El emisario de aguas residuales de la Savina, que parte de esta localidad para desembocar en el Parque Natural de ses Salines, sobre una pradera de posidonia, vuelve a sufrir roturas con agujeros «del tamaño de un puño» en varios puntos de su trazado, tal y como ha constatado la investigadora del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea), Iris Hendriks, durante una inmersión que realizó la pasada semana con su compañera Raquel Vaquer.

No es la primera vez que esta canalización submarina presenta fugas, ya que todos los años se suceden estos episodios provocados por la antigüedad de la canalización. Estas fugas se producen, especialmente, cuando llega la temporada de verano y la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de Formentera trabaja a pleno rendimiento.

La localización de estos vertidos ha sido posible gracias a los trabajos previos del proyecto 'Antroposi' que impulsa ese organismo científico y que ha sido uno de los ganadores del 'Save Posidonia Project', dotado con 83.000 euros. En esta iniciativa se nutre de donaciones de firmas comerciales, particulares y es organizada por el Consell de Formentera.

Este estudio servirá para evaluar, entre otras cosas, «la influencia de los aportes de nutrientes de emisarios submarinos, procedentes de estaciones de depuración y del vertido de aguas de sentinas, en el estado de la posidonia». Esta iniciativa también evalúa el cambio que sufre esta planta marina en su función de sumidero de CO2, debido a los impactos del alcantarillado y de los buques.

Hendriks explicó que durante la inmersión fueron desde la desembocadura, a 20 metros de profundidad, hasta llegar a los 11 metros: «En ese recorrido hemos detectado fugas a unos 17 metros de profundidad, por lo que están bastante cerca de la salida del emisario». Respecto a la calidad de la depuración del agua que sale por esos «tres o cuatro» agujeros, señaló que «el agua tiene otro color, marroncilla, pero no he visto que contenga trozos sólidos. Pero esto es sólo en uno de los puntos que hemos visto».

La investigadora aseguró que este tipo de fugas «influye en la posidonia» pero no solamente en esas zonas, también en la desembocadura, «ya que aunque [la intensidad del color del agua] se diluya, afecta a la pradera». En cuanto a las fugas a 17 metros, apuntó que «sin duda en ese punto la pradera estará más afectada».

Para desarrollar el proyecto tienen previsto volver en el mes de septiembre. De momento, han recogido muestras que tendrán que analizar en los próximos meses y que servirán «para diseñar un plan de actuación óptimo». Con los resultados volverán en septiembre para coger nuevas muestras en los mismos sitios y estudiar la acumulación producida en verano.