pequeño no soportaba el color rosa, que le pusiéramos vestidos ni las muñecas, era algo muy extraño. Yo pensaba que se le pasaría, pero lo íbamos dejando pasar. A los tres años lo verbalizó, llegó del cole diciendo que no quería ser una princesa, que por qué no podía ser un chico como los demás.

¿Qué hizo entonces?

Llevé al niño al pediatra, yo no tenía ni idea de lo que había que hacer. Eso fue una aventura. En nuestro caso nos asociamos a Chrysallis, que es la asociación de menores transexuales. Entonces conocí a más gente como yo. Mi hijo es totalmente no binario, igual que yo. No nos identificamos ni con mujer ni con hombre porque entendemos que existe una naturaleza más amplia. Pero también tuve lío, un día me levante pensando 'siempre he sido un chico y no me he dado cuenta'. Luego me di cuenta que tampoco era un chico. Esto es muy lío, la gente me preguntaba cómo me tenía que tratar y yo les decía que como en España el neutro no existe, que me daba igual. Chrysallis está impulsando el uso de nombres y adjetivos neutros, lo que llamamos el lenguaje inclusivo, porque seguimos utilizando el masculino genérico.

¿En Formentera se ha sentido discriminado o marginado socialmente?

No, no me ha costado encontrar trabajo ni cambiar mi situación. Sigo teniendo mis amigos, aunque al principio costó. En mi caso son bastantes años de desconocimiento y eso te obliga a desaprender y a volver a aprender, pero dentro de lo que cabe no he tenido ningún problema. Formentera es tolerante, he encontrado más comprensión que rechazo, incluido en el colegio de mi hijo. Los servicios sociales enseguida se pusieron las pilas. Sobre todo hay que tener sentido común y paciencia. A mí no me molesta que me identifiquen con masculino o femenino, soy diferente y a veces me da la risa.