El pez loro suele vivir en mares tropicales, pero los buzos de Formentera se lo encuentran cada vez con más frecuencia nadando entre la posidonia. El año pasado, el biólogo Manu San Félix lo vio por primera vez en los 26 años que lleva investigando el ecosistema marino las Pitiusas, pero este verano, asegura que se ha convertido en un asiduo de las islas.

Se trata de la especie conocida como Sparisoma cretense y se caracteriza por sus dientes similares al pico de un loro y sus colores llamativos, especialmente las hembras, que son de un rojo intenso con manchas amarillas. Los machos son de un tono grisáceo.

Su hábitat natural son los arrecifes de coral del trópico, desde el mar Caribe, hasta el océano Pacífico o el mar Rojo e incluso se encuentra en zonas templadas como Canarias y las Azores, pero su presencia es nueva en el Mediterráneo, donde los expertos creen que está llegando a causa del calentamiento global.

«Un indicador de que estamos ante un Mediterráneo en cambio es la aparición de especies nuevas para sorpresa de los pitiusos, mientras que otras desaparecen después de haber estado siempre con nosotros, como las nacras ( Pinna nobilis)», cuenta San Felix, de la asociación Vellmarí de Formentera, que asegura que para determinar de dónde están llegando estos peces, habría que hacerles un análisis genético. En 2017, cuando detectó el primer ejemplar de pez globo en las Pitiusas después de miles de inmersiones a lo largo de décadas, lo puso en conocimiento del Govern balear, que controla las nuevas especies que aparecen en los ecosistemas de las islas.

«Lo más impactante es para un pescador de 70 años, que lleva toda la vida pescando y de repente saca esto», exclama San Felix. Los buzos de Vellmarí todavía desconocen cuál es el alimento de los peces loro en el Mediterráneo, porque normalmente se come las algas incrustadas en el coral. En cualquier caso, es herbívoro.