A las diez y doce de la noche del lunes, una mujer de 38 años y nacionalidad española se despeñó en los acantilados de Cala Saona, en Formentera. Los servicios médicos, que accedieron por tierra al lugar donde quedó su cuerpo, trataron de reanimarla, pero los golpes que sufrió en la caída habían acabado con su vida.

La mujer iba acompañada de un hombre en el momento del accidente, poco tiempo después de la puesta de sol. Los organismos de rescate aseguraron que estaba sentada sobre un pareo en una zona rocosa del poniente de la isla y cayó desde una altura de unos 10 metros, según informó ayer el Área de Salud de Ibiza y Formentera.

A la zona acudieron bomberos, Policía Local de Formentera, Protección Civil, Salvamento Marítimo y sanitarios del Hospital de Formentera. Los rescatistas le realizaron maniobras de reanimación cardiopulmonar pero, dada la gravedad de los politraumatismos que le provocó la caída, no pudieron hacer nada por salvar su vida.

Todavía no está claro qué provocó la caída de la víctima, aunque los rescatistas sospechan que pudo haber tropezado con el pareo antes de despeñarse por las piedras.

Rocas peligrosas

Como el Cap de Barbaria y todo el oeste de Formentera, Cala Saona tiene unas vistas privilegiadas hacia la puesta de sol, pero los desprendimientos en las rocas son una preocupación habitual.

En esa zona de acantilados que rodea la playa hay señalización que lo advierte e incluso cuerdas que tratan de impedir el paso de los visitantes. Aunque el Área de Salud de Ibiza y Formentera no puede afirmar que la mujer se encontrara exactamente en esa área señalizada, es común que la gente traspase el límite para acercarse a ver el mar o a hacerse fotos en el límite de las rocas.

Curiosamente, los acantilados parecen más robustos desde la parte de arriba, aunque estén huecos por abajo y sean rocas arenosas fáciles de erosionar por el peso, el impacto del viento o del agua.

Los socorristas de Cala Saona están acostumbrados a ver gente en los extremos de los acantilados, como suele pasar en playas como es Caló des Mort, también en Formentera, o sa Caleta o Platges de Comte, en Ibiza, donde también está ya prohibido el acceso de vehículos a los límites de los barrancos por precaución ante los habituales desprendimientos de rocas.